"Ahora bien, resulta evidente que la crisis del Estado-nación español
hunde sus raíces en la historia, y por supuesto en la mitificación
convertida en relato histórico.
En este punto, tenemos un denominador
común: los estrangulamientos que el atraso económico de la España
decimonónica provoca en todos los componentes de la vida social y
política, desde la formación del mercado nacional y una escuela ruinosa
al sistema político asentado sobre el caciquismo y la corrupción, por no
hablar del militarismo.
No era un problema metafísico, sino bien
concreto: fallaban los mecanismos de nacionalización, los recursos para
integrar regiones y formar ciudadanos, sobre el patrón francés.
Resulta
inexcusable aquí la cita del payés de la Cataluña francesa que explica
al filólogo catalanista por qué allí no hay nacionalismo: el Estado
francés, desde la escuela a los hospitales, satisface las necesidades de
sus catalanes; en territorio español, ante un Estado ineficaz, pueden
ser catalanistas.
En la crisis del 98 España fue vista ya como “un país
moribundo”. Los nacionalismos periféricos emprendieron su marcha y el
medio siglo de modernización económica a partir de 1960 llegó tarde,
gracias también al franquismo, para invertir las tendencias centrífugas.
Ahora más próximas, las trayectorias de los nacionalismos catalán y
vasco han sido diferentes. En el caso vasco, se trató de una respuesta
de las élites autóctonas a las transformaciones de poder resultado de la
industrialización, después de una prolongada agonía del antiguo
régimen.
El nacionalismo tuvo desde el comienzo una elevada carga de
violencia antiespañola que el pragmatismo ulterior del PNV no hizo
desaparecer.
Fue un nacionalismo biológico, sobre la base del
antecedente foral, leído como independencia. ETA y la prolongada
pasividad —y transitoria alianza— del PNV con el grupo terrorista
coincidieron en fomentar la paralización de la conciencia democrática y
la hegemonía de una mentalidad de separación, aún vigente
. Solo el
Concierto Económico, con sus espectaculares ventajas, traza la divisoria
entre las dos ramas del nacionalismo sabiniano.
En el caso catalán, más que de una conciencia de revancha por 1714,
buena coartada, estamos ante la historia de un desajuste secular, siendo
una región avanzada en los planos económico y cultural, que nunca
encontró correspondencia en el resto de España, salvo a la hora de
defender o imponer sus intereses económicos.
A diferencia del eje
Piamonte-Lombardía, Cataluña no hizo España; se adaptó a los
requerimientos de su atraso. Las organizaciones políticas, culturales,
obreras de Cataluña, aunque de nombre fuesen nacionales españolas,
acabaron restringiendo su acción a ella o experimentando una clara
frustración: ejemplo, el PSUC.
Distanciamiento cultural, integración de
los emigrantes, alienación política, crisis económica, han configurado
la crisis actual, administrada eso sí desde un decisionismo que es más
reflejo de pasadas carencias que presagio de democracia, con o sin
independencia.
En suma, la reconducción es difícil. El Concierto retiene a Euskadi,
pero justamente la desigualdad que provoca al escorar en su favor el
cálculo del cupo, bloquea lo que sería un primer paso, la
racionalización del Estado autonómico en el plano fiscal. No es la
coincidencia de las presiones independentistas el principal problema,
sino la extrema dificultad de reformar un Estado-nación sumido en la
crisis." (
Antonio Elorza , El País, 1 NOV 2012)
No hay comentarios:
Publicar un comentario