3/3/14

El modelo de familia troncal explica el carlismo catalán y vasconavarro, después transmutado en nacionalismo irredento.

"(...) Pero cuando se acerca la hora de la verdad al final del tricentenario, y el proceso amenaza con encallar, se diría que la primavera se está mudando en otoño hasta volver las cañas lanzas.

Así pude notarlo en mis propias carnes cuando mi última tribuna del fin de año en estas páginas (“El misterioso caso catalán”, 31-12-13) mereció un airado coro de agresivas respuestas por parte de grandes firmas en La Vanguardia

Y todas ellas me acusaban de haber confundido las cosas al relacionar el nacionalismo catalán con la familia troncal. No perderé tiempo en defenderme, pues el citado argumento no es mío sino del célebre demógrafo histórico Emmanuel Todd, discípulo del gran Peter Laslett en la Escuela de Cambridge.

 Es el mismo argumento que después haría suyo un respetado historiador gerundense que hoy profesa en la ÉHÉSS de París, Jordi Canal, quien recurrió al modelo de familia troncal de Todd para explicar el carlismo catalán y vasconavarro, después transmutado en nacionalismo irredento.

 Y algo análogo ha hecho en estas páginas otro economista catalán, César Molinas, cuando ha recurrido al concepto de casa pairal(también vinculado a la familia troncal) para explicar el anacronismo nacionalista.

 Por mi parte no pretendo predicar relaciones de causa a efecto entre el derecho civil catalán y las reivindicaciones nacionalistas, pero sí me parece plausible admitir algún tipo de afinidades electivas(ese concepto de Goethe que fue usado por Weber como sucedáneo de causalidad) entre ambas realidades históricas, la una demográfica y la otra cultural. Mea culpa. (...)

Es la clásica pelea entre hermanos que riñen por el reparto del patrimonio familiar heredado de sus mayores. Y el hereu o primogénito catalán desea romper los compromisos históricos que le vinculan al resto de hermanos, ya sean aragoneses, valencianos y baleares o castellanos.

 De ahí el síndrome de familia troncal o casa pairal, que el hereu desea apropiarse para sí excluyendo a sus hermanos del disfrute del patrimonio común. Y para expresarlo metafóricamente, nada mejor que la parábola evangélica del hijo pródigo, aquí representado por los españoles subsidiados (extremeños, andaluces, manchegos, murcianos…) que se gastan alegremente los fondos de la caja común con gran indignación del hermano mayor catalán, auténtico sostén responsable del patrimonio familiar. (...)

La moraleja es obvia. En lugar de dejarse llevar por las bajas pasiones fratricidas, que les conducen a aceptar la ruptura del patrimonio familiar (“prefiero la ruina antes que repartir la primogenitura con mis pródigos hermanos españoles”), los responsables catalanes harían bien en tratar de sujetarlas para sublimarlas en beneficio del interés común.

 Así garantizarían la continuidad y la futura prosperidad de la casa pairal, que hoy amenazan con echar a perder jugándosela a cara o cruz en la contingente consulta plebiscitaria. Pues los ciclos de protesta (Tarrow) como el catalán actual cursan con apasionada intensidad.

 Pero tras alcanzar su clímax de apogeo empiezan a decaer, como sucederá con el inexorable declive que aguarda a la movilización secesionista. Entonces las pasiones épicas nos parecerán patéticas, si es que no ridículas.  (...)

Que los catalanes actuales quieran dejar de ser españoles no significa que tengan derecho a desheredar a sus descendientes. Por eso sería mejor asumir el espíritu de la parábola del hijo pródigo, que permite al agraviado primogénito superar su resentimiento si logra obtener un justo reconocimiento de su hermano menor (en la línea del principio de ordinalidad que remite al orden de nacimiento entre hermanos).

 Para ello no sirve cualquier arreglo, pues resultaría una ofensa que los demás españoles ofrecieran comprar la permanencia mercenaria de los catalanes con un pacto fiscal a la vasca como espurio soborno. Y en su lugar debemos pedirles que se queden con nosotros ofreciéndoles a cambio lo que sin duda más merecen: nuestro sincero reconocimiento de su identidad singular como primus inter pares."              ( , El País, 25 FEB 2014 )

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