"Ahora bien, en relación con esto hay algo mucho más importante sobre
lo que reflexionar. Soy profesor sustituto del departamento de Enseñanza
y he estado trabajando como profesor en institutos catalanes durante
los últimos cuatro cursos con algunos compañeros que daban sus clases en
castellano.
Yo mismo lo he hecho en ocasiones. Pero no siempre es
cómodo, estás bajo riesgo constante de denuncia por parte de algún compañero.
Sabes que puede venir tu jefe de estudios, u otra persona de dirección a
pedirte que hagas las clases en catalán y que te puede amenazar con una
denuncia a la inspección educativa de la Generalidad.
Hasta la presente
sentencia del TSJC eso podía significar una fuente de conflicto laboral
constante y una posible pérdida de trabajo. Ya veremos qué pasa de
ahora en adelante, todo dependerá de cómo se resuelva este debate.
He visto a bastantes profesores cambiar al catalán al ver aproximarse
a un miembro de la dirección del centro mientras daban la clase o
cuando hablaban con los alumnos en cualquier lugar del centro.
Yo mismo he sentido ese miedo lingüístico.
En algunos institutos no hay ningún problema. Pero en otros sí. Allí el
temor a quedar arrinconado y enemistado con otros compañeros, algunos
altamente fanatizados en su visión homogénea y catalanista, y el miedo a
acabar perdiendo el trabajo, mi pasión, me han llevado a autocensurarme
drásticamente en el uso del español.
Leer esto hará felices a algunos
nacionalistas, pero desde la ética democrática es inaceptable. No quiero
que ningún profesor vuelva a sentir ese miedo a ser escuchado por
alguien que pasa por el pasillo. No quiero que nadie sienta que vive
bajo ningún tipo de totalitarismo." (lavozdebarcelona.com, Sábado, 10 de septiembre de 2011, Víctor Francisco Bermúdez: Inmersión en el prejuicio)
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