12/3/19

La mejora de la financiación de Cataluña debería ser para todo el sistema autonómico, que mejore a las comunidades, porque eso revertirá en el conjunto. Conectarlo con el Estatut, como apunta el Círculo de Economía, no lo veo. Eso debe ser cosa ya del pasado... los vascos deberíamos ser más solidarios...

"(...) --¿Lo que está en juego en buena parte de Europa y también en Estados Unidos es una vulneración de los principios de Kelsen en beneficio de un populismo que juega con los principios de Schmitt, sin saber muy bien qué busca?

--Si entendemos que el modelo kelseniano de democracia constitucional es, al fin y al cabo, una determinada forma de mezclar y fusionar la libertad y la igualdad, desde luego que los actuales nacional-populismos parten de consideraciones completamente opuestas a las del profesor de Viena.

Los populismos han hecho, me parece importante decirlo, una lectura poco seria de Schmitt: nuestro libro, precisamente, trata de aplicar una perspectiva analítica, no política o ideológica. Nadie niega que haya conflictos gravísimos a los que tenemos que dar solución, pero claro, eso no significa que la política tenga que regirse por la lógica amigo-enemigo, algo que resulta letal para cualquier intento de construcción de la ciudad política. Venezuela me parece un buen ejemplo de lo que digo.

--Porque, ¿qué respuesta se da cuando el independentismo apela a Hannah Arendt cuando sostiene que quien confunde democracia con la ley abre las puertas del totalitarismo?

--Hombre, en estos tiempos está muy de moda coger tal o cual autor y aplicarlo a cualquier ocurrencia: si se descuida, Marx aparece como redentor del mismo carlismo y las instituciones del Antiguo Régimen. Eso es consecuencia de la regresión académica que están sufriendo la inteligencia universitaria en España, muy volcada en el activismo político. Pero cada autor forma parte de una tradición, nos guste más o menos.

 Arendt, me parece, es una autora compleja cuyo pensamiento no encaja precisamente con la idea escolástica y comunitarista de los nacionalismos. El debate sobre si Alemania se suicidó democráticamente en 1933 --que es lo que está en juego en los estudios de Arendt-- y si la legalidad nazi encaja en la teoría pura del derecho de Kelsen, es uno de los episodios más vergonzosos de la historia de la universidad alemana.

Una universidad todavía profundamente antisemita, donde la recuperación del iusnaturalismo después de la II Guerra Mundial, trajo como propina la idea infundada --por decirlo generosamente-- de que Kelsen y sus discípulos propiciaron la llegada de Hitler con su positivismo.

--¿Es imposible entusiasmarse con Kelsen, crear vínculos emotivos con una defensa de la Constitución, apelando a la racionalidad más absoluta? ¿Ese es el gran problema, que sí ha funcionado, precisamente, en países como Alemania, con el patriotismo constitucional que patrocinó Habermas?

El patriotismo constitucional lo recupera Habermas de Sternberger (discípulo de Kaspers) para, en cierta forma, legitimar la reunificación de las dos Alemanias, dos naciones ya distintas que a comienzos de la década de 1990 hacen uso del derecho de autodeterminación en plena contienda yugoslava.

 Los socios comunitarios no vieron lo que se les venía encima con aquella operación, en particular España. Pero soy poco partidario de trasladar categorías alemanas a otros modelos como el español, básicamente porque la idea de democracia militante se comprende --me parece-- casi exclusivamente a partir de la experiencia totalitaria nazi. Obviamente, ningún país puede organizarse solo a través de vínculos racionales y legales.  

Weiler, que estuvo el otro día en Barcelona traído por el Club Tocqueville, recuerda que la Unión Europea es un sistema destinado a limitar (civilización) los inevitables impulsos emocionales (eros) de las naciones que lo conforman. No creo que en Europa, en España y en particular, en Cataluña, podamos eludir este imperativo histórico.

--Una de las soluciones ¿es fomentar que una parte del independentismo deje el proyecto, con la propuesta de una mejora del Estatut, con el blindaje de competencias, como propuso el Círculo de Economía?

--Me parece que eso es jugar con una bola de cristal y pensar que algunas decisiones pueden tener efectos sobre los votantes. El problema del independentismo es generacional. Se trata de recomponer, más bien, el pacto entre catalanes.

En caso contrario, el que va a salir ganando de todo este conflicto será quien lo ha propiciado. Sería como decir: "Hemos montado un gran lío, con dimensiones internacionales, con un peligro para la paz civil, y como premio tenemos competencias blindadas", que yo no sé qué quiere decir, porque no conozco ningún Estado constitucional que tenga competencias blindadas.

 Todo debe estar sujeto a las instancias judiciales. Hay otras cosas en juego, como la mejora de la financiación. Pero esas mejoras deberían ser para todo el sistema autonómico, que mejore a las comunidades, porque eso revertirá en el conjunto. Conectarlo con el Estatut, como apunta el Círculo de Economía, no lo veo. Eso debe ser cosa ya del pasado.

Lo que habría que hacer es aplicar el que se tiene. A los nacionalistas, como se demuestra en el País Vasco, les va mejor cuando cooperan que en el conflicto.

--Pero en el País Vasco existe el concierto económico, explican los independentistas catalanes

--Bueno, sobre eso se puede debatir. Una cosa como los derechos históricos, o el concierto, o se acepta cuando se plantea la Constitución, como principio de una comunidad política, o no se hace. Porque fue un pacto del pueblo español, no del País Vasco con el Estado. Fue un acuerdo al que, si llegas inicialmente, es plausible.

 Pero con el proyecto en marcha, se puede entrar en una emulación que lo que provoca es que pierda el conjunto. En cambio, los vascos deberíamos ser más solidarios. No debemos aportar un relator, como se ha explicado, sino acomodar el cupo con la solidaridad. En ese momento los catalanes también verían mejor la situación. No hacen falta relatores."                         (Entrevista a Miguel Bárcena, Manel Manchón, Crónica Global, 03/03/19)

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