"Marginar una lengua que es propia del alumnado no es educativo ni 
enriquecedor, de hecho, el objetivo evidentemente no es que la 
conceptualicen como propia y como válida. Sino todo lo contrario.
¿Y por
 qué se busca esto? Porque los legisladores nacionalistas buscan un 
efecto político con la inmersión: dejarle claro al alumno quién manda 
aquí, es decir cuál es la lengua de la autoridad, del poder, mostrarle 
que hay dos lenguas pero una es la lengua.
Esto no ocurre sólo 
en la enseñanza: a los Mossos d’Esquadra se les obliga a expresarse en 
catalán de forma preferente o se multa a los comerciantes que no rotulen
 al menos en catalán.
El catalán es nuestro ADN según nos dijo un 
presidente de la Generalidad, ‘la lengua propia’ según el Estatuto de 
Autonomía, la única que nos ‘singulariza como pueblo’ ante el mundo, 
según la Ley de Política Lingüística de 1998, y un largo etcétera.  
Al final, la teoría y su práctica legal se reducen a esto: A Catalunya en català.
 Por suerte todavía hay gente en el catalanismo que se queda sin 
palabras cuando se les recuerda cuánto se parece esa frase a la vieja: En España en español. "                     (lavozdebarcelona.com, 10/09/2011, Víctor Francisco Bermúdez: inmersión en el prejuicio) 
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