"Lo realmente extraño es que la crisis actual del PSC no
se hubiera producido antes: habría sido mucho mejor para los
socialistas catalanes. Porque el problema del PSC desde que en 2010 se
acabó el Gobierno tripartito, con Montilla al frente, ha sido su
ambigüedad en la gran cuestión de la independencia, el derecho a decidir
o como se le quiera llamar
Es decir, en aquello que los nacionalistas
catalanes denominan “el proceso” y que en Cataluña tapa y oculta
cualquier otro debate. (...)
El problema es que el PSC siempre ha sido un partido acomplejado por temor a no ser suficientemente catalán.Este
incomprensible temor —ya que se trata de un partido que actúa en
Cataluña, y en las cuestiones que afectan a este ámbito tiene libre
capacidad de acción— proviene de que buena parte de los dirigentes
socialistas catalanes creen en la misma concepción de Cataluña que, por
ejemplo, Jordi Pujol: Catalunya es su lengua, su historia, su cultura,
su carácter colectivo… Siempre que esto se defina como yo quiero. (...)
Ello no tendría ninguna relevancia si no fuera por un dato político
clave: el PSOE no se presenta en Cataluña como tal y su franquicia es el
PSC. El resultado es una anomalía que los socialistas —tanto catalanes
como españoles— nunca han querido reconocer: en todas las elecciones
generales desde 1977 (a excepción de 2011) en Cataluña ha ganado el PSOE
y en todas las elecciones autonómicas el PSC ha perdido y ha ganado CiU
(matiz: en 1999 y 2003 los socialistas ganaron en votos y CiU en
escaños debido al sistema electoral).
Si se analizan los
resultados electorales puede comprobarse que en determinadas zonas de
Cataluña —las llamadas zonas industriales, granero de voto socialista—
la abstención aumenta exponencialmente en las autonómicas, y por eso el
PSC pierde, mientras que la participación aumenta en la misma proporción
en las generales, y por eso el PSC gana.
En definitiva, cuando se trata
de elegir a un candidato a presidente de Gobierno, hasta ahora siempre
del PSOE y nunca del PSC, los socialistas catalanes obtienen, con alguna
excepción, entre un 30% y un 40% más de votos. Muchos votantes
socialistas no se reconocen en el PSC porque cierta parte de sus
dirigentes son nacionalistas catalanes (...)
El principal problema es que se sepa con claridad dónde está el PSC
en el debate independentista. El problema también es que desde que el
PSC se alió con ERC tras las elecciones de 1999, hasta las últimas
autonómicas de 2012, el PSC ha perdido 660.000 votos, más de la mitad de
los que tenía: ha pasado de un 37% a un 14% de porcentaje de voto, de
52 escaños a 20 y, según los sondeos, bajando.
La sangría, pues,
ha sido brutal y no sé si Navarro estará a tiempo de atajarla. Pero en
todo caso, para atajarla y remontar, los potenciales votantes deben
saber dónde se sitúa el PSC en el actual debate, y los llamados
diputados díscolos —y los que opinan como ellos— impiden esta necesaria
clarificación como se ha comprobado por sus declaraciones de estos
últimos días, jaleadas por los medios de comunicación nacionalistas. (...)
Poco después de la gran manifestación por la independencia del 11 de
septiembre de 2012, Marina Geli, una de las diputadas por el momento
suspendidas de cargo, afirmó que dentro del PSC caben independentistas,
federalistas y confederalistas. Ya puestos, no sé por qué no dijo que
también cabían los centralistas.
En todo caso, un partido que admite una
cosa así no es un partido serio; mejor dicho, no es un partido sino un
movimiento confuso y embarullado.(...)" ('¿Somos suficientemente catalanes?', de Francesc de Carreras en El País, en Caffe Reggio, 22/01/2014)
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