25/2/19

Director de e-notícies: Celebro mucho que Santi Vila haya visto la luz durante el juicio en el Supremo. Haber saltado antes del barco, Santi. Ahora el mal ya está hecho. Quizá él podría haber sido el personaje que reconstruyese no sólo el catalanismo moderado sino hasta el soberanismo inteligente. El daño institucional, político, económico, social e incluso anímico ha sido enorme....

"Celebro mucho que Santi Vila haya visto la luz durante el judicio en el Supremo.

"Ahora, a toro pasado, quizás revisaríamos las decisiones tomadas en ese momento", ha afirmado este jueves sentado en el banquillo.

No me extraña. Le piden siete años de cárcel y 16 de inhabitiación. Desobediencia y malversación.

Por mí que todavía piensa en volver. Durante la vista oral se le ha escapado que se ha truncado "de momento" su carrera política.

Haber saltado antes del barco, Santi. Ahora el mal ya está hecho. Individual -la prueba es que está procesado- y colectivo. Sólo hay que ver la situación de Catalunya.

En fin, guardo en la memoria dos conversaciones con él en aquellos aciagos días.

Una en la Diada del 2016 en Salt. Cuando iban embalados. Puigdemont hasta asistió a la manifestación.

Todo un consejero de Cultura con camiseta. "A punt", rezaba el lema.

También estaba una vieja gloria de TV3, Martí Anglada, que podría decir mucho sobre la neutralidad de la cadena pública. Al fin y al cabo estuvo haciendo información política durante muchos años.

Lo que decía: coincidimos aquella tarda calurosa en el improvisado centro de prensa. Nos saludamos.

- Santi, no aneu bé (“Santi, no váis bien”), le dije.
- Sí, yo ya lo digo.

Me puse casi hecho una furia. Y el Rius cabreado es mucho Rius: 1,82 metros de altura y más de cien quilos de peso.

- ¿Cómo que tú ya lo dices? No perdona, los que lo que lo decimos somos cuatro gatos, alcance a replicar.

Tengo la sensación que el consejero huyó con el rabo entre las piernas con la excusa de incorporarse a la manifestación.

La segunda fue una conversación en el bar del Parlament durante un pleno de la cámara en julio del 2017. Exactamente, en un rincón de la barra.

Estaba con la pequeña corte que suele acompañar a un consejero en estos casos: el jefe de gabinete, el jefe de prensa, algún asesor.

Pugidemont acababa de ascenderlo de Cultura a Empresa.

Acababan de dejar el Govern; Neus Munté (Presidencia), Jordi Jané (Interior) y Meritxell Ruiz (Ensenyament).

Él seguía a bordo.

Me salió del alma:
 
- Hombre, Santi, eres como aquellos que se atan al mástil en un barco que se hunde.
- ¿Por qué lo dices?
- Tú mismo: en teoría eres el líder de los moderados. Se van los otros y tú sigues. Me ahorro preguntar otras cosas como has sido tú el que se ha chivado a Puigdemont sobre las reuniones de Baiget.

Se acordarán porque el consellerJordi Baiget fue cesado de manera fulminante tras decir en una entrevista en El Punt-Avui que ir a prisión, bueno, pero que no le tocasen el patrimonio.

Hay otra versión de los acontecimientos: había hecho reuniones con dirigentes de Convergencia para intentar frenar a Puigdemont y llegó a los oídos del presidente.

Recuerdo que, ante este comentario, saltó creo que el jefe de prensa: “esto no es verdad”

“Si no es verdad -repliqué- que me lo desmienta él mismo, que está aquí”. Santi Vila mantuvo silencio.

En fin, da igual. A mí, aquello ya me parecía el Titanic.

Valga la metáfora náutica a la que tan aficionados han sido algunos durante el proceso. Empezando por Mas.

Quizá a la lista de episodios hay que añadir otro -que yo no presencié personalmente- pero que quedó registrado en video.

Un míting en Figueres en septiembre del 2018. Todavía iban de valientes.

“Dicen que Santi Vila es un blando, un moderado, cuando llegue la hora grave nos fallará”, contaba.

“Pues aquí me tenéis y me tendréis y si la semana que viene tenemos que ir unos días a la cárcel, iremos. Y si hemos de jugarnos el patrimonio, nos lo jugaremos. Y si hemos de acabar en prisión acabaremos en prisión porque nos va la dignidad personal y colectiva”, proclamó.

