11/3/19

El problema no es que por no saber catalán muchos mallorquines no puedan trabajar como médicos en un hospital público o como músicos en la Orquesta Sinfónica de las Islas Baleares, sino que no puedan hacerlo sevillanos o vascos...

"España no está mal. Figuramos entre los primeros países en calidad democrática, esperanza de vida, libertades, sentencias judiciales avaladas por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, liberalidad de costumbres, sanidad, movilidad social, seguridad ciudadana y algunas otras cosas no menos importantes. Es razonable sentirnos orgullosos. 

No son simples designios, azares sobrevenidos como el buen tiempo, desprovistos de mérito o esfuerzo, sino resultados de acciones o decisiones institucionales.  (...)

 Los entusiastas de la diversidad están muy presentes en el debate político. Acostumbran a defender tesis conservacionistas, según las cuales, tendríamos el deber moral de conservar las lenguas. Sería un modo de preservar identidades y concepciones del mundo, (...)

 Estamos ante problemas de derechos. Más exactamente de igualdad. Por supuesto, los conservacionistas también apelan a la igualdad. A la igualdad de las lenguas y, si acaso, derivada y quiméricamente, a la de las personas. (...)

 La igualdad se pone en peligro cuando las lenguas se utilizan como filtros arbitrarios para el acceso a las posiciones sociales y laborales. Una precisión: la igualdad que importa es la de todos los ciudadanos. Por eso no vale acotar la unidad de valoración a las autonomías. 

El problema, con serlo, no es que por no saber catalán muchos mallorquines no puedan trabajar como médicos en un hospital público o como músicos en la Orquesta Sinfónica de las Islas Baleares, sino que no puedan hacerlo sevillanos o vascos. La igualdad deja de serlo si solo se contabiliza la igualdad de unos cuantos. La igualdad no se parcela."           (Félix Ovejero, El Mundo, 06/03/19)


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