"A menos de tres meses para que los escoceses decidan en referéndum
si ponen fin a 300 años de unión con Inglaterra, Gales e Irlanda del
Norte, las calculadoras echan humo. La última fase de la campaña del
Gobierno británico para intentar convencer a los escoceses de permanecer
unidos apela directamente al bolsillo.
Su informe Reino Unido, futuro unido: conclusiones del programa de análisis de Escocia
defiende los beneficios económicos y sociales de seguir adelante con
esa unión, en vigor desde 1707.
A comienzos de la semana, los residentes
en Escocia empezaron a recibir un panfleto con los números que están en
juego en el referéndum, “la decisión más importante que hará un votante
escocés en toda su vida”, señala la campaña del Ejecutivo.
“El resultado de esa votación es irreversible. Lo que los escoceses
decidan el próximo 18 de septiembre no tiene marcha atrás. Creemos que
hay una mayoría silenciosa que está a favor de seguir unidos pero
todavía hay muchos indecisos. Somos positivos pero no complacientes”,
explica Daniel Alexander, número dos del Tesoro británico y al
frente de la campaña gubernamental, como el escocés de mayor rango
dentro del Ejecutivo de David Cameron.
Alexander, del Partido Liberal,
atiende a EL PAÍS por teléfono en el trayecto que le lleva a Aberdeen,
donde sigue su campaña a favor del no a la independencia. La cuestión
está encima de la mesa en sus reuniones con inversores internacionales.
“Les veo muy preocupados, no les hace muy felices la posibilidad de que
Escocia se independice. Hay muchas empresas que están elaborando planes de contingencia para relocalizar sus compañías”, asegura.
Una de las primeras empresas en hacer públicos esos planes fue la
aseguradora Standard Life, con sede en Edimburgo desde 1825. La empresa
ha empezado a crear filiales para operar fuera de Escocia y a las que
poder transferir, si fuera necesario, buena parte de los 247.000
millones de libras que maneja en activos globales.
Es ahí, en la aparente fortaleza del sector financiero, donde reside
una de las mayores debilidades del proyecto independentista. Los
servicios financieros representan el 8% del PIB y dan empleo al 7% de
los ciudadanos escoceses. Pero los activos que maneja el sector —formado
por fondos de pensiones, bancos y aseguradoras, básicamente—
representan 12,5 veces el PIB de Escocia, por encima de los niveles que
presentaba Islandia antes de la crisis.
Por eso “es fundamental que las
entidades tengan acceso a un banco central que actúe como prestamista de
última instancia en caso de dificultades y que respalde los depósitos”,
advierte Myriam Fernández de Heredia, directora de ratings soberanos
para Europa de Standard & Poor's.
No se trata de una hipótesis.
Entre 2008 y 2009, Lloyds Bank Group, propietario del Bank of Scotland y
el Royal Bank of Scotland (RBS), recibió fondos de emergencia del Banco
de Inglaterra por más de 60.000 millones de libras y otros 65.000
millones del Gobierno británico para evitar su colapso. Aún hoy, el
Estado es propietario del 81% del capital del RBS.
Aun así, el principal riesgo del proyecto independentista pasa por
qué divisa utilizaría el nuevo Estado y cuál sería su banco central.
“Estas cuestiones están en el corazón de la incertidumbre que genera la
independencia escocesa y podría afectar negativamente a los activos
financieros”, subraya Nick Bate, economista de Bank of America Merrill
Lynch en un reciente informe. Los partidarios del sí han apostado por
mantener la libra esterlina, una opción rechazada por los tres
principales partidos británicos.
El gobernador del banco central, Mark Carney, advertía a finales de
enero que el uso de la libra llevaría a Escocia a formar una unión
monetaria con el resto del Reino Unido, “y dada la experiencia vivida en
la eurozona, eso implicaría un estricto Pacto de Estabilidad para
evitar los problemas que hemos vivido en los últimos años”, lo que
implica, de entrada, una pérdida de soberanía.
Otra opción es seguir el
modelo de Panamá, que utiliza el dólar como moneda nacional, pero cuyos
bancos no están supervisados por Estados Unidos, no pueden acudir a la
ventanilla de la Reserva Federal a financiarse o cuyas condiciones no se
tienen en cuenta a la hora de fijar la política monetaria.
“La
combinación de un gran sistema financiero, la falta de acceso a los
servicios del Banco de Inglaterra y un Gobierno que se endeuda en una
divisa sobre la que no tiene control puede suponer un considerable
riesgo para Escocia”, advierte Bate.
Hay otras alternativas, como crear una divisa propia o solicitar el acceso a la Unión Monetaria Europea,
procesos que pueden llevar años y durante los cuales el sistema
financiero carecería de un prestamista de última instancia y el Estado
tendría complicado el acceso a la financiación. Pese a ello, “el reto
para que Escocia se independice sería significativo, pero no imposible”,
subrayaba S&P en un informe en febrero.
Lo cierto es que hasta ahora, los mercados financieros no parecen dar mucho crédito a la posibilidad de que gane el sí. (...)" (
Alicia González
El País, Madrid
27 JUN 2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario