"Estos días han pasado por el Tribunal personas
vinculadas con la realización y la distribución de la propaganda del
referéndum. Algunos de los interrogatorios han tenido un aire embozado
puramente mortadelo. Se respiró el aire de un crimen cuando el directivo
de una empresa de mensajería contó que lo citaron en el bar de un
polígono y un hombre y una mujer "bajaron de una furgoneta blanca" y le
pasaron el trabajo.
Entre los personajes inolvidables ha estado Untal
Toni, nombre y apellido, que se reunía con algunos de los testigos para
que distribuyera cartas o preparara la cartelería. La Fiscalía, e
incluso yo mismo, tiene la convicción de que Untal Toni es Molons,
que entonces era secretario de Difusión y Atención Ciudadana de la
Generalidad. Sus precauciones tenían, ¡y tienen!, su fondo: evitar que
la Generalidad responda por la malversación de caudales públicos.
El directivo de la empresa de mensajería dio una
explicación arquetípica del porqué aceptó el trabajo: "Venía de parte de
la Generalitat y en nuestra situación de concurso de acreedores tampoco
estábamos en condiciones de decir a un cliente con ese volumen de
facturación que no le atendíamos". Es probable que en su caso las
razones económicas fueron las más poderosas; pero ni siquiera en él
puede obviarse el rastro de la intimidación.
En principio se debe a una cuestión de volumen:
Cataluña es demasiado pequeña para el peso que tiene en ella la
Generalidad. Al peso económico se añade el peso moral. El nacionalismo
no es una ideología convencional. El nacionalismo no discute: distribuye
contraseñas. Es difícil prosperar allí sin tener password.
Los pequeños empresarios y profesionales lo han demostrado con más o
menos pudor. La mayoría de ellos aceptaron trabajar por el referéndum en
unas condiciones que, aparte de irregulares, rozaban el surrealismo. Lo
hicieron por el dinero; pero también cobijados porque la más potente
expendeduría de credenciales morales era la misma que le encargaba los
trabajos. (...)
El juicio avanza tratando de establecer hasta qué punto la violencia fue
parte consustancial del Proceso. Es lógico, porque el factor V decidirá
la cuantía de las penas. Pero una cosa es lo que el juicio decide y
otra lo que muestra cada día, incluso descarnadamente.
Esta capacidad de
intimidación de un sistema político sobre sus propios ciudadanos. Este
insidioso abuso de legitimidad, el más dañino entre los de su clase." (Arcadi Espada, El Mundo, 13/03/19)
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