29/6/21

Albert Soler: Señoritas de Arrán, me permito presentar mi candidatura a su concurso de 'Botifler del Año'... No quisiera parecer presuntuoso, pero algún valor deben tener tantos años de reírme del proceso, los lacistas, los presos, los exiliados y de los dos millones que se lo creen...

 "Señoritas de Arrán, y noten (guiño) que las trato como a las mujercitas que afirman ser, sin hacer caso de bigotes, barbas o pelo en el pecho, que pueden ser debidos a desajustes hormonales y no a maligna masculinidad: 

Les escribo esta carta en enterarme que este sábado, en Sant Cugat, celebran la gala donde se elegirá el botifler del Año (traidor del año). 

Seguro que son muchas las peticiones que están recibiendo de gente que se cree merecedora de tal galardón, no en vano, ser botifler es hoy, en Cataluña, el honor más alto al que se puede aspirar. Espero no abusar de su generosidad si me permito presentar mi candidatura. 

No quisiera parecer presuntuoso, pero algún valor deben tener tantos años de reírme del proceso, los lacistas, los presos, los exiliados y de los dos millones que se lo creen.

 Nobleza obliga, debo reconocer que hay otros -grandes periodistas entre ellos- con tantos o más méritos que yo. Pero yo reivindico mis dieciséis, o treinta y dos, ni lo sé, apellidos catalanes. No hagan caso de los que pretenden optar a tal premio y calzan apellidos no catalanes. Estos pueden optar si acaso al título de Ñordo del Año, que no es poco, ya me gustaría a mí. Pero no al de botifler. Por eso hay que tener sangre vieja catalana. Como yo, si me disculpan la insistencia.

 Antes, en Cataluña, ser un botifler era un insulto, por eso les agradezco, señoritas, que hayan ustedes cambiado las cosas. Hoy, un botifler es alguien que piensa por sí mismo, lo contrario de un lacista. 

Uno sólo tiene que hacer un listado de catalanes patriotas: la Rahola, Toni Albà, Cotarelo, Toni Soler o la Paluzie. En el otro lado, los que alguna vez les han llamado botiflers: Serrat, Marsé, la Caballé, Boadella,  Cercas y un largo etcétera. Se debería ir de vino hasta arriba de todo para dudar qué equipo apuntarse. No voy a negar que en algunos momentos he flaqueado. 

Viendo los catalanes oprimidos -entre los cuales, muchas de ustedes y sus familias-, con segunda residencia, sin problemas económicos, piscina privada, viajes y ropa de marca, algún día he tenido ganas de que alguien me oprime. 

Pero uno se hace mayor y termina valorando más el hecho de ser reconocido que las cosas materiales. Imagino el diploma de botifler del Año, colgado en el recibidor de casa, a la vista de las visitas, y no puedo evitar emocionarme. 

 Ya sé que últimamente Junqueras, Jordi Sànchez y otros, están haciendo méritos -sin duda ha llegado a sus oídos la concesión de este premio-, pero estos son recién llegados al botiflerismo, estoy seguro que ustedes tendrán en cuenta el historial de los candidatos.

Un servidor, no es por presumir, no ha dejado de hacer méritos. Aquí donde me ven, me han reconvenido más de una vez por no levantarme cuando tocan Los Segadores -ni siquiera me sé la letra, lo digo por si puntúa- me importan un pimiento los presos y los indultos, me cago en la Republiqueta, leo libros en castellano, me he hecho fotos con legionarios, voy al bar Cuéllar, no miro TV3 y respondo en castellano cuando así se me dirigen. 

Ah, y un día insulté desde el coche a los lacistas que cortaban una carretera (reconozco que llevaba unas cervezas de más, tal vez esto no suma puntos)."              (Albert Soler, Diari de Girona, 18/06/21)

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