"¿Recibe Cataluña un trato fiscal justo? ¿Está mal financiada? ¿Serviría
el déficit fiscal, cifrado por la Generalitat en 16.000 millones, para
generar un dividendo que podría gastarse en el supuesto de la
independencia?
En el debate sobre los recursos de las comunidades se
confunde interesadamente la financiación autonómica, el beneficio
económico de la secesión y las balanzas fiscales o diferencias entre lo
que se aporta y recibe.
Ni hay un expolio a los catalanes, ni una
Cataluña escindida disfrutaría de un gran excedente fiscal. No obstante,
la comunidad sí que está ligeramente peor financiada que la media,
aunque mejor que otras como Valencia y Murcia y en niveles similares a
Madrid y Andalucía. (...)
La cuestión entonces consiste en analizar si ese déficit fiscal resulta
excesivo. Y las comparaciones no parecen apuntar a eso. La situación
catalana no es muy distinta de las de otras regiones españolas o
extranjeras con niveles similares de renta sobre la media nacional. En
los últimos años, los déficits fiscales por habitante de Madrid y
Baleares han superado los de Cataluña.
“Existe una relación inversa
entre el PIB per cápita y el saldo fiscal. Cuanto más alto es el PIB per
cápita, peor es el saldo fiscal”, apunta Ángel de la Fuente, un experto
en la materia reconocido incluso por los independentistas y autor de
las balanzas fiscales elaboradas por Hacienda.
En esta comparativa, lo
extraordinario es el caso de País Vasco y Navarra, que pese a ser
regiones ricas presentan superávit fiscal. El motivo es que las
comunidades forales recaudan los impuestos, y luego pagan al Estado una
cantidad por los servicios que les presta. Según el consenso de los
expertos, esa cifra se ha fijado demasiado baja.
Una comparación internacional se antoja mucho más difícil de hacer,
ya que España era el único país que publicaba las balanzas fiscales con
cifras oficiales. Solo Reino Unido ha hecho ese ejercicio justo este
verano y sale, como es lógico, que Londres da mientras que los demás
reciben.
Respecto al resto, existen estudios privados llevados a cabo en
países como Italia, Canadá o Australia que revelan déficits fiscales
similares. Algunas de las estimaciones de déficit fiscal más llamativas
son estudios de parte de regiones ricas empleados para reivindicar
mejoras de financiación. En definitiva, el déficit fiscal catalán no
parece una anomalía.
Otra pregunta distinta es si Cataluña está mal financiada. De
entrada, la respuesta es sí pero no mucho. Mientras que la capacidad
recaudatoria de una comunidad depende de la renta de sus contribuyentes,
la finalidad de un sistema de financiación consiste en que todos los
ciudadanos reciban unos niveles similares de prestaciones.
Al valorar
los recursos necesarios para prestar servicios similares, hace falta
tener en cuenta una serie de variables que encarecen la prestación de
servicios como el envejecimiento de la población, la proporción de
niños, la dispersión de los habitantes o la insularidad.
El actual
sistema español incorpora todos esos factores, pero no otros que podrían
ser relevantes como los diferenciales de precios entre regiones, algo
que reclama Cataluña, o los diferenciales de renta per cápita, como
piden algunos territorios con menos rentas. En
todo caso, este sistema se acordó en la última reforma, negociada en
2009 con Cataluña cuando el consejero de Hacienda era el socialista
Antoni Castells, un académico de prestigio. (...)
Y con este sistema de ponderación, en las últimas balanzas fiscales
de Hacienda se normaliza a escala 100 el gasto por habitante igualando
las competencias y el esfuerzo fiscal, esto es: 100 representa la media
de lo que se gasta por habitante en las autonomías de régimen común. Y
el resultado se resume en que País Vasco y Navarra son las mejor
financiadas de largo, con valores en torno a 200.
El resto ronda el 100.
