15/10/12

Ya en 1991, para los estudiosos del federalismo España era una federación de facto aunque no lo fuese nominalmente

"Allende el folclor etnicista que, en cuanto a votos, capitalizan fundamentalmente los nacionalistas -sin excluir el regionalismo enxebrista que tantos réditos tiene dado al PP en Galicia-- los socialistas españoles han intentado según las circunstancias colarse de perfil en "la cuestión nacional" cabalgando la teoría política del federalismo, aunque faltos de práctica se pasan siete pueblos o no llegan a destino.

 No llegaron con el Pacto de Santillana y se pasaron con el Pacto del Tinell.

Podría creerse que después del varapalo propinado por el Tribunal Constitucional al Estatuto de autonomía de Cataluña cocinado por el PSOE-PSC --carta magna que cristalizaba la sesgada quintaesencia del federalismo asimétrico-- los socialistas harían autocrítica y en el futuro reconsiderarían la distribución del poder territorial en España ateniéndose a consideraciones menos electoralistas y con menor sometimiento al imperialismo ideológico del socialismo catalán sobre Ferraz.

 Pero aflora de nuevo la sospecha que todo sigue igual en aras de contentar al aliado social-nacionalista. Incluso en Galicia parece que las obsesiones en ese sentido siguen inscritas en el ADN de la socialdemocracia: el autogobierno, sea lo que sea, parece más importante al PSdeG-PSOE que la justicia social propiamente dicha.

Sin embargo, no se entiende tanto énfasis pues pocos son los paradigmas ilustrativos al respecto al ser excepcionales las confederaciones integradas por unidades políticas tipo estado-nación, que es lo que contempla verdaderamente el federalismo asimétrico de factura catalana.

 En cierta medida, la URSS lo fue y ya sabemos como acabó el experimento. Desde luego, Suiza no lo es, no es una confederación ni de estados ni de naciones sino de cantones; tampoco EE UU, aunque retóricamente a las entidades federadas que lo componen se les llame pomposamente estados.

Por otra parte, ya en 1991, para los estudiosos del federalismo España era una federación de facto aunque no lo fuese nominalmente y así consta ("federation in all but its name") en la biblia de referencia (D.J. Elazar: Federal Systems of the World: A Handbook of Federal, Confederal and Autonomy Arrangements, p. 228) Desde entonces, el Estado español no ha cesado de transferir competencias y soberanía a las CC AA -que en la práctica, son auténticas entidades federativas-- y a instancias supranacionales, verbigracia, la Unión Europea.

 Se sigue que España es el país del mundo en el que más se ha desconcentrado el poder del gobierno y descentralizado competencias, probablemente con la excepción de Bélgica, pues la doble cesión, por arriba y por abajo, no se observa en ningún otro Estado reputado como arquetípicamente federal: Suiza, Canadá, EE UU, India, Federación Rusa, etc.

La descentralización en los estados federales no va acompañada de la desconcentración de soberanía que es, esencialmente, la cesión de la política monetaria: renunciar a la concentración de poder que tiene el soberano para emitir moneda.

 EE UU o Canadá, siendo estados federales, siguen conservando una concentración de poder de la que carece España en un terreno tan vital para el funcionamiento de la nación como es el de la capacidad de emitir moneda.

 En otro orden de cosas, esos estados han conservado también su soberanía para establecer acuerdos con terceros países con mayor independencia de la que dispone España. Canadá, sin ir más lejos, decide la política pesquera en función de sus intereses; España, por el contrario, no puede concluir directamente acuerdos internacionales de pesca ya que la Política de Pesca Común se reserva su celebración.

 En parecido sentido pueden traerse cincuenta ejemplos más. Así, José Manuel Otero Novas muestra en su libro "Asalto al Estado" (páginas 360 y 361) que la normativa generada por las Cortes o el Gobierno es cuantitativamente inferior a la que producen conjuntamente las CC AA y las instancias europeas. Curiosamente, o no tanto, Cataluña se queja o boicotea la normativa española que le disgusta pero acepta sin rechistar la que emana de Bruselas y Estrasburgo."                 (Juan José R. Calaza, Faro de Vigo . Rebelión, 14/10/2012)

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