14/1/20

¿Cuando empezó a suicidarse la antigua Convergencia? Bueno, sin duda cuando empezaron a meter la mano en la caja. Supongo que allá por el caso Casinos... Ahí Convergencia adquirió la sensación de impunidad que la ha acompañado hasta nuestros días ¡Robaban por Catalunya!

"¿Cuando empezó a suicidarse la antigua Convergencia? Bueno, sin duda cuando empezaron a meter la mano en la caja. Supongo que allá por el caso Casinos.

Aunque en casos de financiación ilegal, unos partidos tuvieron más suerte que otros. El PSOE pringó -es un decir- con el caso Filesa. CDC y el PP salieron indemnes de los casos Casinos y Naseiro, respectivamente. El TSJC acabó archivando al causa. No recuerdo si por prescripción, falta de preubas o pésima instrucción.

Ahí Convergencia adquirió la sensación de impunidad que la ha acompañado hasta nuestros días ¡Robaban por Catalunya!

Cuando una semana antes de la sentencia del caso Palau -seis millones de euros- Mas dimitió porque se lo veía venir dijo que habían hecho un gran sacrificio. ¡Sí, cambiar el nombre del partido! Pero hasta eso les salió mal. Este hombre era gafe.

La dirección se gastó un montón de pasta en un par de nombres: Més Catalunya i Catalans Convergents. Tampoco había que ser un genio, la verdad. Las bases se rebotaron y propusieron Junts per Catalunya, Partit Nacional Català y Partit Demòcrata Català. Al final se optó por Partit Demòcrata de Catalunya. En plan Kennedy. Con tan mala suerte que el Ministerio del Interior no lo aceptó: ya había Demòcrates de Catalunya, la escisión de Unió. Y eso que eran aliados. Tuvieron que añadirle una e al nombre. Finalmente la cosa quedó en Partit Demòcrata Europeu Català (PDECAT). En catalán suena fatal. Hubo algunas bromas sobre flatulencias.

¿Pero políticamente cuando la cosa empezó a torcerse la cosa?

Yo creo que en el abrazo de Mas a David Fernández. Era un fiel reflejo de la cuperización de Convergencia Total para que luego lo enviaran a “la papelera de la historia”. Y en la investidura frustrada de Turull ni lo votaron. Al día siguiente entraba en la cárcel. A mi me dio un ataque de risa en el Parlament.

He presenciado también, como cronista parlamentario, otros episodios memorables.

Como el día que votaron a favor de los clubs de cannabis apenas unos meses después de que enviaran los Mossos a cerrarlos. O aquella otra en la que, tras las elecciones del 2017, Jordi Turull i Raül Romeva fueron a un acto de la CUP en la Pompeu. Tras dejarlos verdes, ¡Turull todavía aplaudió!. Romeva al menos se contuvo.

O aquella otra que la Xavier Trias se fue con Alfred Bosch hasta la sede de la CUP durante la jornada del 1-0 para expresar su solidaridad. ¡Xavier, que tú vives en el Turó Park!
Pero lo de este martes supera todas las expectativas Laura Borràs -la que va con bolsos de Armani a las manifestaciones- votando en contra de Pedro Sánchez.

¡Hasta Bildu se ha abstenido!

Por eso decía que e proceso de cuperización de Convergencia es imparable.

El proceso se ha cargado tambié el mapa ideológico. Parece que todos tengamos que ser antisistema, estar a favor de las okupaciones y de los refugiados. ¡Incluso los de la antigua Convergencia!

Los resultados son evidentes.

Ahora están en el gallinero del Congreso. No tienen grupo parlamentario propio -tampoco en la anterior legislatura- pese a que subieron un diputado en las últimas elecciones. Son irrelevantes. Ni pintan nada. Quien los ha visto y quien los ve.

Entre el 2010 entre el 2012 -el aciago día en que Artur Mas decidió avanzar las elecciones- llegaron al apogeo de su poder. Gobernaban en la Generalitat. En el Ayuntamiento de Barcelona, que se les había resistido durante treinta años. En las cuatro diputaciones, sólos o con Esquerra. Y tenían 17 diputados en Madrid.

Lo nunca visto.

Ahora te haces un lío entre Junts per Catalunya, la Crida y el PEDECAT. Y la primera fila es para echarse a temblar: David Bonvehí, Míriam Nogueras, Laura Borràs, Albert Batet, Eduard Pujol. ¡Hasta Josep Lluís Cleries! Aquel consejero que cesaron por presiones de Esquerra y luego recolocaron en el Senado. De los pocos que -junto a Ferran Bel y algún otro- ha resistido a la vorágine.

El resto son ya historia. El propio Artur Mas, Marta Pascal, Francesc Homs, Maria Senserrich -portavoz efímera-, Carles Campuzano, Jordi Xuclà, Ramon Tremosa y un largo etcétera.

Víctimas colaterales del mismo proceso que ellos propulsaron."                 (Xavier Rius, director de e-notícies, 07/01/20)

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