"No puede caber duda alguna de que la decisión de Artur Mas de
adelantar las elecciones tiene mucho más que ver con razones de
conveniencia partidista que con cualquier otra consideración. ¿Tenía
sentido para Mas prolongar la vida de un gobierno que ha fracasado
estrepitosamente? No.
¿Había algún motivo para pensar que la crisis
económica y su duro impacto social iban a atenuarse en los próximos dos
años? Lamentablemente, no. Esa es la principal razón de la convocatoria
anticipada de las elecciones en Catalunya.
Sólo así se explica la perentoria reivindicación de concierto
económico en una única cita en La Moncloa, condenada de antemano al
fracaso en un momento en que la situación financiera de España no
permite mucho más que el pago de los intereses de la deuda. Mientras el president Mas
decía que iba a Madrid, en busca de la llave de la caja, lo que de
verdad quería era la llave para convocar las elecciones.
Y Rajoy se la
brindó sin pestañear, sin ni siquiera amagar con una negociación que en
todo caso deberá producirse el año que viene, cuando venza el acuerdo de
financiación 2009-2013. Para eso sirvió la reunión monclovita, para
escenificar un desacuerdo cantado que iba a justificar un adelanto
electoral del que CiU pretende sacar partido (y nunca mejor dicho).
Artur Mas ha fracasado rotundamente en los tres objetivos que se fijó
para esta legislatura: reactivar la economía (incluso se comprometió a
reducir el paro a la mitad), defender las políticas sociales (objeto de
recortes que han afectado significativamente a la sanidad y la educación
públicas) y obtener el pacto fiscal (con el éxito antes escrito).
Hoy
Catalunya soporta más paro, más recortes y más deuda que cuando Artur
Mas llegó a la presidencia de la Generalitat. De lo que se trata ahora
es de que nadie le pida cuentas por ello. (...)
Al convertir unas elecciones al Parlament de Catalunya en un plebiscito
sobre la independencia, se pretende impedir que se juzgue la pésima
gestión de CiU, eliminar cualquier referencia a cómo salir de la crisis y
a la propia cuestión social. Al parecer no importa que el 29,5 % de la
población catalana (2.224.800 personas) esté en situación de exclusión
social y en riesgo de pobreza.
De lo que se trata es de minimizar la
cuestión sobre la orientación ideológica del futuro gobierno, que no
importe si será de izquierdas o de derechas, convirtiendo en lo único
importante el tamaño de la bandera que enarbole. Ésa es la verdadera
intención del viraje estratégico de Artur Mas." (Miquel Iceta, El Siglo, 21/10/2012)
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