"Hay un malentendido que urge aclarar. Me he dado cuenta al leer el documento titulado Las relaciones de cooperación entre Cataluña y el Estado español,redactado
y difundido por el Consell Assessor per la Transició Nacional a finales
de este pasado año.
Vean esta frase contenida en la justificación del
informe del grupo de expertos nombrado por Artur Mas: “Sería absurdo
concebir esta independencia como una vía de ruptura con España”.
Y a
continuación, este argumento que sirve para sostenerla, junto al ya muy
conocido de la interdependencia dentro de la globalización: “Tal como se
desprende de las manifestaciones explícitas y mayoritarias de los
actores públicos y privados que intervienen en el proceso, hay un
voluntad explícita de fortalecer los vínculos históricos y actuales,
colectivos y personales que existen entre los dos territorios”. (...)
La idea tan portentosa y de momento incomprendida de que la consulta y
la independencia son buenas para España y para Europa no ha hecho más
que empezar a abrirse camino.
Separarnos para luego abrazarnos, según
expresión del filósofo Xavier Rubert de Ventós, cuya traducción
inmediata es insultarnos y arañarnos primero para besarnos y piropearnos
después. Está claro que los asesores de Artur Mas han creído que si
adelantamos algo en besos y piropos, será mucho más fácil el divorcio.
¡Y vaya besos y piropos!
Tiene que gustar la idea de que España tendrá un aliado fiel y
responsable, con el que formará un Consejo Catalano-Español, a imitación
del Benelux, para colaborar juntos en Europa.
También gustará y mucho,
sobre todo a los portugueses, la oportunidad que será para España la
creación de un Consejo Ibérico en el que los países peninsulares se
relacionarán como lo hacen ahora los países escandinavos entre sí;
aunque habrá que anotar la dificultad para explicar tan magnífica idea a
los nacionalistas vascos y gallegos, que se verán incluidos en España y
excluidos de una relación multilateral entre iguales.
Pero lo que sin
duda más gustará internacionalmente es la creación de una relación
institucionalizada entre los territorios de habla catalana de cinco
Estados: España claro está, Andorra, Francia, Italia y, naturalmente,
Cataluña, en razón de que incluyen poblaciones de habla catalana a las
que les interesará participar de una relación institucionalizada con la
nación patrocinadora.
Ya sabemos cuánto gustan estas iniciativas entre países vecinos,
aunque a veces puedan propulsar proyectos irredentistas que, por
supuesto, el Consell no nombra ni tiene en cuenta, porque naturalmente
no existen o si han existido ahora no tienen importancia.
Más aún, la
nueva relación de igualdad permitirá además “superar lo antes posible
las viejas desconfianzas por pancatalanismo que han
condicionado hasta ahora todos los intentos de colaboración”. Como se
puede ver, con buena voluntad aparecen soluciones imaginativas a
cualquier problema. Hay políticos que saben hacer siempre zumos dulces
con limones amargos. No será ahora cuestión de reprochárselo." (
Lluís Bassets
, El País, Barcelona
5 ENE 2014)
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