"María José, la novia del teniente de la Guardia Civil que se llevó la peor parte de la agresión multitudinaria en el bar Koxka de Alsasua
el 15 de marzo de 2106, ha relatado este martes en la Audiencia
Nacional el ambiente de opresión y vacío social a que la izquierda
abertzale somete a los agentes del instituto armado, y a sus familias y
allegados en la localidad navarra.
Tras el ataque y la posterior
denuncia, la joven ha “tenido que abandonar” el pueblo en el que vivía
desde los tres años y donde sus padres, que regentan un bar, siguen
viviendo “un infierno”, según ha manifestado.
“Me da miedo volver a
Alsasua, no he vuelto desde aquel día, perdí mi vida, mi hogar, todo. Lo
perdí todo”, ha asegurado María José a preguntas del fiscal José
Perals, que reclama penas de entre 12 y 62 años de prisión para los ocho
acusados por delitos de lesiones y amenazas con carácter terrorista.
La joven, de 21 años, ha identificado sin dudar y “al 100%” a los siete hombres que ocupan el banquillo de los acusados como los autores materiales de la paliza,
en la que su novio sufrió la fractura de un tobillo y diversas
contusiones. En el ataque fueron también víctimas la propia María José,
un sargento de la Guardia Civil recién llegado a Alsasua y la pareja de
este.
“Hay personas que participaron en la agresión a las que no he
acusado porque no estoy 100% segura de que estuvieran allí ese día. De
hecho, estoy seguro al 90% que varios testigos de la defensa que van a venir a declarar estuvieron”, ha afirmado.
La testigo ha ratificado el supuesto papel
protagonista en el ataque de Jokin Unamuno, a quien la investigación
vincula con Alde Hemendik y Ospa, movimientos de la izquierda abertzale
para lograr la expulsión de la Guardia Civil y la Policía Nacional del
País Vasco y Navarra.
Este, según ha dicho, entró en el bar Koxka
dispuesto a enfrentarse con los guardias, que estaban fuera de servicio.
“Si no hubiese iniciado o alentado la agresión no estaríamos aquí, nos
agredió tanto dentro como fuera del bar”, ha afirmado.
María José ha dado detalles de los agarrones,
puñetazos, empujones y patadas que recibió el grupo. “Recuerdo el odio y
la saña con la que daban a Óscar [el teniente] en la cabeza. Protegí a
Óscar más que a mí misma, porque si no Óscar hubiese tenido secuelas
mucho más graves”, ha dicho. “Nadie salió en nuestro auxilio, nadie
trató de frenar el ataque o de llamar a la policía o la ambulancia. La
gente lo alentaba y aplaudía. Temí por mi integridad y sobre todo por la
vida de Óscar”, ha añadido.
Sin embargo, al margen de los detalles del ataque, la
declaración de la testigo María José ha sido rica en pinceladas sobre
el ambiente de rechazo a la Guardia Civil que se vive en Alsasua, un
municipio de 7.000 habitantes con una notable implantación de la
izquierda abertzale y en el que todo el mundo se conoce, aunque solo sea
de vista.
La joven, que antes no había tenido contacto con guardias
civiles, comenzó a salir con el teniente Óscar en marzo de 2016. “Yo sé
dónde vivo, sé que iba a tener represalias, pero al final no puedes
dejar que te impongan lo que puedes hacer o no, aunque mucha gente me
retira el saludo”, ha dicho. Sin embargo, este ambiente pesaba. Según ha
relatado, en septiembre de 2016, en una feria de la cerveza, María José
estaba con sus amigos. “Una persona se me acercó y me preguntó si salía
con un madero, y lo negué por miedo, me sentí intimidada”, ha
reconocido.
Tras la agresión que supuestamente realizaron sus
vecinos, María José perdió a todo su círculo social en Alsasua. “Todo el
mundo se alejó de mí por miedo, me hicieron la vida imposible”, ha
afirmado. “A día de hoy me da miedo volver a Alsasua, no he podido
pasear a mi perra sola, y tardé siete meses a volver al bar de mis
padres, que era mi hogar”.
Uno de los momentos en los que la joven ha perdido la
entereza ha sido al acordarse de sus progenitores. “Su vida comienza a
ser un infierno, con pancartas frente a casa, en el portal, se nos raja
el coche, se nos destroza la máquina de bolas del bar, pancartas día sí
día no… Lo que más se me ha quedado clavado es una pancarta que pegaron
grande al lado de mi casa y que ponía “Herriak ez du barkatuko” [“El pueblo no perdonará”, en euskera].
María José ha detallado las secuelas psicológicas que
le ha dejado la agresión y por las que está recibiendo tratamiento.
“Llegué a un punto de mi vida en el que no veía salida, me veía sola, se
destrozó mi vida por completo, me vi humillada y traicionada, y llegué
al límite de no ver salida y pensar en quitarme de en medio, era la
única forma que yo pensaba que esto iba a parar y dejar el sufrimiento”,
ha dicho." (Fernado J. Pérez, El País, 30/04/18)
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