"El ex presidente del Consejo de Estado Francisco Rubio Llorente ha insistido en que "no sería imposible" que el Gobierno convocara un referéndum independentista en Cataluña, siempre y cuando se hiciera una reforma legislativa; y como mal menor ya que la negativa a la petición de convocatoria puede desembocar en "alternativas de efectos impredecibles".
"El método razonable para formalizar jurídicamente esta voluntad es
el referéndum. De acuerdo con el artículo 92 [de la Constitución], no
sería imposible que el Estado convocase un referéndum en Cataluña,
previa reforma de la Ley Orgánica 2/1980 sobre la regulación de las
distintas modalidades de referéndum", ha señalado Rubio Llorente, en un
acto celebrado este jueves en Barcelona.
En opinión del que fuera vicepresidente del Tribunal Contitucional entre 1989 y 1992, como ha manifestado en otras ocasiones,
esta reforma legislativa podría plantearse como "referida solo al caso
catalán o bien que se reformulase con carácter general la celebración de
referéndums de ámbito subestatal", aunque considera que sería
"conveniente" que fuera el Parlamento autonómico de Cataluña el que
impulsara esa reforma "mediante una proposición de ley".
Sin embargo, ha advertido de que "las recientes resoluciones sobre el
derecho a decidir [de la Cámara autonómica] no solo no cumplen con esa
función, sino que concurren a hacer imposible la reforma por ser una
mera solicitud sin proposición concreta alguna y porque va acompañada de
una decisión que se puede interpretar como una amenaza de convocar una
consulta para el año próximo".
Además, Rubio Llorente ha alertado de que teme que "la negativa a
convocar el referéndum genere una frustración que puede llevar a la
búsqueda de vías alternativas de efectos impredecibles, como las famosas
elecciones plebiscitarias", en la línea de lo anunciado por Artur Mas,
presidente de la Generalidad, como alternativa al referéndum y bajo la
convocatoria de unas elecciones autonómicas.
El ex magistrado del Alto Tribunal ha admitido, en cualquier caso,
que "no es partidario" de la independencia de Cataluña, porque "más que
una utopía, es una distopía, un futuro peor que el presente". Pero, aun
así, ha calificado de "fin lícito" que se defienda la secesión por "una
parte del territorio nacional", siempre que "no se pretenda fuera del
margen constitucional".
En esta línea, ha concretado que le parece bien que "la Comunidad
interesada [en la secesión] manifieste su voluntad al respecto",
apuntando que, en un hipotético referéndum, no tiene ninguna duda de que
la pregunta debería ser clara y "única". Una opinión que desarrollará,
con toda seguridad, en su comparecencia ante el Parlamento autonómico.
Si el resultado de este referéndum "evidenciase un apoyo amplio y
sólido a independencia, debería abrirse un diálogo entre Gobierno y
Generalidad sobre la apertura del procedimiento de reforma
constitucional, cuya iniciativa podría tomar la propia Generalidad", ha
añadido.
"Siguiendo el ejemplo de Canadá, lo lógico sería que antes de iniciar
el procedimiento quedasen claras, en esas conversaciones entre los dos
gobiernos, las condiciones en las que la independencia podría
concederse, que son muchas y muy difíciles", como por ejemplo las
condiciones económicas, pero también "cuestiones de más trasfondo" como
"el problema de la nacionalidad", que "es uno de los más difíciles que
plantea la secesión", ha señalado finalmente. (...)" (Crónica Global, 03/10/2013)
" (...) Pero como se deduce de las nueve tesis de abril que presentó ayer en el Colegio de Periodistas, lo que está diciendo Rubio Llorente, a pesar del propio Rubio Llorente, es muy distinto. El pueblo catalán no puede imponer su voluntad al pueblo español.
Eso es lo que el propio Rubio Llorente dice, aunque naturalmente al estilo Rubio LLorente: «El pueblo de Cataluña tiene derecho a manifestar su voluntad y a que esta manifestación sea tomada en consideración por el pueblo español en su conjunto, pero no a imponérsela.»
La melopea del jurista alcanza en el punto octavo su punto lisérgico:
«Como la apertura del procedimiento de reforma no asegura que su resultado sea satisfactorio para quien lo inició, y es evidente que el fracaso generaría una profunda frustración, parece muy difundida la idea de que para evitar ese peligro es mejor no convocarlo.
Pero la negativa a convocar el referéndum no sólo genera también una frustración, sino que puede dar lugar a la búsqueda de vías alternativas de efectos impredecibles, como las famosas elecciones plebiscitarias.»
