18/10/13

La Lotería caritativa... la Grossa

Encuentro entre la Grossa de Nadal y el presidente Artur Mas en el Palau de la Generalitat. / Albert Garcia

"La publicación especial de promoción de La Grossa de fin de año, distribuida el fin de semana del 5 y 6 con la prensa catalana, me ha provocado un sentimiento de incomprensión e indignación que quiero poner de manifiesto. Sin entrar en la conveniencia de esta nueva lotería —ya hice en su momento mis matizaciones—, hoy quiero destacar la política comunicativa que se ha utilizado para difundir la iniciativa. (...)

Sabemos bien que una imagen vale más que mil palabras, y esta merece que le prestemos atención. Evoca las señoras del siglo pasado con elevados recursos económicos, esposas de señores importantes, que visitaban a los pobres y practicaban la beneficencia con una sonrisa vacía que no transmitía ni reflexión, ni inteligencia, ni capacidad decisoria, ni acción consciente, ni voluntad para transformar un mundo que les era favorable, elogiadas a cambio de una limosna.

Creía que nuestra sociedad había cambiado y que dicha realidad estaba superada, pero parece que todo lo contrario: la vieja figura femenina se recupera y se identifica como portadora de una riqueza y una felicidad fáciles, sin esfuerzo, intentando generar un claro espejismo en un contexto de pobreza y desigualdades.
 
 Pero si esta es mi reflexión al contemplar la figura, la indignación que me provoca leer la entrevista imaginaria que le hacen a La Grossa es muy superior y me incita a exponer mis argumentos.

Nos presentan a una mujer familiar y buena cocinera que hace unas croquetas deliciosas y que ha aprendido de sus padres los valores del sacrificio y la solidaridad. (...)

Resulta curioso que se mencione un concepto como el sacrificio, hoy totalmente olvidado por el nulo sentido que tiene en sí mismo, relacionado con creencias puramente religiosas. 

Y todavía es más curioso que la calidad que se destaca sea su capacidad culinaria, una habilidad que me parece muy bien pero que no representa precisamente la imagen de una mujer moderna, independiente, autónoma, trabajadora, con responsabilidades políticas o directivas. (...)

Pero la provocación no acaba ahí. La señora Grossa nos habla también de su buena cabeza y presume de buenas piernas; dice que le gusta salir en televisión y que le encanta que le regalen flores y la besen. Podría pensarse que no cabe más banalidad, pero sí, todavía hay más: acaba diciéndonos que le gusta el deporte y se pregunta si el cava con que los deportistas celebran las victorias pica cuando se lo derraman por el cuerpo. 

Le parece divertido y emocionante. Y añade una frase vergonzante: el mundo del deporte le gusta porque “los jugadores son tan guapos...”

Para terminar, cuando le piden que exprese un deseo responde que le gustaría vender muchos boletos para ayudar a muchos niños y niñas. 

 Obviamente, todos compartimos la preocupación por la situación de muchísimas personas de nuestra sociedad y muy especialmente por la infancia, pero tal como se expresa es la plasmación evidente de la beneficencia del siglo pasado, centrada en ayudar a los pobres y si son niños mejor todavía porque dan más pena.

 Si seguimos por este camino, no tardaremos en volver a encontrar por nuestras calles mesas de recaudación con muchas señoras como la Grossa luciendo sus vestidos y sus joyas para ayudar al desvalido que conmemore el día de turno. (...)"          (    , El País, 16 OCT 2013 )

No hay comentarios: