1/10/13

Las posibilidades de que una Cataluña independiente se convirtiera en un Estado miembro de la UE, de forma automática, son nulas.

"(...) Se ha pretendido argüir que los catalanes ya son ciudadanos europeos y no se les podría privar de esa ciudadanía, pero esa interpretación es difícilmente sostenible. El artículo 9 del TUE dice: “…Será ciudadano de la Unión toda persona que tenga la nacionalidad de un Estado miembro. La ciudadanía de la Unión se añade a la ciudadanía nacional sin sustituirla”.

 Es decir, se es ciudadano de la UE porque se es ciudadano de un Estado miembro —en este caso España— y, en sentido contrario, la pérdida de esa condición implica simultáneamente la pérdida de la ciudadanía europea, que es consecuencia de aquella.

La Comisión Europea, ante una pregunta de la europarlamentaria laborista británica Eluned Morgan, dictaminó en marzo de 2004, que “cuando una parte del territorio de un Estado miembro deja de formar parte de ese Estado, por ejemplo porque se convierte en un Estado independiente, los tratados dejarán de aplicarse a este Estado. 

En otras palabras, una nueva región independiente, por el hecho de su independencia, se convertirá en un tercer Estado en relación a la Unión y, desde el día de su independencia, los tratados ya no serán de aplicación en su territorio”. Este dictamen fue reiterado por el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, en noviembre de 2012, y por la portavoz Pia Ahrenkilde y el comisario Joaquín Almunia el pasado día 16.
 
En cuanto a un posible reingreso, no existe otro camino que el descrito en el artículo 49 para cualquier ampliación, es decir, mediante un tratado de adhesión específico, y si hubiera otra vía en el futuro tendría que ser previamente aprobada también por unanimidad de los miembros actuales. 

En el Consejo Europeo, donde debería ser aceptado el hipotético reingreso de Cataluña, todos los Estados miembros tendrían derecho de veto. Por tanto, ese reingreso solo sería posible con el acuerdo de Madrid, aunque ni siquiera ese acuerdo garantizaría que no fuera vetado —o pospuesto— por cualquier otro Estado miembro

Nada sólido se ha construido nunca sobre bases falsas. Las posibilidades de que una Cataluña independiente se convirtiera en un Estado miembro de la UE, de forma automática, son nulas. No es un asunto en el que quepan diversas interpretaciones, o para el que no haya una posición clara de la UE. 

Los tratados establecen de manera inequívoca las condiciones de acceso de cualquier nuevo miembro, incluyendo la unanimidad en el Consejo Europeo. Ocultar a los ciudadanos catalanes esta realidad —y sus consecuencias económicas— es engañarlos y puede llevar a falsear una consulta democrática, mientras se invoca la democracia para demandar su celebración.

El asunto es demasiado grave como para no ser honrados. Quizá algunos nacionalistas —los más radicales— prefieran una Cataluña independiente, aunque quede fuera de la UE y su reingreso sea imposible sin el consentimiento de España.

Es posible que otros —más moderados— no busquen la independencia completa, sino un reconocimiento de soberanía que les facilite negociar con Madrid un estatuto muy ventajoso sin llegar a una ruptura formal, lo que les permitiría seguir en la UE como parte de España. Ambas posiciones políticas son respetables si se asumen abiertamente, aunque requieren una modificación de la Constitución.

Lo que no es respetable es confundir a la opinión pública presentando alternativas que se saben imposibles.(...)"                   ( , El País, 21 SEP 2013 )

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