"(...) La posibilidad de la bilateralidad como vía interpretativa de la
Constitución desapareció en el momento de la construcción inicial del
Estado con base en dicha Constitución.
El resultado del referéndum de ratificación de la iniciativa autonómica en Andalucía,
el 28 de febrero de 1980, extendió el certificado de defunción de dicha
posibilidad. A partir de entonces, la bilateralidad es un espejismo.
Pretender gestionar la diversidad territorial de España a partir del
principio de bilateralidad es desconocer la historia constitucional
democrática del país.
Me temo que el nacionalismo catalán no ha acabado de entenderlo.
Políticamente España no es la que ellos piensan que es. Ningún problema
de estructura del Estado se va a poder abordar sin el concurso del
conjunto de las comunidades autónomas. Ya no se puede ni siquiera
intentar abordarlo como se hizo en el momento de inicial puesta en
marcha de la Constitución.
En el otoño de 1979, cuando se pactaron entre el Gobierno de Adolfo Suárez
y la representación parlamentaria vasca y catalana los estatutos de
ambas nacionalidades, todavía se podía intentar buscar solución a los
problemas de estructura del Estado con base en una negociación
bilateral. Hoy ya no es posible. Dejó de serlo inmediatamente después de
que se produjera el intento.
La reacción que se ha producido ante el simple indicio de que se pudiera estar pensando en dar una respuesta singularizada a la financiación de Cataluña ha venido a confirmarlo. Ningún Gobierno de España puede hacer frente a la mera sospecha de parcialidad territorial. Ni siquiera en las filas de su propio partido. La recepción que ha tenido en el interior del PP la propuesta de Alicia Sánchez-Camacho habla por sí sola.
La negociación bilateral entre el Gobierno de la Generalitat y el
Gobierno de la Nación, a fin de reconducir el debate independentista a
unos términos aceptables para ambas partes, es una posibilidad que no
existe.
Tengo dudas de si, a estas alturas del guión, sería posible
poner en marcha una iniciativa de esta naturaleza en el Parlamento de
Cataluña, pero estoy convencido de que sería imposible hacerlo en las
Cortes Generales. La negociación bilateral no es una alternativa para
desactivar el independentismo.
La única alternativa para definir de manera distinta la posición de
Cataluña en el Estado español pasa por la reforma de la Constitución. En
mi opinión, sería la mejor de las posibles. Pero, me temo, que ni el PP
ni los partidos más representativos del nacionalismo catalán están por
seguir ese camino. En consecuencia, es una vía tan pensable
jurídicamente como imposible en términos políticos. (...)
Nos hemos instalado en el disparate
y cada día parece más difícil imaginar siquiera como se puede salir de
él. Nada me gustaría más que equivocarme y que se pudiera encontrar una
vía de solución en la que nadie se sintiera humillado. Pero cada vez lo
voy viendo más difícil." (
Javier Pérez Royo
, El País, 18 OCT 2013 )
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