"Muchos, muchísimos ciudadanos no quieren que la escuela sirva para
españolizar a los niños catalanes. Pero no lo quieren, no por respeto o
deferencia hacia la nación catalana que enarbolan quienes reclaman
independencia, sino porque no quieren que la escuela sirva para
españolizar a nadie, ni siquiera a los españoles.
Lo que, en ocasiones,
no parece entenderse desde Catalunya es que por la misma razón que esos
ciudadanos no quieren que la escuela sirva para españolizar a nadie,
tampoco quieren que sirva para catalanizar a nadie, y es entonces cuando
esos ciudadanos dicen que tampoco la escuela debe servir para
catalanizar a nadie porque tampoco debe servir para españolizar a nadie,
cuando desde Catalunya se les acusa de callar o se les mete en el saco
de los nacionalistas españoles.
Hasta ahora, muchos ciudadanos en el resto de España creían estar
compartiendo con muchos otros en Catalunya lo que un catalán, Rafael
Jorba, describió alguna vez como el proyecto de secularizar las
instituciones no sólo con respecto a Dios, sino también con respecto a
la nación.
Entre todos queríamos instituciones respetadas, instituciones
fuertes, instituciones democráticas, donde allá cada cual se las
entendiera con su dios y su nación. No han sido buenos años para este
proyecto en el que creímos con entusiasmo y en el que nos sentimos
unidos;(...)
Pero que aquel proyecto en el que creímos con entusiasmo y en el que
nos sentimos unidos fuera despreciado, y que las instituciones
democráticas en las que pretendíamos apoyarlo se encuentren maltrechas,
no justifica algunas cosas.
No justifica, aunque lo avala la libertad
individual y, en ese sentido, nada se puede reprochar a nadie, que se
renuncie al proyecto de la secularización nacional, que nos unió, y se
abrace el integrismo de la nación catalana, que divide tanto como divide
el de la nación española. Pero no justifica tampoco, y aquí no hay
libertad individual alguna que lo avale, que quienes han decidido
renunciar al proyecto de secularización nacional y abrazar el integrismo
de la nación catalana acusen a los demás, a quienes desde fuera de
Catalunya seguimos defendiendo el proyecto de secularización nacional,
de haber abrazado el integrismo de la nación española.
Si nos opusimos y nos oponemos a que la escuela sirva para
españolizar a nadie es porque entendemos que no hay una forma de ser
español, y porque la pretensión de que la escuela sirva para eso
significa que, previamente, el poder político tendrá que definir la
manera en la que se tiene que ser español para que pueda ser enseñada.(...)
Nadie niega el derecho de unas fuerzas políticas y de unos ciudadanos a
abrazar el integrismo de la nación catalana, pero no nos nieguen a los
demás el derecho de seguir defendiendo el proyecto de la secularización
nacional de las instituciones democráticas por el humillante
procedimiento de confundirnos deliberadamente con quienes abrazan el
integrismo de la nación española.
De unos años a esta parte, quienes
defendemos el proyecto de la secularización nacional nos enfrentamos al
problema de que las instituciones democráticas con las que contábamos
estaban siendo destruidas. Si Catalunya opta por la independencia,
habremos sido definitivamente derrotados y es importante declarar desde
ahora mismo que aceptaremos democráticamente nuestra derrota.
Como
derrotados, tal vez no tengamos siquiera el derecho de reclamar como
demócratas que en las escuelas, en las catalanas y en las españolas, se
recuerde que las cosas pudieron ser de otra manera. Aun así, reclamamos y
reclamaremos ese derecho, por el bien de Catalunya y por el bien de lo
que quede de España." (José María Ridao, La Vanguardia, Reggio's, 12/10/2012))
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