5/6/18

Vicenç Navarro: El control del aparato de la Generalitat y de los medios de comunicación públicos permitieron a este nacionalismo conservador convertirse en la fuerza hegemónica del bloque secesionista, que adoptó elementos del pujolismo, como su actitud profundamente antiespañola

"(...) Los instrumentos políticos de este nacionalismo catalanista de derechas

Sus instrumentos políticos eran CDC (de tendencia liberal) y UDC (la democracia cristiana próxima a la Iglesia catalana centrada en Montserrat, el monasterio benedictino que ofreció el aval religioso a este nacionalismo étnico). 

Ni que decir tiene que hay otras versiones nacionalistas distintas a la pujolista, pero esta última ha tenido una influencia mayor en la vida política, cultural e intelectual de Catalunya, y muy en particular en el movimiento secesionista, el cual, aun cuando no fue creado por el pujolismo, sí que este se adaptó rápidamente a su expansión. (...)

Su control del aparato de la Generalitat y de los medios de comunicación públicos de esta permitieron a este nacionalismo conservador convertirse en la fuerza hegemónica y dominante del bloque secesionista, que adoptó elementos característicos del pujolismo, como su actitud profundamente antiespañola basada en creencias un tanto chovinistas, tales como su percepción, ampliamente promovida para defender su secesionismo, de que España es incambiable, confundiendo Estado con población, y atribuyendo a la población española una incapacidad de cambio.

 Esta percepción es el obstáculo mayor hacia el necesario transversalismo que debería existir en Catalunya entre las fuerzas progresistas para sacar del gobierno a los partidos gobernantes (PP con ayuda de Ciudadanos en España, y PDeCAT en Catalunya).

El único polo opuesto al pujolismo y a sus aliados fueron, durante el periodo democrático, el socialismo y, en su día, el comunismo catalanes, que gobernaban en la mayoría de las grandes ciudades de Catalunya, siendo el ayuntamiento de Barcelona el centro de la oposición a tal nacionalismo durante la mayor parte de ese período. Hoy el sueño del nacionalismo conservador y sus aliados es llegar a gobernar Barcelona, convirtiéndola en la capital de la inexistente República Catalana. (...)"

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