23/10/12

Ser español no es nada distinto a ser catalán, vasco, gallego o andaluz: consiste en saber que se es cualquiera de esas cosas junto con los demás y bajo una estructura política común

" En algún sitio dice Cioran que se puede en el mejor de los casos gobernar sin crímenes pero nunca sin injusticias: sin embargo, hay ciertas injusticias que acaban convirtiéndose en un crimen de lesa sociedad. (...)

Las medidas gubernamentales en campos que conozco algo mejor, como el de la educación, son inquietantes. No por ideológicas, pues tan ideología es el laicismo como la confesionalidad, ni por conservadoras —¡ojalá conservásemos lo mucho ganado en las últimas décadas!— sino porque parecen apuntar retrocesos en cuestiones que se estaban consolidando a trancas y barrancas como universalizadoras de la ilustración y la compensación a los desfavorecidos.

Pretender a estas alturas del siglo XXI separar por sexos a los alumnos, favorecer la enseñanza concertada o privada en detrimento de la pública… 

Está muy bien, desde luego, garantizar la posibilidad de elegir el castellano como lengua vehicular frente a ese invento neofranquista, la inmersión lingüística, pero no se trata de “españolizar” a nadie (aunque otros si hablen sin escándalo público de “euskaldunizar” o “catalanizar”) porque ser español no es nada distinto a ser catalán, vasco, gallego o andaluz: consiste en saber que se es cualquiera de esas cosas junto con los demás y bajo una estructura política común.

 Precisamente para explicar este patriotismo constitucional hubiera venido bien la asignatura de Educación para la Ciudadanía, suprimida por el ministerio para satisfacer a los supersticiosos…"        (Fernando Savater, EL PAÍS, 18/10/12, en Fundación para la Libertad, 18/10/2012)

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