Rubio Llorente alcanza en este punto el empate histórico con Rubio Llorente. Ahí lo dejaría yo si no fuera por su colofón:
«Los daños graves que la negativa a la convocatoria del referéndum genera no se reducen al señalado en la tesis anterior. Ha hecho de la exigencia de referéndum el centro de las reivindicaciones independentistas, colocando con ello en una situación equívoca y difícil a quienes no quieren la independencia, pero sí querrían que se celebrase el referéndum.
Parece justificar que el sentimiento independentista se exprese a través de masivas manifestaciones populares, creando la imagen falsa de que sólo esos sentimientos están presentes en la opinión.
Y sobre todo ha creado la ilusión de que la independencia de Cataluña depende sólo de la voluntad política de los gobernantes y puede conseguirse en consecuencia casi de inmediato, y no, en su caso, sólo al término de un largo y difícil proceso y ha impedido que debata lo que más ha de ser debatido: el conjunto de problemas que plantearía la eventual independencia de Cataluña.»
No. Los daños graves a la razón, a la democracia, y al Estado de Derecho no los causa el cumplimiento de la ley sino las frívolas idas y venidas de sujetos escindidos cuyas deposiciones de conciencia deberían ventilarse en el diván.
El rechazo a la independencia se alimenta de razones de tipo técnico (unas cuantas generaciones de catalanes y españoles vivirán peor), sentimentales (no solo los independentistas tienen palpitaciones) y morales (las malas ideas no deben ganar). Pero todas esas razones vienen luego: la primera es el cumplimiento de la ley. Lo que justifica que haya juristas, y los ganes." (Arcadi Espada, 04/10/2013)
" (...) Pero como se deduce de las nueve tesis de abril que presentó ayer en el Colegio de Periodistas, lo que está diciendo Rubio Llorente, a pesar del propio Rubio Llorente, es muy distinto. El pueblo catalán no puede imponer su voluntad al pueblo español.
Eso es lo que el propio Rubio Llorente dice, aunque naturalmente al estilo Rubio LLorente: «El pueblo de Cataluña tiene derecho a manifestar su voluntad y a que esta manifestación sea tomada en consideración por el pueblo español en su conjunto, pero no a imponérsela.»
La melopea del jurista alcanza en el punto octavo su punto lisérgico:
«Como la apertura del procedimiento de reforma no asegura que su resultado sea satisfactorio para quien lo inició, y es evidente que el fracaso generaría una profunda frustración, parece muy difundida la idea de que para evitar ese peligro es mejor no convocarlo.
Pero la negativa a convocar el referéndum no sólo genera también una frustración, sino que puede dar lugar a la búsqueda de vías alternativas de efectos impredecibles, como las famosas elecciones plebiscitarias.»
Rubio Llorente alcanza en este punto el empate histórico con Rubio Llorente. Ahí lo dejaría yo si no fuera por su colofón:
«Los daños graves que la negativa a la convocatoria del referéndum genera no se reducen al señalado en la tesis anterior. Ha hecho de la exigencia de referéndum el centro de las reivindicaciones independentistas, colocando con ello en una situación equívoca y difícil a quienes no quieren la independencia, pero sí querrían que se celebrase el referéndum.
Parece justificar que el sentimiento independentista se exprese a través de masivas manifestaciones populares, creando la imagen falsa de que sólo esos sentimientos están presentes en la opinión.
Y sobre todo ha creado la ilusión de que la independencia de Cataluña depende sólo de la voluntad política de los gobernantes y puede conseguirse en consecuencia casi de inmediato, y no, en su caso, sólo al término de un largo y difícil proceso y ha impedido que debata lo que más ha de ser debatido: el conjunto de problemas que plantearía la eventual independencia de Cataluña.»
No. Los daños graves a la razón, a la democracia, y al Estado de Derecho no los causa el cumplimiento de la ley sino las frívolas idas y venidas de sujetos escindidos cuyas deposiciones de conciencia deberían ventilarse en el diván.
El rechazo a la independencia se alimenta de razones de tipo técnico (unas cuantas generaciones de catalanes y españoles vivirán peor), sentimentales (no solo los independentistas tienen palpitaciones) y morales (las malas ideas no deben ganar). Pero todas esas razones vienen luego: la primera es el cumplimiento de la ley. Lo que justifica que haya juristas, y los ganes." (Arcadi Espada, 04/10/2013)
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