"(...) Son numerosas las voces que han denunciado la parcialidad de los informativos y tertulias de TV3. ¿Podría entenderse el procés sin el concurso de los medios de comunicación catalanes?
Dado que el procés ha sido
principalmente una construcción mediática, el papel de TV3 ha sido
fundamental. Sin olvidar a Catalunya Ràdio. Lo de estas dos cadenas ha
sido un cáncer, algo realmente vomitivo. Pero se ha de reconocer que los
nacionalistas —que suelen ser bastante chapuceros— han hecho un buen
trabajo: han conseguido convertir TV3 en una estructura de estado.
Les
ha llevado muchos años y mucho dinero. Curiosamente, la cadena la dirige
uno de esos valencianos que nos envían desde la comunidad vecina a modo
de submarino o quintacolumnista para respaldar la causa. Y que viven de
la subvención, claro.
En resumen, se ha construido un problema artificial
—que antes no existía— por parte de un medio de comunicación. En este
sentido, los nacionalistas se ha valido de estrategias comunicativas y
de propaganda que recuerdan a las que siguieron los grandes
totalitarismos de los años 30.
¿Y cuál ha sido el papel desempeñado por la escuela?
Desde mi punto de vista, la inmersión lingüística
importa menos que la manipulación de la historia. Esa parte es
trascendental, y ha contribuido a la ficción que vivimos de la misma
manera que la televisión. ¿Por qué? Porque el modo en que se ha enseñado
la historia da pie a que, en cuestiones de derecho internacional,
Cataluña se perciba como un territorio colonizado.
Según ese relato, construido pacientemente durante
años, España no nace de un pacto entra dos monarquías —la castellana y
la aragonesa— sino que es fruto de la imposición, lo que convierte a
Cataluña, como decía, en una colonia. Sin esta ficción previa con
respecto a lo que es España, los argumentos independentistas se
quedarían en nada. (...)"
(Entrevista a Jordi Bernal, colaborador en The Objetive y Jot Down, Óscar Benítez, El Catalán, 26/02/19)
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