Francesc Granell, director general honorario de la Comisión Europea. / MASSIMILIANO MINOCRI
"Francesc Granell (Barcelona, 1944) es catedrático de Organización
Económica Internacional de la Universidad de Barcelona y director
general honorario de la Comisión Europea. Como economista, y en virtud
de su trayectoria internacional —como alto funcionario de la UE
participó en las negociaciones para la adhesión de Suecia, Finlandia y
Austria— ha redactado un documento que advierte sobre los riesgos de la
independencia de Cataluña.
Pregunta. ¿Por qué sostiene que una Cataluña independiente lo tendría complicado incluso para formar parte de Naciones Unidas?
Respuesta. Primero Cataluña tendría que ser un
Estado. Ahí no hay problema: tenemos territorio, población y un gobierno
constituido. Pero también es necesario que la Asamblea General de la
ONU acepte al Estado previa propuesta positiva del Consejo de Seguridad.
El problema es que ahí cinco países tienen derecho a veto.
El portavoz
de la Casa Blanca ya dijo que se trata de un problema interno de España;
Francia, también; Rusia tiene el problema de Chechenia, y China, el del
Tíbet, como para aceptar [a Cataluña]. ¿Qué significa eso? Nosotros
podríamos llegar a ser un Estado, pero no un Estado reconocido con vida
internacional normal.
Es lo que ocurre con Palestina, que cuando quieren
entrar chocan con un veto u otro del Consejo de Seguridad. Si nos
conformamos con ser Kosovo o Palestina, hagamos una declaración
unilateral de independencia, pero esto me parece muy pobre para un
proceso tan ilusionante.
P. Los soberanistas sostienen que si esa declaración
unilateral se efectuara tras unas elecciones plebiscitarias habría
legitimidad democrática.
R. En Palestina todos los ciudadanos estaban a favor
de la independencia. Eso es hacer supuestos. Es una historia que de
momento no existe. ¿A quién tenemos de aliado en el Consejo de
Seguridad? No tenemos. No tenemos amigos.
P. ¿Está escrito que Cataluña quedaría fuera de los tratados y la Unión Europea?
R. Es la doctrina que ha sentado la Comisión
Europea, que es la guardiana de los tratados. Y eso ha quedado claro
cuando se la ha requerido, de momento solo para el caso de Escocia.
Cualquier región que salga queda fuera de Unión. Después puede pedir el
reingreso y se estudiará si se acepta.
Pero entonces entramos en una
negociación intergubernamental. Y ahí se requiere unanimidad. Ese es
nuestro gran problema. Si nos separáramos a las buenas, España nos
podría presentar como nuevo miembro. Es lo que hace Escocia y el
Gobierno conservador británico, que trata de convencer a los escoceses
de que les iría pésimamente si salieran. Pero aquí la discusión se ha
exacerbado.
El PP solo dice que esto no cabe en la Constitución y los
independentistas, que quieren la independencia. Es difícil llegar a una
situación pactada. En cualquier caso, cualquier país nuevo debe negociar
las condiciones de su entrada en la UE. Y ya no hablo de entrar en el
euro...
P. ¿Quiere decir que Cataluña saldría del euro?
R. Si no es miembro de la UE no es miembro de pleno
derecho del euro. Eso no quiere decir que no pueda usarlo. Nadie puede
impedir ir al Banco de España y comprar euros. Andorra, Mónaco, San
Marino, Montenegro, Kosovo lo usan. Pero sin derechos de señoraje y sin
apoyo del Banco Central Europeo, que es esencial.
En cambio, una moneda
propia sería muy débil, porque la capacidad presupuestaria, de acción y
exportadora es lo que es. Estaríamos condenados a la devaluación, y eso
significa devolver los préstamos más caros. Gracias a que el euro tiene
un tipo de cambio estable y unos tipos de interés bajos las empresas
pueden funcionar.
Y no se puede decir, como hace algún ilustre colega,
que la deuda es del Reino de España y que nos desentenderíamos. Entrar
en el mundo sin reconocer las deudas como parte de España y las propias
es incorporarse con muy mal pie en el sistema internacional. Si se
entrara en esa dinámica no sé si podríamos subir pensiones o luchar
contra la crisis como nos prometen.
P. Pero la UE a lo largo de su historia se ha
adaptado a nuevas circunstancias sobrevenidas. ¿No podría optar por una
solución transitoria para Cataluña mientras se halla la fórmula de
encaje o se insta a una negociación?
R. ¿Y quién instará a esa negociación? ¿Qué
avaladores tenemos? Yo no lo veo. Una cosa es la normativa europea, y
otra que la UE se adapte a muchas cosas. Pero para eso se requiere
voluntad política de algunos de los que pesan en los órganos de decisión
para cambiar los tratados. Y eso no lo veo. No veo que tengamos aliados
ni en Europa ni en el mundo para la causa del Estado propio.
P. Dibuja un Estado fallido.
R. Seremos un Estado fallido, sí. Como Somalilandia, o como Kosovo. Los cito en el documento que he elaborado.
P. ¿No ve el riesgo político de que una parte de
catalanes, que ya se han distanciado de España porque se sienten
excluidos de la Constitución, acaben por distanciarse también de Europa?
R. Algún colega me ha advertido, con vistas a las
elecciones de mayo, de que si sigo diciendo estas cosas en Cataluña no
votará nadie. Pero para que haya más votos no podemos desmontar la
normativa europea. Si aceptamos estar fuera, no votaremos más al
Parlamento europeo.
Si hemos de estar fuera de la UE, hemos de asumir
que estaremos fuera. Y la gente seguirá viniendo a la playa. Pero tal
vez grandes instituciones financieras se irán de aquí al no tener al
apoyo del BCE.
P. ¿Pero no pueden acceder a la liquidez a través de sus filiales?
R. Habría que ver si estas empresas están
dispuestas, y dependiendo de su balance. Pero lo que juega es la sede. Y
los bancos los inspeccionan en el sistema único de inspección en
colaboración con el país donde tienen la sede.
P. ¿Cataluña quedaría fuera de los mecanismos de ayuda financiera?
R. Claro, de los mecanismos de ayuda. Y de los
programas de investigación… Es bastante probable que no se restablezcan
los aranceles y aduanas. Eso tendría sentido. Eso podría pasar por
votación mayoritaria en el Consejo. Pero cuando hablamos de entrada en
la UE o del espacio económico se requiere unanimidad. Y ahí ya no cuela
esto.
P. Los independentistas argumentan que a la UE no le interesaría perder una región que es aportadora neta.
R. No hay estudios sobre ello. Se hizo una tesis
doctoral, que se premió, de Marta Espasa. Pero el informe debe ser
superficial. Yo lo he pedido. Ya sabemos que seremos contribuyentes
netos por el nivel de renta de los catalanes, que es afortunadamente
superior. Somos uno de los cuatro motores de Europa.
Pero el presupuesto
de la UE es solo el 1% del PIB. Aunque en el peor escenario tuviéramos
un déficit horroroso sería inferior al 1%. Nada que ver con las
relaciones del propio país, donde el presupuesto fue más del 40% del
PIB.
P. ¿Ha intercambiado opiniones con Artur Mas?
R. Hombre, yo tengo la Creu de Sant Jordi. Fui el primer jefe de Artur Mas en la Generalitat. Nos tenemos confianza.
P. ¿Y qué le dice?
R. Siempre lo mismo: que soy poco independentista.
Yo creo que esto va ligado no tanto a cuestiones políticas como a que
soy catedrático de Organizaciones Económicas Internacionales. Y me doy
cuenta de las interdependencias que hay. Yo fui a la conferencia que dio
Mas en Bruselas hace un año.
Hicimos una serie de gestiones para
invitar a personalidades y allí no fue nadie de la Comisión ni de ningún
estado miembro; solo el embajador español. Ahora Mas vuelve y su equipo
está intentando que los reciban, pero será difícil que el nuevo
delegado de la Generalitat en Bruselas abra muchas puertas.
El anterior
delegado, Joan Prat, era un peso pesado. Se fue porque dijo que no
estaba por negociar la independencia. Ahora está Pere Puig, que es un
chico estupendo y funcionario de la UE, pero de un nivel muy bajo, y no
puede abrir puertas." (El País, 28/09/2013)
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