"(...) La nacionalidad, contra lo que muchos parecen creer, es la condición
de sujeto de ciertos derechos y obligaciones que se establecen en las
normas jurídicas de un ordenamiento, y por eso los ciudadanos catalanes
tienen la nacionalidad española. Nada más que por eso. No se trata de
tradiciones, sentimientos o tauromaquias. Se trata de derechos
personales.
Y eso es también lo que hace asombroso leer o escuchar que unos cuantos líderes alucinados se propongan iniciar una desconexión masiva
y pacífica del Estado español. Es decir, se proponen que los catalanes
se desprendan de su condición de sujetos de los derechos y deberes del
orden jurídico del Estado español.
¿Habrán pensado lo profundo y
decisivo que es este aspecto jurídico de su identidad, de la identidad
de cada uno de los ciudadanos catalanes a los que dicen estar liderando?
Mencionemos algunas cosas para recordárselo.
La condición básica de sujetos de derecho (mayores o menores de edad,
solteros o casados, padres o hijos, herederos o causantes, etcétera),
su condición de ciudadanos del Estado y en consecuencia de la Unión
Europea, de titulares de derechos sobre sus viviendas, sus tierras y sus
masías, y la necesaria identificación y deslinde de esos sus bienes
inmuebles, igual que su condición de actores y partícipes en sus
sociedades mercantiles y la consiguiente descripción pormenorizada de su
capital y bienes, etcétera. Todas esas cosas y algunas más se
encuentran establecidas y preservadas en registros públicos bajo
legislación estatal, sobre los que ni la Generalitat ni el derecho
histórico catalán han tenido nunca competencias.
Y ahora al parecer se
insta a los ciudadanos a que desconecten “masivamente” de esas leyes.
¿Cómo se puede pedir eso? ¿Es que acaso no conforman esos datos capas
decisivas de lo que constituye el yo de los catalanes, también de su
libertad?
Si lo ponen en duda, les invito a hacer un experimento mental antes
de intentar tan peregrina aventura: imaginen que el Gobierno central
ordenara a funcionarios, jueces, notarios y registradores la retirada y
cancelación de todos los protocolos y registros de los que son
responsables y que son propiedad del Estado español.
En seguida sentirán
el daño que sufre su identidad personal y el vértigo que experimentan
ante la profundidad tan decisiva de esos estratos de su yo. Esta es una
hipótesis remotísima y ficticia, como la propia secesión de Cataluña,
pero solo pensar que la desaparición de ese sistema de seguridad
jurídica preventiva les cancelaría como sujetos activos en tantas y tan
importantes dimensiones bastará para que se den cuenta de que debajo de
sus emociones primarias tienen identidades más profundas y sin duda más
importantes que les sumergen en el orden jurídico español, del que
extraen rasgos decisivos de su condición ciudadana.
Autoridades catalanas hay que dicen estar dispuestas a ignorar las
leyes españolas. ¿También estas? ¿Cómo lo podrán hacer sin producir un
daño irreversible? Demasiada gente en Cataluña no percibe que le están
animando a caminar hacia un espejismo, y unos pocos están estimulando
irresponsablemente una quimera.
Es preciso recordarles que no están
emprendiendo un viaje emocional para mudar alegremente de piel, sino una
travesía dramática en la que pueden dejársela sin acertar a encontrar
otra mejor, resultar lesionados en identidades muy profundas y acabar en
un trágico e innecesario naufragio." (...)"(Francisco J. Laporta , El País ,25 ENE 2016)
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