"La actual izquierda catalana es una gran desgracia. No es que nunca haya
brillado de forma resplandeciente, pero hay que reconocer que, durante
el franquismo, el PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya),
partido hermano del PC español, hizo lo que pudo por construir una
oposición al régimen.
Los demás partidos eran irrelevantes, incluidos
los trotskistas de Jaume Roures y los independentistas del
PSAN-Provisional, que eran cuatro gatos a los que nadie prestaba la
menor atención. A algunos partidos ni se les conocía: yo no me crucé un
socialista hasta finales de los años 70, cuando faltaban muy pocos para
la gran victoria del PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra.
No es de
extrañar que algún gracioso se agarrara a uno de sus slogans triunfales
(100 años de honradez) y lo completara adecuadamente (100 años de
honradez y 40 de vacaciones). De hecho, la gran sorpresa de la
Transición fue la progresiva irrelevancia del PC y del PSUC. (...)
En Cataluña, los comunistas iniciaron una deriva tenebrosa que los
ha llevado a la situación actual, cuando, si quieren pillar cacho
electoral, tienen que pegarse como lapas a Ada Colau, a Pablo Iglesias e
incluso, en algunos casos, a Artur Mas.
Esto último es lo que ha hecho
Raul Romeva, hombre corpulento y de rutilante calvorota que encabezó
Junts pel Sí, la lista electoral independentista en la que el inefable
Artur Mas ocupaba el número cuatro, parapetado tras Mr. Proper y las dos
supuestas representantes de la sociedad civil, Muriel Casals y Carme
Forcadell (en el número cinco iba Oriol Junqueras, supuesto jefe de la
oposición que también ejerce de socio de gobierno, y en el seis, Eduardo
Reyes, mandamás de Súmate, la asociación de charnegos amaestrados que
puso en marcha ERC para incrementar su base de fans).
Nadie entiende muy
bien qué hace un comunista presidiendo falsamente una lista en la que
quien corta el bacalao es un número cuatro que pertenece a un partido de
derechas y corrupto hasta la médula, un tipo que ha efectuado más
recortes que nadie y que ahora se presenta como el zar de la
anti-corrupción y el paladín de la justicia social.
O, por lo menos,
nadie que viva fuera de Cataluña y no haya asistido al triunfo de lo
nacional sobre lo social en nuestras queridas fuerzas de izquierda. Aquí
la patria se ha llevado el gato al agua, ha dinamitado el PSC
–sirviéndose de la pusilanimidad connatural de la formación-, ha
convencido a miles de personas de que lo nacional y lo social van juntos
y ha dado cobijo, por una parte, a cientos de miles de seres humanos de
que España tiene toda la culpa de los que le pasa, y por otro, ha
recogido a todo tipo de políticos que llevan fracasando desde la
Transición y han encontrado en el independentismo el último banderín de
enganche (lo cual demuestra que la patria puede ser el último refugio de
los canallas, pero también de los trepas, de los fracasados y de los
idiotas).
Si hay una figura social que se ha sacralizado estos
últimos años en Cataluña es la del izquierdista que abandona el
internacionalismo que aprendió en Marx y Engels para unirse a la pequeña
burguesía en el amor a la tierra como medida máxima de todas las cosas. (...)
En ese sentido, Raul Romeva es el proto-traidor de la izquierda,
pues se supone que a esa corriente política pertenecía. Ya sabemos que,
en realidad, es un pijo de Sant Cugat para el que la izquierda es un
concepto más estético que ético.
Ya cuando estaba en el parlamento
europeo, era mucho más conocido por sus actividades en contra del país
que le pagaba el sueldo, España, que por sus propuestas progresistas.
Como representante de ICV, no tardó nada en sumar sus esfuerzos a Maria
Badía, del PSC, y a Ramon Tremosa, de CiU, para chinchar al gobierno
español sin tasa…
Hasta el punto que Ciudadanos tuvo que desplazar a
Bruselas a dos de sus mejores hombres, Javier Nart y Juan Carlos
Girauta, con la exclusiva misión de hacerles la vida imposible a esos
tres, cosa que lograron en gran medida. Del trío Catalufos, cabe decir
que el que más destacó fue el señor Romeva, del que cabe citar dos de
sus mociones más de traca:
1/ Presentó una queja por la patada
que un jugador del Real Madrid, Pepe, le había atizado a uno del Barça,
Messi, en el transcurso de un partido de la máxima rivalidad.
2/
Se quejó amargamente de que unos cazas del ejército español
sobrevolaran Gerona de manera amenazante, según él. El estupor en la
Eurocámara fue total y absoluto: nadie había escuchado jamás a un
diputado protestar porque unos aviones de su país sobrevolaran
territorio nacional.
No es cierto que el nacionalismo se cure
viajando, don Pío. Nuestro calvo favorito dedicaba en Bruselas lo mejor
de su tiempo a los leñazos entre futbolistas y a unas naves del ejército
del aire surcando el límpido aire gerundense. (...)
Sus antiguos compañeros de cuadrilla progre, evidentemente, le han
cogido un poco de manía, pero lo mismo le pasó a Ferran Mascarell cuando
se pasó del PSC a Convergencia en un santiamén. Parece que cuando de lo
que se trata es de medrar, la ideología se la puede pasar uno por el
arco de triunfo, sobre todo si ya lleva un tiempo haciendo el patriota a
conciencia.
Lo de Mascarell fue insuperable, eso sí, pues el hombre se
hallaba en una reunión del PSC planeando las iniciativas culturales del
partido cuando le sonó el móvil, abandonó la sala para atender la
llamada y cuando volvió a entrar dijo que era Artur Mas, que le había
ofrecido la consejería de Cultura y que él le había dicho que sí. En la
sala había entrado un socialista y salido un convergente.
Ríase usted
del milagro de los panes y los peces. Lo de Romeva no fue tan descarado,
pero casi. Enseguida le convencieron para hacer de figurón, y así la
lista transversal era más absurda que nunca: el primero iba el cuarto,
había dos yayas que nadie sabía qué pintaban y hasta figuraba un señor
que era al mismo tiempo el jefe de la oposición y el socio de gobierno,
algo que no ha sucedido jamás en ningún rincón del mundo. (...)
¿Cree sinceramente Romeva que la independencia corre paralela a la
justicia social? Lo dudo ¿No se ha dado cuenta de que la Cataluña de Mas
seguirá siendo la cueva de Alí Millet, controlada por las cien familias
de toda la vida? Igual sí. Ya son miles en este paisito entregado a la
irracionalidad y al pensamiento mágico para el que lo importante es
quedarse solos en el mundo. Se trata de convertir Cataluña en la aldea
de Asterix, y en eso está Romeva." (Ramón de España , Facebook, Rebelión, 06/10/2015)
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