"Pinche aquí para consultar la versión alemana de este artículo escrito por Stefanie Claudia Müller
Alemania
es el socio económico más importante para España y, en consecuencia,
para Cataluña. Es justamente por esto que los empresarios germanos ahora
están muy preocupados sobre la intención del Gobierno catalán de separar la región del resto de España.
Algunos de los miembros del círculo de ejecutivos alemanes en Barcelona
(KdF) han salido del silencio que caracteriza a muchos círculos
económicos y políticos en relación con la política de Artur Mas.
Han
publicado una declaración como personas privadas en la cual expresan su
enorme preocupación sobre esta evolución en Cataluña, que ellos ven no
solamente económicamente peligrosa por la salida de Cataluña de la Unión
Europea, sino también porque es anacrónica y potencialmente desastrosa.
Textualmente dicen: “Alertamos de los peligros de un fervor
nacionalista, que en el último siglo ha traído sufrimientos
inmensurables sobre Europa y que tampoco traerá nada bueno para Cataluña.”
Esta declaración valiente, promovida, entre otros, por el abogado Carlos Wienberg
en Barcelona refleja lo que muchas empresas foráneas y políticos
extranjeros piensan pero no quieren expresar.
Y la élite empresarial
española, en una dejación suicida, tampoco se ha querido pronunciar ni contra el independentismo ni contra la inaudita cobardía del Gobierno y del Rey.
Pero
es esencial frenar este movimiento que lleva a una situación absurda en
la que se manda a corresponsales extranjeros notas de prensa en catalán
o soflamas sobre la independencia en inglés, en las que se les invita a ir a Cataluña para hablar con los líderes proindependencia
para dejarse convencer de algo que es para todos los economistas y
también politólogos una auténtica locura, y que no corresponde ni a una
lógica histórica –Cataluña jamás ha sido independiente y menos aún una
nación– ni a una necesidad del pueblo catalán que no vive bajo ningún
tipo de presión.
En Alemania, como en el resto del mundo civilizado,
pagan más impuestos al Estado los estados o länder más ricos como Bayern y Baden-Württenberg, porque tienen la suerte de tener en su territorio las mejores empresas del país.
Se ha publicado ya en muchos medios importantes en Alemania. Wienberg
quería sobre todo dejar claro que Cataluña tiene que salir de la UE en
un caso de independencia: “Van Rompuy, Barroso, Redding y Junckers lo
han confirmado varias veces”, dice el abogado.
Y en este sentido resulta
tan falsa como patética la propaganda por parte del Círculo Catalán de
Negocios que dice en un comunicado a la prensa extranjera que no está claro que Cataluña tenga que salir de la UE,
que no hay nada escrito de que esto será así.
Este círculo de
empresarios catalanes tramposos que están engañando miserablemente al
pueblo catalán recuerdan a los eclesiásticos de Constantinopla
discutiendo sobre el sexo de los ángeles cuando los turcos estaban
escalando sus murallas.
Se trata de una ceguera suicida. Y no solamente una Cataluña separada tendría que abandonar la Unión Europea, es que todas la empresas y bancos con sede social en Cataluña tendrían que abandonar España,
donde realizan los dos tercios de su negocio, lo que, unido a la
desbandada de las multinacionales de alimentación y farmacia en la
región ya que sus principales clientes están en el resto de España,
hundiría el PIB per cápita a poco más de la mitad en el mejor de los
casos.
Y algo que preocupa extraordinariamente en los mercados de
capitales: Cataluña tendría que hacerse cargo de su cuota parte –como ha
sucedido en todos los procesos de escisión– de la deuda española, que
es del 20%.
Como la deuda total de España (pasivos en circulación) es de
1,36 billones de euros, no sólo la computable, Cataluña debería abonar
272.000 millones de euros, a lo que se añaden los 50.000 que adeuda en
forma directa; un total de 322.000 millones de euros, lo que es imposible de asumir por Cataluña y que la conduciría a la suspensión de pagos al día siguiente de declarar la independencia.
Aquellos
descerebrados que afirmen que no se harían cargo, el Gobierno de España
tiene los medios para cobrarla embargando los activos de empresas
catalanas en España para luego subastarlos, exactamente igual que hace
hoy Hacienda para cobrarse los impagados de los contribuyentes.
Dejando
estos temas aparte, con la llamada “declaración de Barcelona” de los
economistas alemanes, se ha sensibilizado a la opinión pública alemana
sobre problema real que los catalanes, muchos de ellos, no quieren ver. La independencia no aporta nada a Cataluña, solamente problemas.
Y no sólo es una cuestión económica, lo que es bastante de sentido común (rotura de un mercado común), sino que acarrearía consecuencias políticas para los catalanes que, o no consideran, o ni se las pueden imaginar.
