"Francia estima que el debate secesionista catalán es muy nocivo para
Cataluña, para España y para Europa, una suerte de callejón sin salida,
oportunista y peligroso, ya que complicará y hará más larga la salida
de la crisis económica.
Daniel Cohn-Bendit publica en el semanario «Le
Nouvel-Observateur» un comentario titulado «Los peligros del nacional
regionalismo», que concluye de este modo: «Que las regiones hagan lo que
quieran, en el marco de una solidaridad acrecentada entre todas las
regiones que componen la Unión Europea: pero no en nombre de un egoísmo
nacional regionalista profundamente oportunista».
Pierre Rousselin subraya en «Le Figaro» la doble dimensión estatal y
europea de la cuestión, insistiendo en que es el Estado español quien
dice sí o no a la pertenencia «estatal» de Cataluña a la UE.
Y Pierre
Beyleau publica en el semanario «Le Point» un artículo titulado «La
plaga regionalista», en el que subraya la «contradicción» económica
catalana: reclamar la independencia, cuando se tiene la credibilidad
internacional del bono basura y se necesita pedir socorro mensualmente a
Madrid: «Cataluña ya dispone de una autonomía considerable, pero pone
el cazo de la limosna al Estado central para salir de la crisis. Al
mismo tiempo que reclama la independencia, es incapaz de asumir
financieramente sus problemas propios».
Esos comentarios resumen bastante bien la opinión de la inmensa
mayoría de las fuerzas políticas, sociales y culturales. A la izquierda,
el gobierno de François Hollande tiene una visión muy jacobina,
centralista e institucional de las relaciones políticas: impensable
aceptar decisiones políticas fuera del margen institucional más
estricto.
A la derecha, el patriotismo estatal / nacional es
sencillamente incompatible con la vida política regional, ni siquiera en
Francia, claro está." (Juan Pedro Quiñonero / Corresponsal en Paris, ABC 05/11/12, en Fundación para la Libertad, 05/11/2012)
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