Pero hay diferencias. Valencia obtiene 92,2 y Murcia 93,5. Son las peor
tratadas. Cataluña figura a continuación con 96,6, prácticamente lo
mismo que Madrid con 97. Andalucía también aparece por debajo de la
media. Es decir, Cataluña está ligeramente infrafinanciada.
¿Y cuánto supone eso?, ¿es mucho dinero? De la Fuente hace un
ejercicio que arroja cierta luz. A partir de datos oficiales, toma todo
el gasto que se considera territorializable. Por ejemplo, no se recogen
las partidas de Defensa o Exteriores, que obviamente no obedecen a
criterios territoriales. Tampoco figuran las pensiones, que se pagan en
función de la carrera de cotización personal. Pero sí que se incluyen
todas aquellas rúbricas que revisten una lógica territorial como la
financiación autonómica, las ayudas regionales o la inversión pública.
De la Fuente recopila estos capítulos y examina cuánto difiere de la
media el gasto territorializable por habitante sin ajustar, suprimiendo
los impuestos propios de las comunidades. Esas serían las diferencias de
gasto e ingreso en relación a la media que habría que analizar con
cuidado para ver si están justificadas y si se precisa corregirlas.
El hallazgo de este ejercicio es que las diferencias son
relativamente modestas. Los catalanes quedan por debajo de la media en
207 euros por habitante, lo que supone un déficit total de 1.500
millones para Cataluña. Otras regiones están peor. Andalucía se sitúa
358 euros por debajo de la media por habitante; Murcia con 569 y
Valencia con 702.
No obstante, si se suman todas las diferencias
cuestionables, en el conjunto de España apenas se llega al 1% del PIB,
unos 11.000 millones. Ese es el gasto sobre el que habría que poner la
lupa y repensar su distribución. En cualquier caso, De la Fuente cree
que son cantidades asumibles.
¿Y sería eso un trato justo para los independentistas? Según el
vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, “el máximo que pagas
debería corresponderse con el PIB que produces y el mínimo que recibes
debería corresponderse con la población que representas”. De acuerdo con
los datos del INE, el PIB de Cataluña representa el 18,77% del
nacional.
Y la población es el 15,98%. Pues bien, según los cálculos
elaborados por la propia Generalitat en sus balanzas fiscales, la
recaudación que aporta Cataluña ha supuesto entre el 18,89% y el 19,24%
del total de España, dependiendo del método que se tome. Y el gasto se
sitúa entre el 15,08% y el 13,81% del total. Los datos de Hacienda
refrendan estos cálculos, elevando el peso en el gasto hasta el 15,97%.
Así que la diferencia respecto a lo que pide Junqueras es muy escasa o
nula. Y en ningún caso se cumple la afirmación que siempre repite
Junqueras de que Cataluña contribuye con el 24% y solo recibe el 9%.
Tamaña aseveración no se corresponde con ningún dato real
independientemente del método elegido.
Otro debate diferente es el beneficio económico que se obtendría si
Cataluña se independizase. Los nacionalistas argumentan que ese saldo
fiscal favorable sería el dividendo fiscal de la secesión. Junqueras
siempre ha declarado que contarían con los manidos 16.000 millones. Pero
en esas balanzas fiscales no se contabilizan muchas rúbricas de gasto
estatal que el Govern tendría que afrontar por sí solo si se
independizase, perdiendo economías de escala.
Además, en las balanzas que invoca la Generalitat solo computan los
gastos de numerosos organismos del Estado en la medida en que estos
tienen sede en Cataluña. Y ello a pesar de que los catalanes se
benefician igual que el resto de la Agencia Española de Medicamentos, la
de Seguridad Alimentaria, el BOE, el Instituto Nacional de Consumo, el
de Turismo o el Consejo de Seguridad Nuclear, por decir solo algunos.
También se ignoran sustancialmente los desembolsos por Defensa,
Exteriores o el aparato administrativo central. Por no hablar de que se
da por hecho que el nivel de renta en Cataluña no disminuiría con la
secesión, algo desde luego muy aventurado.
