"- Mienten cuando sostienen que el Tribunal Constitucional consagró la inmersión lingüística en su sentencia de 1994. Ni esa sentencia, ni ninguna otra de ningún otro tribunal, han avalado nunca la inmersión.
Mal podría avalar la inmersión lingüística la sentencia 337/1994 del
TC, cuando la causa que dio lugar a dicha sentencia tuvo su origen en
una demanda judicial presentada por el abogado Gómez Rovira en 1983 en
defensa de la enseñanza en castellano para sus hijos contra algunos
artículos de la Ley de normalización Lingüística de ese año, cuando aún
faltaban nueve para que se publicara el Decreto de inmersión lingüística
de 1992. (...)
- Mienten cuando publican que el auto del TSJC que da un plazo de dos
meses para habilitar al castellano como lengua vehicular en el sistema
escolar catalán, tal como ha sentenciado el TS y ha fallado en sentencia
el TC, creará dos escuelas separadas por el idioma. Mienten, porque la conjunción lingüística consagra la impartición de las materias en los dos idiomas, pero no en clases separadas.
- Mienten cuando acusan de segregar a los niños por razón de lengua,
cuando la única segregación que existe es la que practica el actual
sistema, donde unos niños son segregados, es decir, separados de su propia lengua y obligados a estudiar en otra.
- Mienten cuando alarman a la sociedad con la quiebra de la cohesión
social, si se permitiese estudiar también en castellano. A finales de
los setenta, en plena democracia, y principios de los ochenta, así se
hacía y nunca como entonces hubo tanta libertad y paz social. (...)
- Mienten cuando acusan a los padres castellanohablantes de robar a sus
hijos el aprendizaje de la lengua propia de Cataluña, cuando son ellos
los que están empeñados en apartar a esos niños del sentimiento cultural
y lingüístico de sus padres. Y encima simulan escandalizarse ante la
suciedad de sus propias mentiras: “Me sorprende que un padre quiera que
su hijo hable un idioma y no dos”, inventa Muriel Casals, presidenta de
Omnium Cultural, con cara de mosquita muerta.
Hay que estar muy fanatizada
o tener muy mala uva para arremeter contra unos padres preocupados por
defender los derechos de sus hijos en un mundo donde tantos pasan de
ellos. (...)
- Mienten cuando dicen que el nivel de castellano bajo la inmersión en
Cataluña es idéntico al resto de España, cuando no hay un solo estudio
sostenido en el tiempo sobre la materia y, en las pruebas de
selectividad de Cataluña, el grado de dificultad del examen de
castellano respecto del de catalán es cada año más bajo. Mienten doblemente, porque el verdadero fracaso está en el abandono escolar, precisamente el doble entre castellanohablantes.
Mienten cuando acusan a los padres que se han atrevido a demandar en
los juzgados lo que siempre le han negado en las escuelas, de ser
enemigos de Cataluña y que se niegan a aprender catalán. Además de
mentir, ofenden a la inteligencia de unos padres que nunca han hecho incompatible su derecho a estudiar en castellano con el deber de aprender y usar el catalán.
[...] Quizás lo peor no es que mientan unos cuantos, sino que callen y consientan tantos’.
Antonio Robles, profesor y ex diputado autonómico, en un artículo publicado en Libertad Digital el pasado 8 de septiembre: " (lavozdebarcelona.com, 18/09/2011)
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