"Basta escuchar a los socialistas para darse cuenta de hasta qué punto
la propuesta federal del PSOE es un mero recurso argumentativo para
salir del paso en que les ha colocado el independentismo catalán,
porque en realidad ni siquiera saben muy bien en qué consiste un
sistema federal de gobierno. Resulta que han adoptado la palabra antes
de haber pensado el concepto. Y así les va.
¿No me creen? Pues verán: hace unos días explicó el secretario
general del PSOE su idea de lo que era la ‘asimetría federal’ que
propone para España diciendo que el mejor ejemplo de federalismo
asimétrico era el de Estados Unidos dado que en él unos Estados tenían
establecida la pena de muerte y otros no: eso es la asimetría, dijo.
Eso es pura ignorancia, habría en realidad que decir, puesto que el
ejemplo elegido es precisamente el de un federalismo perfectamente
simétrico, todo lo contrario de lo que con singular desparpajo afirma
nuestro reciente converso.
Todos los Estados de la federación poseen en
EE UU la misma competencia para regular si aplican o no la pena de
muerte, y en eso radica la igualdad simétrica de los miembros de una
federación. Lo que luego haga cada Estado con esa su competencia no
tiene nada que ver con la simetría o asimetría de su posición inicial
sino con el desarrollo del autogobierno.
La asimetría federal consistiría en que el sistema atribuya un
estatus jurídico distinto a unos miembros que a otros, es decir,
distinto grado de poderes, de competencias, de nivel de autogobierno o
de relaciones con la federación. Y, por ello, lo que el PSOE tendría
que explicar con mínima precisión es en qué van a consistir esas
diferencias de estatus en el federalismo «asimétrico» que propone.
Qué
es eso que unas regiones o estados van a poseer mientras que otros no
van a ostentar. Y si no es capaz de concretarlo (que no lo es), más
vale que se calle y no enrede con simetrías y asimetrías.
Porque sucede que, en realidad, España es ya hoy un sistema
federativo en el que, curiosamente, se produce un grado de asimetría tan
elevado que no tiene parangón en el ámbito de los sistemas federales
comparados.
Por poner un ejemplo, no existe en el mundo un sistema
federal que contenga una asimetría tan extremosa como la que posee la
Comunidad Autónoma Vasca por respecto al resto de comunidades autónomas.
Lo que significa, entre otras cosas, que si se implantase de verdad un
sistema federal en España, una de sus inevitables consecuencias sería
la de disminuir (no aumentar) el estatus diferencial privilegiado de
que goza hoy el País Vasco. Por eso, entre otras cosas, el nacionalismo
y el vasquismo son enemigos del federalismo.
Por otro lado, y precisamente por el elevado grado de asimetría
política real que existe en el sistema español es por lo que es
impracticable en la realidad la implantación de un Senado federal.
De
nuevo, éste es un punto en el que los socialistas se llenan la boca
cantando las excelencias de un hipotético Senado verdaderamente federal
en el que estuviesen representados los pueblos de cada nacionalidad o
región y en el que se establecerían unas maravillosas relaciones de
cooperación e integración de voluntades, decía Ramón Jaúregui.
En
realidad, de nuevo, los socialistas no han pensado lo que dicen: la
asimetría política efectiva que existe en dos de las comunidades, la
vasca y la catalana, hace imposible un tal Senado porque –sencillamente–
en ese Senado las fuerzas políticas nacionalistas estarían siempre en
minoría ante los dos partidos españoles, luego nunca lo aceptarán ni
funcionará.
Guste más o menos, la asimetría española conlleva
inevitablemente que Euskadi y Cataluña se relacionen con el Gobierno
central de manera bilateral, como los treinta años de rodaje del sistema
han demostrado hasta la saciedad.
Así que más vale dejar de predicar
lo imposible: un Senado federal sólo es practicable en un sistema que
posea una simetría básica entre el panel de fuerzas políticas internas
de todas las regiones, y es impracticable en uno en el que existan unas
pocas regiones en las que un nacionalismo exclusivista sea una fuerza
política dominante.
Y, para completar el espectáculo de la improvisación, llega el líder
socialista catalán Pere Navarro y describe como propuesta de futuro
para Cataluña y España un ‘federalismo dual’, en el que las esferas de
competencias del Gobierno federal y de los estados federados estén
rígidamente marcadas y separadas.
Cada Gobierno a lo suyo sin
interferirse en lo del otro, dice. Es decir, exactamente el modelo
federal decimonónico de Estados Unidos que fue arrumbado y abandonado ya
desde la época de Roosevelt por ineficiente e inadecuado para
conseguir lo que exige una moderna sociedad del bienestar.
El primitivo
federalismo dual fue substituido por un ‘federalismo cooperativo’ en
el que todos los gobiernos, con independencia de su nivel, deben
coordinarse para poder conseguir el resultado buscado: el ‘welfare
state’. Y, para ello, hay que olvidarse de esferas separadas y de
ámbitos de competencias rígidamente definidos y caminar, por el
contrario, hacia la cooperación intergubernamental.
Miren los socialistas a EE UU o a Alemania y vean cómo es el federalismo de hoy, en lugar de mirar al pasado de esos sistemas." (J.M. Ruiz Soroa, EL CORREO 04/11/12, en Fundación para la Libertad, 04/11/2012)
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