"(...) No voy a votar el domingo porque, aunque creo que la independencia de
Cataluña es un tema que se debería poder votar en referéndum (las
condiciones y el momento son otro tema), no creo que esta decisión la
pueda tomar Cataluña de forma unilateral. No le atribuyo esta soberanía,
si lo queréis expresar en los términos muchas veces definidos por el
independentismo.
No me parece que haya condiciones para justificar una
actuación no pactada con el gobierno de España por parte del gobierno
catalán, ni creo que la voluntad de muchos de sus ciudadanos (más o
menos la mitad) de ser independientes sea suficiente justificación como
para atribuirle a Cataluña la capacidad de decidir soberanamente y sin
pactar con el resto de España su futuro.
Entiendo
y respeto a los que creen que Cataluña sí está legitimada para actuar
de forma unilateral, a los que creen que no debe pedir permiso para
celebrar un referéndum, y a los que creen que la soberanía no se pide,
pero no lo comparto.
Creo que en un contexto de democracia (imperfecta,
pero democracia establecida) como la España actual, y en una sociedad
tan diversa y dividida como la catalana, jamás se debería haber optado
por una vía unilateral. Por más complicada que fuera la solución, por
más paciencia que requiriera, me parece una irresponsabilidad el haber
hecho creer que el conflicto se podía solucionar sin el pacto y el
beneplácito de las instituciones españolas.
Especialmente porque el no
pacto tiene unos costes altísimos que ni se han explicado ni se han
aceptado. Y por eso no creo que votar en el referéndum y legitimar la
vía unilateral iniciada por las instituciones catalanas sea una buena
idea. (...)
No voy a votar el domingo, porque participar es legitimar la opción de
levantarse de la mesa cuando la negociación no va como uno esperaba. Es
legitimar el saltarse la legalidad y atribuirse poderes no reconocidos
por la ley sólo porque el otro lado no está dispuesto a mantener una
conversación que tu sí quieres tener. Una participación alta el domingo
no solo no va a servir para castigar al PP, además, alejará, aún más, la
solución al problema.
Porque se habrá legitimado, una vez más, la idea
de que no pasa nada por ignorar al adversario cuando el adversario no te
ofrece lo que tu querías. Porque se habrán tensado más las relaciones y
roto más confianzas. Porque se habrá dado una vuelta de tuerca más en
la dinámica deshumanización y ridiculización de aquellos que piensan
distinto. (...)" (
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