"Ya se cumplió el vaticinio y el PSOE se vino abajo en Galicia y en el País Vasco. (...)
En primer lugar, los dirigentes del partido han de ser lúcidos sobre sus
errores. Han de averiguar (o decidir) si la desafección se produce,
sobre todo, por su incomprensible deriva nacionalista. La habitual
alianza con toda clase de partidos patrióticos ha acabado por
desconcertar al elector.
Si alguien vota socialista, ¿qué está
eligiendo? ¿A los que legalizaron Bildu? ¿A los casi independentistas
catalanes, como el conjunto Maragall? ¿O a los sindicalistas andaluces?
Este primer punto debe esclarecerse de inmediato, teniendo presente que
el socorrido “federalismo” no se lo cree nadie. (...)
Sobre este punto, el antiguo votante socialista cree recordar que el
partido fue, algún día, un partido español y constitucional. Y que tenía
perfectamente claro que el nacionalismo solo puede ser una ideología
reaccionaria: es sentimental e irracional, pone al territorio por encima
de los ciudadanos, se basa en la pedagogía del odio, oculta tras la
bandera la despiadada explotación de la oligarquía así como las
corrupciones de los oligarcas, es totalitaria, es excluyente, practica
la mentira sistemática y roza los comportamientos fascistoides.
Frente a estas obviedades, los socialistas se han visto atemorizados
por un pretendido “nacionalismo español” que no merece la pena ni
comentar.(...)
Una vez solventada esta cuestión, deberán emprender una segunda
investigación. Una gran mayoría de la población cree que son los
partidos socialistas los que arruinan las cuentas del Estado por su
desaforado clientelismo. (...)
La tercera discusión tiene que ver con el momento de extrema miseria económica del país. (...)
Por último (y es casi imposible que algo así suceda), debe cambiar la
cúpula dirigente. Buena parte de ella viene de la nefasta etapa de
Zapatero y no tiene ya la menor credibilidad. Su actual dirigente,
Rubalcaba, es un hombre eficaz en tareas subterráneas, ocultas,
comisariales, pero carece del menor atractivo político y no se le conoce
una sola idea. (...)
Esta increíble acefalia cubre el conjunto socialista hasta extremos
desatinados. Un alto responsable del partido en Cataluña me decía que su
actual dirigente, Pere Navarro, ha logrado convertir a Montilla en un
Churchill. Por no hablar de la señora Chacón, esfinge sin secreto. Por
mera prudencia, el PSOE debería ir preparando un desembarco en Cataluña
con sus propias siglas. (...)
De manera que son las nuevas generaciones socialistas las que deben
imponer su criterio. Si este es el de una radicalización que les
aproxime a los comunistas, bienvenida sea. Y si por un milagro se
plantean una política menos ideológica y más pragmática, menos
reaccionaria y más técnica, una política que tenga menos que ver con la
imagen y más con la realidad, a lo mejor es posible volver a votarles
algún día." (
Félix de Azúa
, El País, 24 OCT 2012)
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