8/7/21

Ramón de España: las últimas declaraciones de Forcadell parecen fruto de una reflexión lógica fomentada por el sistema penitenciario español... evidencian cómo se acaba cuando te metes en fregados que te superan y que ya te superaban en los años 30, cuando Companys y su cuadrilla acabaron encerrados en el barco Uruguay. Es una lástima que haya que encarcelar a la gente para que piense un poquito...

 "Observo complacido que los efectos beneficiosos del sistema penal español sobre los héroes de la república ya no se limitan a la oronda figura de Oriol Junqueras (ese hombre no se ha saltado ni una merienda durante todo su cautiverio), que ahora se ve acompañado en sus epifanías por la otrora desafiante y radical Carme Forcadell, a la que parece haberle sentado muy bien su propia etapa de encierro y meditación. 

Es una lástima que haya que encarcelar a la gente para que piense un poquito, pero con algunos (y algunas) parece ser la única manera de meterles un poco de sensatez en la sesera (con otros no hay nada qué hacer y salen peor de lo que entran: véanse los casos de Turull y Cuixart, sin ir más lejos). 

La fanática que hace unos años gritaba lo de ¡¡¡President, posi les urnes!!! reconoce ahora que la vía unilateral es impracticable y solo trae dolor y ruina. Que es, más o menos, lo mismo que ha dicho Junqueras y que éste debería insinuarle al pachá de Waterloo en su inminente visita, si es que no la emprende a sopapos con él nada más verlo, que es lo que haría yo, mientras clama indignado: “Con que el lunes os quiero ver a todos en el despacho, ¿eh, desgraciado?”.

 Darse cuenta con cuatro años de retraso de que no te puedes saltar la Constitución y el Estatuto y pretender que no te pase nada no denota una especial brillantez en quien experimenta tal epifanía, pero es un paso en la buena dirección, la que te lleva de regreso a la realidad. Asegura Forcadell que, en su momento, le faltó información y no fue consciente de que el gobiernillo no había previsto nada para la muy verosímil contingencia de que el Estado se tomara a mal lo del referéndum a las bravas

Me recuerda a cuando Joaquim Forn dijo que lo tendrían dos días en la cárcel, como mucho, y que luego lo soltarían. Realmente, aquí llega a las más altas instancias del poder cualquiera, y la señora Forcadell es un buen ejemplo de este hecho diferencial tan nuestro: le bastó con ponerse al frente de la ANC, pegar berridos y ejercer de tieta regañona para presidir el parlamento autonómico y aprobar las leyes de desconexión y demás atropellos legales. No tenía más méritos para su rápida ascensión política, y algo parecido puede decirse de todos sus compañeros de aventuras, unidos todos ellos por la obsesión de crear un estado sin saber cómo funciona un estado.

Forcadell, al igual que Junqueras, también ha reconocido que igual se pasaron tres pueblos con los que no comulgábamos con sus brillantes ideas. Aunque tardías, se agradecen las tímidas disculpas. Pero ahora, como al beato, solo le quedan dos caminos: perseverar en la vía emprendida gracias a las epifanías carcelarias o volver a las andadas para no perder el favor de su público.

 Ambos verán lo que hacen, y si siguen el sendero de la lógica, me los van a poner de vuelta y media todos los que creen, como Cuixart y Turull, que hay que volverla a liar para acabar igual o peor que la primera vez, una opción que todavía cuenta con un gran respaldo popular que, de momento, se limita a declaraciones bravuconas de políticos y comentarios rondinaires de los lectores de la prensa del régimen.

Desde fuera del universo alternativo independentista, las últimas declaraciones de Forcadell parecen fruto de una reflexión lógica fomentada por el sistema penitenciario español, pero desde dentro no les van a hacer ninguna gracia a muchos de nuestros conciudadanos con alma de hámster en su rueda, ajenos a la evidencia de cómo se acaba cuando te metes en fregados que te superan y que ya te superaban en los años 30, cuando Companys y su cuadrilla acabaron encerrados en el barco Uruguay. 

Puede que esto sea lo más deprimente para los no independentistas: observar cómo hay tanta gente que no aprende nada de la historia y se empeña en tropezar las veces que haga falta con la misma piedra. Tras una guerra civil y cuarenta años de dictadura, volver a meter la pata con una performance retro, extraña mezcla de romanticismo y mezquindad, me parece del género tonto. En ese sentido, me alegro de que Carme Forcadell haya salido de la trena un poco menos tonta de lo que entró. A ver si cunde el ejemplo."               (Ramón de España, Crónica Global, 06/07/21)

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