Muchos de los extranjeros que viven en Barcelona, una ciudad maravillosa y siempre muy cosmopolita, están literalmente hartos de las conversaciones independistas y el catalanismo. Ellos han venido a España para aprovechar la movilidad de la UE e intentar su suerte en otro país.
Ahora tienen que luchar contra el extremismo
con que se enseña la lengua catalana y se impone una cultura que debe
ser de libre elección, y que sólo la inaudita pasividad del Gobierno
está permitiendo que se vulnere la Ley y los derechos humanos más
elementales.
Mas critica al Gobierno central de ser “imperial y
intolerante”, pero es eso, exactamente, en lo se convierte Cataluña, que
siempre fue una fuente de muchas culturas.
Las inversiones en curso no se han detenido porque consideran el tema
erróneamente cerrado, al ser declarada ilegal la consulta por el
Tribunal Constitucional. Y no es extraño que en Alemania consideren eficaz e irreversible
la decisión del Tribunal Constitucional que anula la convocatoria de un
referéndum para la autodeterminación de Cataluña.
No podemos olvidar
que para los alemanes, igual que el resto de las naciones democráticas,
la noción de Estado de Derecho, creada por el gran jurista Robert von Mohl,
es algo muy serio.
Jamás puede entenderse ni allí ni en ninguna otra
parte, como en España, que se emplee continuamente la expresión "Estado
de Derecho" para indicar que aquí la vida política y económica está
regida por leyes, y luego estas no se cumplen en función de los
intereses cortoplacistas o no de las oligarquías política y económica.
Debe recordarse ahora, para que a ningún extranjero le extrañe, la poca importancia que tienen en España las leyes políticas y económicas.
Por ello, y aunque el Tribunal Constitucional haya anulado la validez
del referéndum convocado por el actual Gobierno catalán, eso no quiere
decir en absoluto que las autoridades políticas separatistas vayan a
respetar esa decisión constitucional.
Si el presidente de la Generalitat
no llega a convocar ese referéndum no será porque una entelequia
jurídica como la del Tribunal Constitucional se lo prohíba, sino porque
teman la intervención de la policía estatal para impedir de hecho que se celebre.
Se
pensará que aquí lo único que cuenta es la política de hechos
consumados. Y tienen razón los que así opinan, porque esta situación se
habría cortado de raíz si el Jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, o el rey Don Juan Carlos de Borbón
no hubieran permitido a ninguna autoridad sometida a la soberanía del
Estado Español que el presidente de la Generalitat hubiera llegado tan
lejos; no sólo en sus palabras, sino también con actos políticos
claramente delictivos tipificados en el Código Penal español como
“provocación para la sedición”, penado con una codena de hasta 20 años.
Y
un lugar de meter en la cárcel a Artur Mas, le abrazan y saludan afectuosamente.
Esta
deriva independentista daña extraordinariamente la imagen de la
economía alemana, que es muy importante en esta región de España, donde
tienen sede Seat, la filial de Volkswagen, o Lidl y Allianz. “A los alemanes nos gusta tener seguridad en nuestras planificaciones. Este proceso de independencia genera mucha inseguridad”, explica Georg Abbeg del despacho Roedl & Partner en Madrid. (...)
La provocación del nacionalismo radical amenazando con violencia a
Montoro, que es precisamente quien saquea a los españoles para
regalarles el dinero a los separatistas catalanes, demuestra una vez más
que la debilidad ante el chantaje independentista favorece el aumento y la extensión de las fuerzas separatistas, que no pagan a traidores.
Un ejemplo más del suicida error de D. Juan Carlos diciendo a los separatistas que hablando se entiende la gente,
y de Margallo, felicitando a la Generalitat por el éxito de la Diada
encadenada. Es difícil encontrar en la historia europea personajes de
tan peligroso e irresponsable histrionismo.
Pero el tema es infinitamente peor. El Rey y Rajoy están negociando, con la oligarquía catalana, a espaldas de los españoles,
un pacto fiscal que supondría no sólo la ruina de las demás regiones,
sino, sobre todo, la destrucción de la unidad nacional y moral de
España.
Esta forma felona de gobernar estaría regalando a Cataluña lo
que los catalanes no han podido durante toda su historia: una nación propia.
Esta inaudita gesta de cobardía ante un separatismo aldeano que no
resistiría ni a una compañía de la Guardia Civil ejecutando la orden de
un Boletín Oficial del Estado, que se paralizó de miedo ante Franco,
quiere obtener ahora, ante una Monarquía nula y un Gobierno amedrantado,
lo que Cataluña nunca fue.
Al Rey y al Gobierno no les impresiona lo
más mínimo el hecho de estar rompiendo 500 años de historia de España. ¿A cambio de qué?" (Roberto Centeno, blog, 26/05/2014)
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