8/11/12

¿Por qué en la Cataluña francesa no hay nacionalismo? Porque el Estado francés, desde la escuela a los hospitales, satisface las necesidades de 'sus' catalanes. En España, ante un Estado ineficaz, pueden ser catalanistas

"Ahora bien, resulta evidente que la crisis del Estado-nación español hunde sus raíces en la historia, y por supuesto en la mitificación convertida en relato histórico. 

En este punto, tenemos un denominador común: los estrangulamientos que el atraso económico de la España decimonónica provoca en todos los componentes de la vida social y política, desde la formación del mercado nacional y una escuela ruinosa al sistema político asentado sobre el caciquismo y la corrupción, por no hablar del militarismo. 

No era un problema metafísico, sino bien concreto: fallaban los mecanismos de nacionalización, los recursos para integrar regiones y formar ciudadanos, sobre el patrón francés.

 Resulta inexcusable aquí la cita del payés de la Cataluña francesa que explica al filólogo catalanista por qué allí no hay nacionalismo: el Estado francés, desde la escuela a los hospitales, satisface las necesidades de sus catalanes; en territorio español, ante un Estado ineficaz, pueden ser catalanistas.

 En la crisis del 98 España fue vista ya como “un país moribundo”. Los nacionalismos periféricos emprendieron su marcha y el medio siglo de modernización económica a partir de 1960 llegó tarde, gracias también al franquismo, para invertir las tendencias centrífugas.

Ahora más próximas, las trayectorias de los nacionalismos catalán y vasco han sido diferentes. En el caso vasco, se trató de una respuesta de las élites autóctonas a las transformaciones de poder resultado de la industrialización, después de una prolongada agonía del antiguo régimen. 

El nacionalismo tuvo desde el comienzo una elevada carga de violencia antiespañola que el pragmatismo ulterior del PNV no hizo desaparecer.

 Fue un nacionalismo biológico, sobre la base del antecedente foral, leído como independencia. ETA y la prolongada pasividad —y transitoria alianza— del PNV con el grupo terrorista coincidieron en fomentar la paralización de la conciencia democrática y la hegemonía de una mentalidad de separación, aún vigente

. Solo el Concierto Económico, con sus espectaculares ventajas, traza la divisoria entre las dos ramas del nacionalismo sabiniano.
 
En el caso catalán, más que de una conciencia de revancha por 1714, buena coartada, estamos ante la historia de un desajuste secular, siendo una región avanzada en los planos económico y cultural, que nunca encontró correspondencia en el resto de España, salvo a la hora de defender o imponer sus intereses económicos. 

A diferencia del eje Piamonte-Lombardía, Cataluña no hizo España; se adaptó a los requerimientos de su atraso. Las organizaciones políticas, culturales, obreras de Cataluña, aunque de nombre fuesen nacionales españolas, acabaron restringiendo su acción a ella o experimentando una clara frustración: ejemplo, el PSUC. 

Distanciamiento cultural, integración de los emigrantes, alienación política, crisis económica, han configurado la crisis actual, administrada eso sí desde un decisionismo que es más reflejo de pasadas carencias que presagio de democracia, con o sin independencia.

En suma, la reconducción es difícil. El Concierto retiene a Euskadi, pero justamente la desigualdad que provoca al escorar en su favor el cálculo del cupo, bloquea lo que sería un primer paso, la racionalización del Estado autonómico en el plano fiscal. No es la coincidencia de las presiones independentistas el principal problema, sino la extrema dificultad de reformar un Estado-nación sumido en la crisis."        ( , El País, 1 NOV 2012)

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