14/1/14

La 'política de la claridad' canadiense es la solución... y la inglesa

"(...) Argüir la fuerza implacable de la Constitución para impedir la consulta es inequívocamente legítimo, pero dudo mucho que sea tan útil políticamente como la respuesta dada por el Tribunal Supremo de Canadá a la ofensiva soberanista de Quebec, un intento jurídico serio de ofrecer una vía legal que, sin reconocer el “derecho a la secesión”, permita atender las demandas pacíficas y democráticas de una parte de su población y que aquí podría contemplarse mediante una ley ordinaria que regulara el derecho de una comunidad autónoma a plantearse un futuro diferente bajo determinadas condiciones.
 
No tienen derecho a irse por las buenas (como corroboraba hace unas semanas el profesor Rubio Llorente), pero consulten ustedes a la ciudadanía, les vino a decir el tribunal a los quebequeses, mediante una pregunta clara sobre irse o quedarse sin eufemismos ni trampas semánticas como “derechos a decidir” y sucedáneos; en segundo lugar deben obtener ustedes una mayoría amplia (a determinar, pero no parece suficiente la simple mitad más uno para romper un país), garantizar los derechos de quienes en su comunidad no quieren separarse (el nuevo Estado debería ser tan plurinacional y plurilingüístico como el que más) y, una vez en este punto, negociar el reparto de muebles con el resto del país (previa reforma constitucional). Y así están las cosas desde entonces en Canadá, en un tranquilo statu quo.

¿Que el riesgo es demasiado grande? ¿Y cuál es el de no hacerlo?(...)

 Como sugiere la Ley de Claridad canadiense, la pregunta debe ser clara, sin ambigüedades (la propuesta por la Generalitat es, cuando menos, compleja), y debe estar precedida por una campaña diáfana en la que se explique a los electores catalanes los pros y contras de la decisión, especialmente económicos y de inserción internacional, sin tapujos ni subterfugios.

 En este sentido, los ingleses están dando una lección de pragmatismo: pregunten ustedes a sus ciudadanos, les dicen a los escoceses, si quieren seguir perteneciendo o no a UK, pero tengan en cuenta que en caso negativo les trataremos como a extranjeros, que nuestra Armada no tiene por qué construir sus barcos en astilleros escoceses, que cuál va ser su moneda, cómo se va a realizar el reparto de la deuda, etcétera.

El escuchar la respuesta parece mucho más inteligente que el prohibir la pregunta, menos dañino para la marca España y puede que abocara, como en Canadá, a un plácido statu quo para varios lustros, lo cual sería un alivio y un descanso para la ciudadanía de este país… de países."                 ( , El País, 7 ENE 2014)

No hay comentarios: