"(...) Aznar, engreído y creyéndose aún el líder de su partido, sale de vez
en cuando a dar lecciones y lanza alguna que otra puya a la dirección
actual, y otros como Montoro, en cuanto le ponen delante una alcachofa
la lía y arremete contra todos. Muchas de sus afirmaciones causan
estupor, como la referente a que Aznar se dedica a los “business”, lo
que no parece muy lógico viniendo de quien viene.
Aznar, ante las críticas recibidas y dispuesto a no callarse,
escribió el pasado día 16 un artículo en El Mundo titulado “Cataluña, el
Majestic y la lealtad”, en el que pretende justificar el pacto que
realizó con CiU para garantizar el apoyo de esta formación política a su
primera legislatura.
Fue aquel tránsito tan espectacular del “Pujol,
enano, habla castellano”, que gritaban en Génova los jóvenes populares
la noche de las elecciones, al “Hablo catalán en la intimidad”, con el
que nos sorprendió más tarde el Presidente.
El artículo, más bien flojo, intenta justificar lo injustificable,
quiere hacer ver que el acuerdo se firmó sin apenas concesiones al
nacionalismo catalán, cuando, como se le ha recordado con frecuencia en
la prensa, fueron muchas las que realmente hizo.
La Generalitat logró un
nuevo sistema de financiación autonómica, que significó desarticular la
estructura impositiva al ceder a las Comunidades Autónomas el 33% del
IRPF, el 35% del IVA y el 40 % de los impuestos especiales. A Cataluña
se le cedieron competencias en materia de tráfico, justicia, educación,
agricultura, sanidad, vivienda, seguros, cultura, etc.
Se pactó la eliminación del sistema militar obligatorio con la
finalidad de que los catalanes no tuviesen que incorporarse al ejército
español, lo que, según los nacionalistas, constituía una gran
humillación, especialmente para la burguesía catalana. A partir de
entonces, el odioso servicio a las armas quedaba recluido a las clases
bajas, catalanas o no, en muchos casos emigrantes que veían en el
ejército el único modo de supervivencia.
Desapareció la figura del
gobernador civil que tanto molestaba a los nacionalistas. Se renunció a
recurrir la Ley de política lingüista de 1998, y se presionó al Defensor
del Pueblo para que tampoco interpusiese recurso; e incluso, a
instancias del Pujol, se cambió la dirección del PP en esta Comunidad
Autónoma, sustituyendo a Vidal-Quadras por Josep Piqué, quien mantenía
una actitud más amigable con los nacionalistas.
A la Generalitat se le
concedieron varios canales adicionales de TDT con anterioridad a
cualquier otra Comunidad Autónoma, y fueron muchas las inversiones
acometidas en Cataluña: el Ave Madrid-Barcelona, la ampliación del
puerto y del aeropuerto de la ciudad condal, el desdoblamiento de la
carretera N-II a su paso por Gerona, etc.
En contra de lo que el nacionalismo en su estrategia victimista
quiere hacernos creer y de lo que en estos momentos parece que a Aznar
le conviene reivindicar, su etapa de gobierno fue una época dorada para
el nacionalismo. No así para la totalidad de España, por mucho que el
expresidente del PP se empeñe en sostener lo contrario.
Por desgracia,
los efectos de una mala política suelen salir a la luz, sobre todo si es
en materia económica, con muchos años de retraso. Los descomunales
errores de las dos legislaturas de Aznar y de la primera de Zapatero han
surgido con virulencia en la segunda de Zapatero y en la del Gobierno
Rajoy. (...)" (Juan Francisco Martín Seco, República.com, 22/10/2015)
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