25/1/16

Tengo un pariente que se siente español, le pregunto que es eso, y dice que no sabe explicarlo. Tengo un pariente que se siente catalán, que tampoco sabe explicarme ese sentimiento

"(...) se han multiplicado las indagaciones y preguntas sobre el sentimiento nacional. Cuántos se sienten solo catalanes, cuántos mitad y mitad, cuántos solo españoles, y cosas así. Algunos se han interesado incluso por lo que nos queremos los unos a los otros. 

Confieso que siempre he tenido dificultades con esos sentimientos; para sentirlos y para entenderlos. Quizás no los entiendo porque no los siento o no los siento porque no los entiendo.

Tengo un pariente que se siente español; afirma incluso con frecuencia que se siente muy español.Como yo estoy muy interesado en saber en qué consiste eso, le pregunto incesantemente qué clase de estado emocional es ese de ser español y qué contenido tiene. 

Nunca ha acertado a explicármelo. Despierta mi curiosidad recordarle tratando de escaquearse del servicio militar (cuando lo había) e intentando eludir el pago de sus impuestos sin mengua al parecer de ese profundo sentimiento. Por lo visto, la emoción española no va de eso. 

Es un sentir más telúrico, o quizás más racial. Compatible al parecer con ocultaciones al fisco y maquinaciones contra el público. Sentirse español parece tener poco que ver con el interés general de los españoles. Es otra cosa. Pero mi pariente no sabe decírmela.

También tengo amigos y parientes que se sienten catalanes. Y con ellos pasa lo mismo. No aciertan a decirme en qué consiste eso de ser catalán. Tienen identidad catalana, pero no saben cuál es su contenido más allá de hablar la lengua, respetar la tradición, disfrutar del paisaje y ser del Barça; como tantos otros que no experimentan esa emoción misteriosa. 

Por lo que estamos viendo, también los hay que viven simultáneamente el sentimiento de la catalanidad y las actividades de evasión fiscal.

Sea ello como fuere, lo cierto es que se ha producido en Cataluña un fenómeno político insólito: se ha acertado a excitar sesgadamente ese sentimiento hasta formar una coalición política unidimensional que lo ha llevado al éxito en las elecciones autonómicas. Un éxito relativo, es verdad, pero éxito en todo caso. 

Seguro que apelando a otras dimensiones de la identidad individual no se habría conseguido tanto. Si, por ejemplo, se hubiera preguntado a la gente si se sentía de derechas, de centro o de izquierdas, no hubiera podido armarse una coalición victoriosa. Y lo mismo con tantos otros pliegues de aquella identidad.  (...)

Porque sucede que, como ya nos han advertido muchas veces (no hace tanto Amartya Sen), con eso de las identidades se pueden cometer dos errores serios: primero, no reconocer que son fuertemente plurales, y que la importancia de una no disminuye la importancia de las demás. 

Y segundo, atribuir un valor disparatado a una de ellas hasta producir un conflicto con las restantes. Y acabar así en dos peligrosos reduccionismos: ignorar identidades muy nuestras y muy importantes, y entregarnos medio ciegos a una filiación singular y excluyente. En Cataluña se están cometiendo ambos errores, con sus consiguientes simplismos. Las consecuencias no se harán esperar, y si las cosas no cambian mucho, serán funestas para sus ciudadanos.   (...)"              ( , El País ,25 ENE 2016)

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