"(...) el proceso independentista acelerado ha hecho que emerjan factores
identitarios, como la lengua, el origen y el status social, que ponen
en cuestión la integración plena de los ciudadanos de Catalunya en una
nación compartida.
Mala cosa es afirmar “una identidad”, somos
unos, sois los otros. Cuando unos colectivos proclaman su identidad
forjada por los siglos y recuperada hoy, los otros recuperaran su
identidad originaria. Ya sabemos que el cocodrilo no está debajo de la
cama pero el que duerme encima está preocupado pues duda que la bestia
sepa que no está.
La identidad es un mito construido sobre mitos,
entendido como relatos simbólicos. No tenemos una identidad, tenemos
muchas, como tenemos roles sociales, ideas políticas y compormientos
colectivos muy diversos.
A Tony Judt le preguntaron una vez que pensaba
de la identidad y respondió lacónicamente “es peligrosa”. Acentúa
conflictos fuertemente emocionales a partir de elementos distintos pero
compatibles. Se puede usar una lengua u otra, o las dos.
Pero las
identidades utilizan estas diferencias lo cual es debido a situaciones
sociales y culturales en condiciones desiguales y cuando emergen en el
escenario político son de peligroso manejo.
Barcelona y su entorno
es una de estas situaciones. Otra similar es el Camp de Tarragona. El
voto reciente fue indicativo. Sectores populares periféricos (algunos
barrios barceloneses incluidos) cambiaron el voto social de izquierdas
por el voto identitario conservador. Mientras que en la ciudad de
Barcelona los sectores medios y altos votaron mayoritariamente
independentismo.
Hay que relativizar esta imagen pues una mayoría media y
popular votó a los partidos catalanistas si sumamos al independentismo
Catalunya si que pot. Y una parte importante de las elites catalanas
votaron obviamente a los partidos conservadores españolista.
Pero en
política lo que parece es lo que cuenta y hay un imaginario que se apoya
en elementos reales que puede distorsionar la realidad y acentuar
confrontaciones que no interesan ni a Catalunya ni a España, ni a las
derechas ni a las izquierdas. (...)
Hay ahora la oportunidad de promover una mayor integración entre
Barcelona y el entorno metropolitano. Se ha utilizado por los medios y
sobre todo por fuerzas políticas, la imagen de las clases medias y de
origen y de lengua catalanas y las clases populares de origen y de
lengua castellana.
Se establece una oposición entre la Barcelona de
Sarriá y el entorno metropolitano del Baix Llobregat. Algo similar a la
que se hacía a inicios del siglo pasado entre la Barcelona del Eixample
y La Torrassa y Collblanch de Hospitalet.
Pero no solo hoy las
distancias socio-económicas y culturales son mucho menores que en el
pasado, también las sociedades urbanas de la ciudad central y de la
periferia son ambas heterógeneas y los comportamientos políticos han
sido hasta ahora mucho más estructurados por el eje derecha izquierda
que por el eje identitario o lingüístico. La fisura que ahora aparece es
superable.
Es el momento de volver a plantear la necesidad de una
Barcelona metropolitana. No se trata de hacer desaparecer los actuales
municipios pero sí de dar fuerza política y cultural a la ciudad
metropolitana, la primera corona que comprende el Barcelonés y gran
parte del Baix Llobregat principalmente.
Una asamblea elegida (los
municipios pueden ser la circunscripción) que no solo asuma las
políticas y servicios que ahora ya son metropolitanos, también las
estrategias socio-económicas, los grandes proyectos urbanos y la
unificación de la fiscalidad local. Solo así se podrán plantear
políticas coherentes y redistributivas.
Con un alcalde y un gobierno
metropolitanos que puede ser tanto del Eixample como de Santa Coloma,
de Cornellá o de La Torrassa. Y no se trata de rebajar los municipios a
los distritos sino acercar éstos a los municipios. Se trata de conseguir
que todos sean no solo de su barrio y de su municipio, también que se
sientan ciudadanos barceloneses. (...)" (Jordi Borja
, Sin Permiso, 25/10/2015)
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