"Me escribe un escritor. Me escribe y me confiesa que, superado por los
acontecimientos, está pensando en irse a vivir fuera de España. O por
concretar, fuera de Cataluña (...)
He visto en su red social que ha ido colgando fotos de exaltación
independentista y me extraña, me extraña de corazón, porque sé que al
menos hasta antes de ayer eso no cuadraba ni con su vida ni con su forma
de pensar.
De tal forma que le pregunto (porque sé que hay
independentistas de última hora), le digo: “¿Y eso?”, y me contesta en
un mensaje privado que se percibe como un hilo de voz que no se siente
capaz de situarse frontalmente en contra de su gente.
Y yo reconozco
algo que se ha repetido a lo largo de la historia de los pueblos, si es
que existe tal cosa: suele ser “tu” gente la que no te permite disentir.
Pero siento que es más raro aún la significativa ausencia de aquellos
que no me escriben, que no se expresan; todos aquellos que conozco de
unas tierras que tanto hemos frecuentado: escritores, músicos, actores,
directores de escena, agentes literarios, editores, directores de
colecciones, periodistas, toda esa gente con la que con frecuencia
nuestros caminos se han cruzado y sería casi imposible que no se
volvieran a cruzar.
No sé bien lo que piensan, ya no, y eso en España, o
en lo que todavía se llama España, es raro. Rarísimo. Porque no hay
país en el que la opinión sea tan inmediata y tan impositiva como en el
nuestro.
¿No será que no quieren disentir del fervor mayoritario? ¿No
será que quieren permanecer agazapados hasta que la tempestad amaine,
hasta que la historia otorgue la razón a unos o a otros?
Con tanta columna y tanta tertulia, cómo no saber: lo sabemos todo de
todos. Sabemos incluso más, en muchas ocasiones, de lo que quisiéramos.
Pero, de pronto, en este país, que seguramente es tan misterioso como
todos los países, pero, como es el nuestro, nos parece de una
complejidad insoportable, hay asuntos que no se tratan, o que solo los
tratan unos mientras los otros callan. Pasó un tiempo con el terrorismo.
¿No se acuerdan? Iba uno al País Vasco y sentía esa espesura. Se
sentaba uno a una mesa y se hablaba de todo con esa gran cordialidad
propia del norte hasta que llegaba el momento en que a cada comensal se
le perdía la mirada por tener en mente algo de lo que no se podía
hablar.
Ocurre ahora con el asunto catalán. ¿Qué piensan nuestros
amigos? A los de allí, me refiero. Porque finalmente son los que callan
con más finura. ¿Qué piensan? Viendo la televisión catalana este verano
he podido escuchar a algunos personajes públicos y tenían en común su
postura independentista.
O al menos no coincidió que yo diera con un
entrevistado que tuviera una voz discrepante. ¿Es que los que disienten
no quieren salir a dar su opinión, que no la tienen clara?, ¿o es que no
les invitan a los programas? (...)
En todas partes surgen en determinado momento tendencias sociales que
provocan un entusiasmo que acogota al que no lo experimenta. Pero es
desesperanzador comprobar que los que ayer intercambiaban opiniones hoy
intercambian silencios.
Hablo de voces que están presentes en la vida
pública del país y que enmudecen de pronto. Quisiera escucharlos.
Simplemente. Aunque en esta ocasión no deseo poner mi voz a lo que
piensan otros, que cada palo aguante su vela." (
Elvira Lindo , El País, 15 SEP 2013 )
"(...) ¿Por qué no se expresan entonces quienes rechazan la ruptura?
José
Juan Toharia, presidente de Metroscopia y catedrático de Sociología, que
recalca que la cadena fue un éxito, recuerda que Alexis de Tocqueville,
en el siglo XIX, ya defendió que la gente puede preferir “el error al
aislamiento”.
Y argumenta que existe un fenómeno muy común en
sociología, denominado “la espiral del silencio”, acuñado en los años
sesenta, que alude al mutismo que prefieren mantener colectivos ante
corrientes emocionales muy potentes. “Optan por callar para no parecer
aguafiestas y no sentirse bichos raros. Si hay beligerancia y te
agreden, contestas.
Pero no es el caso”, afirma Toharia, que recuerda
que la cadena fue festiva y sin incidentes.
Fernando Vallespín, catedrático de Ciencia Política, sopesa también
la hipótesis de la espiral del silencio al sostener que enfrentarse al
aluvión de independentistas no es “políticamente correcto”.
Y señala que
los 400 simpatizantes que reunieron en sus actos en la Diada el PP y
Ciutadans no se corresponde en absoluto a su “voto potencial”. “Ahora
mismo es inimaginable que salga mucha gente en Cataluña con banderas
españolas.
El sentimiento existe, pero no se manifiesta
sociológicamente”, abunda. El mismo sondeo del CEO refleja que el 35,1%
de los catalanes tiene un sentimiento de identidad compartida entre
Cataluña y España.(...)
“Es muy difícil salir a la calle para defender lo que ya existe y que
la gente se mueva”, señalan las mismas fuentes, que admiten que el
sentimiento y las banderas españolas se han canalizado en Cataluña en
los acontecimientos deportivos, como cuando España ganó el Mundial o la
Eurocopa. O en los mismos Juegos Olímpicos. (...)" (
Àngels Piñol /
Maiol Roger
, El País, Barcelona
13 SEP 2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario