28/10/15

La etapa de gobierno de Aznar fue una época dorada para el nacionalismo.

"(...) Aznar, engreído y creyéndose aún el líder de su partido, sale de vez en cuando a dar lecciones y lanza alguna que otra puya a la dirección actual, y otros como Montoro, en cuanto le ponen delante una alcachofa la lía y arremete contra todos. Muchas de sus afirmaciones causan estupor, como la referente a que Aznar se dedica a los “business”, lo que no parece muy lógico viniendo de quien viene. 

Aznar, ante las críticas recibidas y dispuesto a no callarse, escribió el pasado día 16 un artículo en El Mundo titulado “Cataluña, el Majestic y la lealtad”, en el que pretende justificar el pacto que realizó con CiU para garantizar el apoyo de esta formación política a su primera legislatura. 

Fue aquel tránsito tan espectacular del “Pujol, enano, habla castellano”, que gritaban en Génova los jóvenes populares la noche de las elecciones, al “Hablo catalán en la intimidad”, con el que nos sorprendió más tarde el Presidente.

El artículo, más bien flojo, intenta justificar lo injustificable, quiere hacer ver que el acuerdo se firmó sin apenas concesiones al nacionalismo catalán, cuando, como se le ha recordado con frecuencia en la prensa, fueron muchas las que realmente hizo. 

La Generalitat logró un nuevo sistema de financiación autonómica, que significó desarticular la estructura impositiva al ceder a las Comunidades Autónomas el 33% del IRPF, el 35% del IVA y el 40 % de los impuestos especiales. A Cataluña se le cedieron competencias en materia de tráfico, justicia, educación, agricultura, sanidad, vivienda, seguros, cultura, etc.

Se pactó la eliminación del sistema militar obligatorio con la finalidad de que los catalanes no tuviesen que incorporarse al ejército español, lo que, según los nacionalistas, constituía una gran humillación, especialmente para la burguesía catalana. A partir de entonces, el odioso servicio a las armas quedaba recluido a las clases bajas, catalanas o no, en muchos casos emigrantes que veían en el ejército el único modo de supervivencia. 

Desapareció la figura del gobernador civil que tanto molestaba a los nacionalistas. Se renunció a recurrir la Ley de política lingüista de 1998, y se presionó al Defensor del Pueblo para que tampoco interpusiese recurso; e incluso, a instancias del Pujol, se cambió la dirección del PP en esta Comunidad Autónoma, sustituyendo a Vidal-Quadras por Josep Piqué, quien mantenía una actitud más amigable con los nacionalistas. 

A la Generalitat se le concedieron varios canales adicionales de TDT con anterioridad a cualquier otra Comunidad Autónoma, y fueron muchas las inversiones acometidas en Cataluña: el Ave Madrid-Barcelona, la ampliación del puerto y del aeropuerto de la ciudad condal, el desdoblamiento de la carretera N-II a su paso por Gerona, etc.

En contra de lo que el nacionalismo en su estrategia victimista quiere hacernos creer y de lo que en estos momentos parece que a Aznar le conviene reivindicar, su etapa de gobierno fue una época dorada para el nacionalismo. No así para la totalidad de España, por mucho que el expresidente del PP se empeñe en sostener lo contrario. 
Por desgracia, los efectos de una mala política suelen salir a la luz, sobre todo si es en materia económica, con muchos años de retraso. Los descomunales errores de las dos legislaturas de Aznar y de la primera de Zapatero han surgido con virulencia en la segunda de Zapatero y en la del Gobierno Rajoy. (...)"                  (Juan Francisco Martín Seco, República.com, 22/10/2015)

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