20/10/13

Ahora ya sabemos el peso de los agravios: unos 9 millones de kilos. lo que se debe... a los catalanes agraviados

"El Gobierno catalán cifra en 9.370 millones el importe de lo que considera comportamientos desleales del Estado con su comunidad en los últimos años. De esa cifra, 5.700 millones, más del 60%, se refieren a inversiones en infraestructuras no satisfechas. 

El informe habla de otras deslealtades con fuerte impacto económico, como un modelo de financiación que no respeta el criterio de ordinalidad. (...)

El principio de ordinalidad también fue introducido en el Estatut, y también desactivado por el Tribunal, que consideró que, siendo una norma que afectaba al conjunto, debería figurar, en su caso, en una ley de ámbito estatal y no en un Estatuto. 

El artículo 206-5 insta al Estado a garantizar que “la aplicación de los mecanismos de nivelación no altere en ningún caso la posición de Cataluña” en el ranking de “rentas per cápita entre las Comunidades autónomas antes de la nivelación”. 

El principio se refiere, por tanto, a la financiación de las autonomías, y en particular a los fondos de nivelación establecidos para transferir rentas de las más ricas a las menos a fin de garantizar la equiparación de los servicios públicos prestados.

En Alemania, ese principio se expresa como prohibición de decisiones por las que “el orden de capacidad financiera de los estados (länder) quede invertido después del reparto” de los fondos. No hay una argumentación clara que justifique ese principio.

 Solo cuatro de las 16 unidades autónomas de Alemania y tres de las 17 españolas (Baleares, Cataluña y Madrid) son contribuyentes netas (pagan más impuestos que beneficios reciben en gasto estatal), por lo que el margen para reducir la aportación de una de ellas es estrecho: implicaría un aumento equivalente de las aportaciones de las otras dos, o la ruptura de la equidad básica entre comunidades ricas y pobres. 

Y a pesar de que la reducción de su aportación se presenta desde Cataluña como una exigencia de justicia, nadie ha ofrecido razones que avalen la necesidad de convertir ese principio en ley. (...)

Sin embargo, el principio se ha abierto paso en los debates sobre la busqueda de un acuerdo que detenga la deriva independentista catalana. Uno de los dos manifiestos de intelectuales de noviembre pasado proponía un pacto que “incluya una financiación más justa que mantenga la solidaridad pero respete el principio de ordinalidad”; figura también en el proyecto de reforma constitucional federalista de los socialistas; y lo defienden algunos expertos hacendistas muy críticos con los planteamientos soberanistas. 

Por ejemplo, con el olvido interesado de que son los ciudadanos quienes pagan sus impuestos, en proporción a su renta, y no los territorios, lo que anula el principal argumento sobre la discriminación anticatalana.

Este deslizamiento pragmático obedece seguramente a que se considera más viable un acuerdo sobre cantidades que sobre sentimientos de agravio, difícilmente cuantificables. No es fácil que de resultado, pero al menos ahora ya sabemos el peso de esos agravios: unos 9 millones de kilos."                 ( , El País, 16 OCT 2013 )

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