"Los ataques desatados en las redes sociales contra Serrat por su posicionamiento contrario a la independencia de Cataluña ilustran con claridad sobre el carácter intolerante y no democrático de una parte significativa del activismo soberanista.
La ofensiva contra Serrat no es una anécdota aislada. Es una manifestación más de una actitud que es sistemática y consistente. Cualquier
persona que en Cataluña se atreva a hacer una manifestación opuesta al
canon del pensamiento único nacionalista debe saber que en cosa de horas
será identificada, puesta a los pies de las fieras y insultada y
escarnecida desde todos los ángulos de las redes sociales .
Un
aspecto muy central de esta situación es que los soberanistas creyentes
de digamos buena fe no tienen ningún riesgo de sentirse incómodos como
testigos de unos ataques tan impresentables. No sabrán nada. Los
medios de confianza del régimen --no nos pongamos nerviosos, régimen
en el sentido que le daba Jiménez de Parga-- garantizan el silencio
sobre estas exhibiciones de sectarismo, evitan que los fieles vean
alterada su tranquilidad y puedan mantener el convencimiento --la fe-- que el proceso es exquisitamente democrático, pacífico y bien educado.
De las expresiones de violencia verbal, de matonismo y de mala educación no se habla en la Cataluña nacional.
La lista de los afectados por la presión social de los activistas es tan larga que desdibujar estas manifestaciones recurrentes de intolerancia como episodios anecdóticos desafía el sentido común.
Ahora ha sido Serrat pero antes fue Raimon. Recientemente,
el director de El Periódico, Enric Hernàndez, o el de El País en
Cataluña, Lluís Bassets, Marina Pibernat --ahora está volviendo el gran
actor Toni Albà--, Gabriel Colomé, Ferran Toutain, Àngel Ros, Manuel Cruz, Roger Molinas (el arqueólogo glamoroso) ... por citar sólo unos cuantos casos.
Y
sobre la vocación de señalar, tan propia de aquellas situaciones
históricas que en este país es de mala educación evocar podríamos
referirnos a la más reciente: la difusión de una fotografía (...) de dos periodistas de una reconocida trayectoria profesional acompañada de su dirección de twitter y el comentario movilizador de rigor.
Es importante apuntar aquí un detalle sobre la protección oficial de estas conductas. Visto el riesgo excesivo que suponía el alargamiento de la ofensiva sobre un personaje tan conocido internacionalmente como Serrat se produjo la intervención drástica que eliminaba la noticia de las declaraciones de los diarios electrónicos nacionalistas, todos subvencionados claro.
Aparte de estas batallas contra los enemigos identificados, las intervenciones de los radicales en los foros de la blogosfera nacionalista hacen caer la cara de vergüenza por su fanatismo y mezquindad intelectual. Son una manifestación perfecta de la banalidad del fanatismo sólo comparable a la estupidez irresponsable de los activistas españolistas de extrema derecha que estos días se han podido poner las botas a cuenta del 12 de octubre.
Si
los activistas independentistas dedicaran una pequeña parte de su
tiempo a leer y documentarse sobre la historia de su país en vez de
alimentarse exclusivamente de la Factoría Born 1714, se ahorrarían hacer el
ridículo con tanta insistencia.
Podrían
comprobar, horrorizados, como su ataque los sitúa en la misma
posición de los que impidieron a Serrat cantar en catalán en el Festival
de Eurovisión de 1968 y que, más tarde, provocaron su exilio en México
en 1975 después
de haberse significado en la protesta contra los últimos cinco
fusilamientos del régimen de los que ahora se cumplen cuarenta años.
Claro, sin embargo, que en la Cataluña ensimismada de dicho proceso de estas referencias ni se habla. El país está demasiado ocupado como para recordar los últimos
fusilados aunque una de las ejecuciones, la de Paredes Manot, el Txiqui,
se cumplió en Cerdanyola.
Se
trata ante todo de asegurar que sigan mandando los de siempre y, en
unas circunstancias tan críticas para la patria, no es bueno que se
distraiga la atención de los fieles con referencias a la corrupción, a la
persistente ausencia de gobierno o simplemente a lo que está pasando en el mundo." (Xavier Roig, Crónica Global, 21/10/2015)
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