"(...) Creo que sería muy pertinente que la Assemblea Nacional Catalana
especificara hasta dónde llega el magisterio de las tres ex repúblicas
soviéticas. ¿Se va a copiar también lo de otorgar la nacionalidad a
partir de cierta fecha de nacimiento? Si es así, cabe recordar que ellos
escogieron 1940.
¿Y qué pasa con las lenguas? ¿Van a imitar la falta de
respeto al español que ellos muestran ante el ruso? En Letonia, la
única lengua oficial es el letón pese a que el ruso es la lengua materna
de casi el 30% de la población y, por poner un ejemplo, Muriel Casals,
presidenta de Òmnium Cultural está en esa misma línea.
¿Quieren ella y Carme Forcadell que la sociedad civil catalana sea a
imagen y semejanza de la sociedad civil báltica? Lo cierto es que jamás
les he visto criticar a estos tres países por estos aspectos, más bien
al contrario, todo son parabienes y demostraciones de gratitud por las
palabras de Algirdas Butkevicius, primer ministro de Lituania, por su apoyo al soberanismo catalán (aunque
luego dijo que la ACN había realizado una interpretación tendenciosa de
sus declaraciones) y las del por entonces primer ministro letón, el populista Valdis Dombrovskis.
Pero no quiero que se me acuse de caer en el discurso del miedo así
que apartemos de nuestras mentes estos feos ejemplos bálticos –que luego
los del Ara me castigan- y pensemos en positivo. Después de todo, el líder de ERC, Oriol Junqueras, ya ha dicho que todo el que lo desee podrá tener la doble nacionalidad.
Lástima que, en realidad, esto no esté en sus manos.
Para empezar, pese
a que él afirma que hay muchos ciudadanos en el mundo que tienen la
doble nacionalidad esto no es exactamente así pues, estadísticamente,
son una auténtica minoría y, según el Derecho Internacional, las doble
nacionalidad es una fuente de conflictos y debe ser reducida.
Además, para que esto suceda, tienen que estar de acuerdo los dos
países lo cual, de entrada, ya resulta imposible si la secesión se
realiza mediante una declaración unilateral, como el propio Junqueras
propone.
Pero, qué caramba, he dicho que voy a ser optimista así que
vamos a ponernos en el mejor de los casos, en una secesión amistosa y
con el reconocimiento de Cataluña como país por parte de España.
Parece
evidente que gran parte de la población querría esa doble nacionalidad,
que no hace falta ni haber cursado 1º de Publicidad para saber del poder
de un 2x1. Imaginemos que, por ejemplo, unos seis millones de personas
deciden solicitarla. ¿Alguien se imagina un país que tiene semejante
cantidad de súbditos viviendo en el país de al lado?
Descartado el modelo de Letonia, Estonia y Lituania, y con nuestras
nuevas gafas de color de rosa, damos por hecho que el nuevo Estado dará a
todos los actuales ciudadanos la posibilidad de adquirir la
nacionalidad catalana –sin decantarse ni por el ius solis ni por el ius
sanguinis que suelen ser los principio usuales para adquirir la
nacionalidad- según reza la propaganda de CiU, pero
lo que no sabemos es cuántas personas estarían dispuestas a aceptarla.
Parece que ya ha quedado bastante claro que si un país se secesiona,
queda fuera de la Unión Europea y tiene que volver a pedir el ingreso
por lo que es posible que mucha gente, más allá de los lazos
sentimentales con España, quiera mantener la nacionalidad española por
puro pragmatismo, para poder seguir siendo miembro de la UE, lo cual nos
podría llevar al mayor de los absurdos: Cataluña convertida por fin,
según el sueño de unos cuanto, en un Estado independiente pero con una
gran parte de la población que sigue siendo española.
Al final del
camino, ¿podríamos encontrarnos con un Estado… sin nacionales?" (Sonia Sierra, Crónica Global, Lunes, 27 de enero de 2014)
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