3/12/14

Las ideas sobre los ahorros fiscales ignoran que habría costes por la creación del nuevo Estado, caerían las inversiones y las exportaciones al resto de España

"Si quiere hablarse de un proceso independentista o de una aceptable reinserción de Catalunya en una “nueva España” hay que explicar a la población de Catalunya que el día después de la independencia el contexto en el que se estará será muy distinto del actual y que, durante muchos años, la independencia comportará más costes que beneficios.

 No será un infierno, pero tampoco ningún paraíso, y un paraíso, por cierto, pleno de incertidumbres. Con una “declaración unilateral de independencia” la transición sería dolorosa y no está claro que en el extranjero se abrieran los brazos a la nueva Catalunya como si nada hubiera pasado.

A mayor abundamiento, y como han dejado escrito los profesores Joaquín Tornos y Xavier Pons en el reciente libro colectivo ¿Existe el derecho a decidir? (Tibidabo), el derecho a decidir no existe en nuestro mundo.

 Junto a ello, yo mismo he dejado escrito en un capítulo del libro del Colegio de Economistas Economía de Cataluña: preguntas y respuestas sobre el impacto económico de la independencia (Profit) que una Catalunya independiente entraría en un proceso económico difícil al verse excluida de la Unión Europea y del apoyo del Banco Central Europeo. (...)

Las ideas sobre los ahorros fiscales parecen ignorar que habría que asumir costes por la creación del nuevo Estado y que la incertidumbre de la transición generaría retraimiento en las inversiones y menos exportaciones al resto de España -y quién sabe si al mundo si se deslocalizaran ciertas multinacionales exportadoras-, lo cual daría lugar a un mayor y más costoso desempleo que repercutiría, a su vez, en un menor margen presupuestario para pago de servicios públicos, intereses de la deuda, pensiones y subsidio de paro.

No voy a discutir aquí si una Catalunya independiente gobernada desde la plaza de Sant Jaume se gobernaría mejor, pues esto es muy subjetivo por más que compañeros míos economistas insistan en que las prioridades de política económica impulsadas desde la plaza San Jaume resultarían más beneficiosas para Catalunya que las actuales de la Moncloa por más que estas nos hicieron posibles los Juegos Olímpicos y nos hayan dejado el sincrotrón, el Mare Nostrum, un aeropuerto y un puerto de primer nivel y las cuatro capitales de provincia conectadas por el AVE. Hablar, además, en este ámbito, de la corrupción no lleva a conclusiones de mejora, pues hay corrupción aquí y allá.

Confiemos en que nuestros políticos se den maña para que no haya que darle demasiadas vueltas a lo que comportaría una eventual “declaración unilateral de independencia”, pero, de momento, hay que informar desapasionadamente a la ciudadanía de los riesgos que comportaría un futuro sin los arreglos políticos capaces de evitar que la tentación separadora avance."           (Un post-9-N mejor informado, de Francesc Granell en La Vanguardia, en Caffe Reggio, 21/11/2014)

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