La propia Generalitat calculó para sus cuentas de 2015 cuál sería el presupuesto de todas las Administraciones en Cataluña. El conseller
que los elaboró, Andreu Mas-Colell, aseguró que estas serían las
cuentas catalanas “bajo cualquier orden jurídico”. Es decir, también
bajo la independencia. Y la conclusión era un excedente de 2.409
millones aun minusvalorando partidas. En cualquier caso, nada que ver
con los 16.000 que siempre vende Junqueras.
Una vez liquidados esos presupuestos, el que era número dos de
Más-Colell, Albert Carreras, publicó en una revista académica que el
excedente finalmente ascendió a 428 millones. Lo divulgaba para poder
decir que una Cataluña independiente sería autosuficiente. Eso sí, en
ese ejercicio no cuenta con los problemas que una secesión a las bravas
generaría de fuga de capitales, tarifas arancelarias o recaudación
tributaria. Por no mentar una salida del euro o los desembolsos en los
que se incurriría para crear un Estado. Todo ello empobrecería mucho a Cataluña y España, evaporando cualquier dividendo fiscal.
Un dinero que no existe
La Generalitat siempre ofrece sus cifras de balanzas con el déficit
público neutralizado o suprimido. Esto es un ejercicio académico
legítimo para saber cuál es la situación fiscal de Cataluña con
independencia del ciclo económico, es decir, en fase de bonanza. Pero
Oriol Junqueras ha vendido a los catalanes que dispondrían de esos
16.000 millones si se escindiesen. Tendrían hasta una hipoteca pagada,
ha dicho. Pero eso no es verdad.
Una parte del dinero que reivindican no existe. Al suprimir el déficit lo que han hecho es vender el endeudamiento como si fuese un ingreso. Poner un signo más donde había un menos. Esa cantidad no existiría hoy de independizarse. De hecho, solo el sistema de pensiones y prestaciones de desempleo tiene en Cataluña un agujero de 6.043 millones, según las últimas balanzas de Hacienda con cifras de 2014.
En lo único que tiene un poco de razón Junqueras es en los datos de inversión: según la Fundación BBVA-Ivie, el porcentaje dedicado a Cataluña de inversión pública se sitúa en un promedio del 14,6% durante el periodo 1995-2013, una cifra por debajo del PIB y la población. Sin embargo, guarda relación con la extensión del territorio, un factor también determinante.
"Vistos estos datos, la inversión en Cataluña está por debajo de lo que le correspondería de acuerdo a su tamaño y población. A partir de 2004, se observó un punto de inflexión en el que empieza a subir recuperando posiciones. Sin embargo, desde 2009 se observa un retroceso", explica Matilde Mas, catedrática de la Universidad de Valencia e investigadora del Ivie." (Antonio Maqueda
, El País, 26/09/17)
Una parte del dinero que reivindican no existe. Al suprimir el déficit lo que han hecho es vender el endeudamiento como si fuese un ingreso. Poner un signo más donde había un menos. Esa cantidad no existiría hoy de independizarse. De hecho, solo el sistema de pensiones y prestaciones de desempleo tiene en Cataluña un agujero de 6.043 millones, según las últimas balanzas de Hacienda con cifras de 2014.
En lo único que tiene un poco de razón Junqueras es en los datos de inversión: según la Fundación BBVA-Ivie, el porcentaje dedicado a Cataluña de inversión pública se sitúa en un promedio del 14,6% durante el periodo 1995-2013, una cifra por debajo del PIB y la población. Sin embargo, guarda relación con la extensión del territorio, un factor también determinante.
"Vistos estos datos, la inversión en Cataluña está por debajo de lo que le correspondería de acuerdo a su tamaño y población. A partir de 2004, se observó un punto de inflexión en el que empieza a subir recuperando posiciones. Sin embargo, desde 2009 se observa un retroceso", explica Matilde Mas, catedrática de la Universidad de Valencia e investigadora del Ivie." (Antonio Maqueda
, El País, 26/09/17)
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