"(...) Sí, el Estado alemán aporta más que ningún otro europeo, pero es la
industria alemana la principal beneficiaria de esas inversiones hacia
los países menos desarrollados de Europa porque, es un ejemplo, con los
fondos de la UE invertidos para construir autovías en España se facilita
la exportación de su producción.
Verbigracia: la red del AVE firmada
por González y ampliada por Aznar no se entiende, entre otros, sin el
contrato con Siemens.
Ahora volvamos a nuestro país con la misma neutralidad: cuando el
Estado decide construir un Hospital de la Seguridad Social, por ejemplo,
en Sevilla, el beneficiario social de esa infraestructura son los
sevillanos, pero los principales beneficiarios económicos no son los
andaluces sino las comunidades más ricas al norte de Despeñaperros.
Los
industriales o intermediarios catalanes, sin ir más lejos, aunque sólo
sea vendiendo el rodamiento de las camillas fabricadas, cómo no, made in Germany. Es un ejemplo real.
Por esta razón ningún Estado descentralizado del mundo (salvo el
nuestro) calcula el déficit fiscal autonómico, porque está sobradamente
compensado por otro input económico que es el que en realidad genera la
riqueza: la balanza comercial.
En el 2010 la Cámara de Comercio de Barcelona dio una conferencia en
el Círculo de Bellas Artes de Madrid en busca de empresarios madrileños
que invirtieran en Cataluña. El argumento principal era que la industria
instalada en Cataluña era la que más vendía al resto de España.
En el
ejercicio 2009 había facturado 55.000 millones de euros, y sólo había
tenido que comprar 28.000 millones. El superávit comercial había sido de
27.000 millones. El informe es de la Cámara de Comercio de Barcelona.
Los datos económicos de 2015, dados a conocer la última semana de
enero, indican que el pasado año la economía catalana facturó, en
números redondos, 206.000 millones de euros, de los cuales el 40% fue
vendido y consumido en Cataluña, y el otro 60%, a partes iguales, entre
el extranjero y el resto de España.
La cifra es de 62.000 millones dentro de nuestras fronteras, y los
otros 62.000 fuera. Para tener una idea global basta saber que a la
vecina Aragón (que tiene 1.325.000 habitantes), se facturó igual que a
toda Francia (66 millones); a Cantabria (600.000) más que a toda China.
Cataluña ya no es como en el siglo XIX la fábrica de España, pero el
mercado nacional sigue siendo esencial.
¿Es tan difícil de entender que los primeros interesados en no romper
con España somos los catalanes? Repito: he aparcado los sentimientos.
Lo que más me sorprende de los promotores del procés es que
obvien esta realidad objetiva y que en su subjetividad idílica crean,
con la fe del carbonero, que una ruptura de esta naturaleza no va a
afectar a la economía. Que los aragoneses o los cantabros citados
continuarán con las mismas relaciones (comprando nuestros productos),
tras el divorcio...
Entiendo que haya economistas fetiche subvencionados como Xavier
Sala-i-Martin, porque vive en Estados Unidos, tiene la nacionalidad
norteamericana, trabaja y paga sus impuestos al otro lado del charco,
pero no a los separatas que viven, trabajan y pagan sus impuestos en un
país tan privilegiado como el nuestro. No lo entiendo. (...)" (Roberto Giménez Gracia , Crónica global, 18/02/16)
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