"(...) El buzón que los familiares y amigos de Joseba
Pagaza colgamos de un árbol en la plaza de Andoain no pretendía morder a
nadie. Solo aspiraba a ofrecer la oportunidad a quien quisiera usarlo
de aliviar su conciencia y decir lo que hasta entonces había callado por
miedo o vergüenza.
En Andoain fue asesinado Joseba, como José Luis
López de la Calle y otros: allí había sufrido amenazas, agresiones, allí
alguien había informado de sus hábitos a los asesinos, allí muchos
vecinos cerraron sus ventanas el día de la manifestación que clamaba
contra su asesinato, solidarizándose así con el criminal y no con la
víctima.
Allí hubo y sigue habiendo muchos cómplices activos o pasivos
de esa atrocidad y de las demás. Nosotros creemos que ya ha pasado la
hora de los lamentos y de reunirse dócilmente para recordar a los
difuntos.
Por eso ofrecimos ese buzón para que, aunque fuese
anónimamente, hicieran un acto de contrición quienes realmente tienen
motivos para ello, los que saben que por miedo en el mejor de los casos o
por odio en el peor se comportaron de manera indigna ante sus vecinos
hostigados y ejecutados. Es la mínima reparación humana que pueden
exigir los familiares de Joseba de quienes formaron parte de la jauría o
se vieron arrastrados por ella.
En el poco más de un mes que ha permanecido el buzón en el árbol de
Andoain, se han recibido bastantes mensajes, a veces conmovedores por su
sencillez y sinceridad. Pero ahora el Ayuntamiento del municipio, sin
dar ninguna explicación justificativa, ha decidido que el buzón debe ser
retirado, sea por quienes lo pusieron o por la guardia municipal –los
compañeros del propio Joseba– pero con los costes a cargo de los que lo
colgaron.
Esa retirada forzosa no va a acabar con los mensajes contritos
o solidarios de quienes quieran enviarlos, porque sigue abierto un
‘buzón de Joseba’ virtual al que pueden remitirse, pero es sin duda un
síntoma.
Al Ayuntamiento de Bildu le molesta que se les recuerde que el
arrepentimiento sigue pendiente y no como fórmula general y colectiva
sino como declaración personal de cada uno de los que se refugiaron en
la brutalidad anónima del ‘pueblo’ para abdicar de su condición de
ciudadanos. El buzón en el árbol era una llamada a la conciencia,
molesta naturalmente para aquellos que la tienen bien pringada o muy
anestesiada. De modo que ¡fuera con él!
La retirada del buzón es una ducha de realismo para los que de verdad
se creen los exorcismos del ‘proceso de paz’, cuyo único auténtico
objetivo es diluir a los agredidos y los agresores en una nube
inconcreta de ‘dolor’ generalizado y mucho ‘problema vasco’.
Las almas
bienintencionadas insisten en que hay que establecer un relato verídico
de la memoria sobre lo que pasó, de modo que quede claro quienes
asesinaron, extorsionaron e hicieron la vida imposible a los que no
pensaban como ellos, expulsándoles de sus puestos de trabajo, de sus
casas, de su vida normal como ciudadanos normales de España, que es lo
que eran.
Ese propósito está muy bien, claro, pero aún más urgente es
repetir el relato de lo que está pasando ahora mismo: o sea, cuál es la
situación actual en la universidad, la televisión, la empresa, el mundo
laboral y el mundo político, todo ese universo del que tuvieron que irse
a la fuerza los que estorbaban los planes de los más desaprensivos del
lugar. (...)
Hablemos de hoy, no de ayer, porque hoy como ayer sigue siendo aquí
muy difícil ejercer como ciudadano español, que es lo que somos hasta
nueva orden.
A quienes siguen dándole vueltas y proponiendo nuevos requisitos al
‘plan de paz’, cuyo único objetivo real es sacar a los condenados de las
cárceles cuanto antes y sin contrapartidas, les aconsejo que si van a
Roma no metan la mano en la Bocca della Veritá: seguro que a ellos sí
les muerde." (EL CORREO – 26/04/15 – FERNANDO SAVATER, en Fundación para la Libertad)
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