Lo más jodido es que Santi Vila tiene razón.

Sobre todo cuando decía durante el juicio que “lo que ha pasado en Catalunya es impropio de una sociedad moderna y avanzada como la sociedad catalana.”

Catalunya, en efecto, es una sociedad fallida.

No han funcionado los mecanismos que funcionan en las sociedades avanzadas para evitar un batacazo.

Los que tiene la inmensa paciencia de seguirme saben que lo he dicho en varias ocasiones.

Las últimas en un debate en el Colegio de Periodistas, entrevistado por Jaume Vives o incluso en vídeos colgados en la red.

Aquí, no. Aquí calló todo el mundo.

La burguesía catalana. Porque si los únicos líderes políticos que es capaz de generar la otrora poderosa e ilustrada burguesía catalana son Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra apaga y vámonos. Como país ya podemos bajar la persiana.

Los empresarios. Porque prefirieron trasladar sus empresas antes que levantar la voz con algunas honrosas excepciones: Josep Oliu, Isidre Fainé o José Luis Bonet.

La sociedad civil, reducida a Òmnium y a la ANC. La única que salía por TV3.

Los intelectuales, todos unos lameculos de cuidado. También con algunas excepciones: Jordi Llovet, Valentí Puig, Jordi Amat, Jordi Gràcia, Miquel Porta Perales.

Los historiadores: Joan B. Cullà, Jaume Sobrequés, el difunto Josep Fontana, Borja de Riquer. Aquí se salva Jordi Canal, exiliado en París.

La inmensa mayoría de los medios de comunicación con TV3 y Catalunya Ràdio al frente pero también Rac1 o -hasta el cese de José Antich- La Vanguardia.

Los periodistas excepto cuatro mataos entre los cuales modestamente me incluyo.

Por supuesto los hay con mucho más merito que yo: Manuel Trallero, Miquel Giménez, Salvador Sostres, Andreu Claret, Jordi Xargayó. Seguro que me dejo alguno. Avisen.

Algunos como Arturo San Agustín, verdaderos maestros. Con autoridad moral.

Con otros -como Albert Soler o Ramon de España- al menos nos reímos.

Pero todos -excepto Joaquín Luna- condenados al silencio, al ostracismo, a pan y agua.

¡A TV3 no invitan ni a Lluís Foix ni a Joan Tapia! ¡Y ambos han sido directores de La Vanguardia! 

Sólo tienen ojos para el citado José Antich, Jordi Barbeta, Francesc-Marc Álvaro o Ferran Casas.

¡Claro, son los nuestros!. Sanchis fue el tertuliano oficioso de Convergencia antes de pasar a la dirección de TV3. Imaginen la objetividad de la cadena.

Al FAQS o a Els Matins sólo van palmeros. ¡Hasta los socialistas que van están a favor del derecho a decidir! Terribas se cree que Catalunya Ràdio es suya. Xavier Graset, antaño buen periodista, ha cavado su tumba profesional. Sin ir más lejos esta noche tiene a Jaume Asens y a uno de la Intersindical. ¡Sólo sale la mitad de Catalunya por TV3!

Porque, colegas, no se trataba de estar a favor o en contra de la independencia. Ambas posturas me parecen perfectamente legítimas.

De lo que se trataba era de decir la verdad: con sólo el 47% de los votos no puede hacerse la independencia. Ni aquí ni en la China Popular.

Bueno en la China Popular seguro que no pero en la UE tampoco porque a la Unión Europea la han hecho los estados.

Por eso sobre todo falló nuestra clase política. Casi en su totalidad.

Santi Vila, también. ¿Saben por qué no dimitió antes? ¡Porque no era diputado! Simplemente por eso. 
Se quedaba sin nada.

Me duele en el alma decirlo. Quizá él podría haber sido el personaje que reconstruyese no sólo el catalanismo moderado sino hasta el soberanismo inteligente.

El daño institucional, político, económico, social e incluso anímico ha sido enorme.

Perdonen, queridos lectores, la extensión de la columna. No es un artículo. Es un llanto."              (Xavier Rius, director de e-notícies, 21/02/19)

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