"(...) Lo que sucede dentro del edificio del Tribunal Supremo
en realidad da absolutamente igual. El juicio es la traca final de un
proceso de reescritura de la historia que el independentismo puso en
marcha en noviembre de 2017 tras un breve instante de desfallecimiento.
Desde entonces la máquina se ha puesto en marcha. Saben hacerlo y lo
han vuelto a hacer: el juicio no es a políticos que en ejercicio de su
cargo cometieron, presuntamente, graves delitos; es a España.
En otoño de 2017 no pasó nada, acaso lo que sucedió fue culpa de
España. Esa España que odia a Cataluña y los catalanes y publicó un
decreto para que las empresas se fueran porque sí. Una España que odia a
los catalanes y envío porque sí a 6.000 policías.
Una España que odia a Cataluña y le exigió a todos y cada uno de los
países del mundo que no reconocieran la declaración de la independencia.
Una España que odia a Cataluña y le puso a Carles Puigdemont el billete de avión y el casoplón belga para que dejara tirados a sus colegas de aventura. (...)
El juicio no está siendo tal para las personas procesadas por un
presunto delito de rebelión, sedición o malversación de fondos. El
juicio es un juicio a los catalanes no independentistas, que ya estamos
condenados por nuestra nada presunta y sí contrastada falta de piedad
con los presuntos delincuentes que tienen derecho a todo porque ellos
son independentistas.
El juicio no está analizando si hubo rebelión o sedición. La
sentencia, el separatismo ya la tiene dictada: nadie tiene derecho a
juzgarles porque su derecho a la autodeterminación emana del mas allá
como de allí venía el poder del Rey Sol en la Francia prerrevolucionaria.
Todas y cada una de las sesiones se convierten, dentro de la sala, en
un juicio a España por su nada presunta y sí efectivamente constatada
falta de democracia y actitud represiva.
Fuera de la sala, diariamente, una catarata de tópicos sobre la
España de Puerto Hurraco. Cada sesión es un mitin en el que nadie se da
cuenta de la pobreza léxica en el uso de la lengua española de la que
casi todos los imputados y los testigos convocados por sus defensas
hacen gala.
De martes a jueves asistimos a un ataque furibundo y desatado a España y sobre todo a todos aquellos catalanes no indepes
que creemos que aquí no hay presos políticos y que los únicos que
estamos presos somos los que no creemos que el barco del Piolin viniera a
reprimir nada sino a defendernos.
El juicio es un resumen de lo que llevamos una vida viviendo pero ahora en versión canal Gran Hermano VIP 24 Horas: nos da igual lo que digáis, no da igual lo que penséis, nos da igual cuantos seáis, nosotros seguiremos y seguiremos.
Todos los que no compartáis nuestros objetivos no son dignos dado que
no son demócratas. Todos los que no estén determinados a seguir la
“lucha” hasta conseguirlo, vivan donde vivan, se llamen como se llamen,
son algo terrible: son españoles.
El lazo menos peligroso es el que se le cayó a Baños durante su
declaración en el Supremo. El peor de los lazos es el que llevan forjado
en su corazón y su cerebro." (Joan López Alegre, Economía Digital, 03/03/19)
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