22/10/12

La autocompasión permite que los agravios del pasado justifiquen los excesos nacionalistas del presente

"El eterno agravio nacionalista

Así es la retórica nacionalista: héroes y villanos, ofensores y ofendidos, luchas memorables y derrotas gloriosas. Un discurso donde el nacionalista ocupa siempre el mismo lugar: el del héroe, el del ofendido, el del mártir. Y donde el enemigo, real o imaginado —qué más da— es siempre el culpable de los males que sufre la gloriosa "nación" a la que uno pertenece. 

Una de las características de los nacionalistas es que, en muchas ocasiones, son unos eternos agraviados que pretenden presentarse como víctimas y mover a la compasión por la "nación" que dicen representar.

 En el caso de que no existan males presentes que justifiquen su victimismo —y rara será la ocasión en que no los encuentren—, ya se encargarán de desempolvar en alguna biblioteca cualquier batalla olvidada injustamente perdida o una vieja ofensa imperdonable. No tardarán en encontrar mártires que elevar a los altares o malvados capaces de suscitar sus odios más profundos.

Mientras el nacionalista siga siendo una víctima, se verá libre de tener que justificar sus acciones, que serán siempre una compensación por agravios cuidadosamente alimentados y exagerados para que sirvan a sus intereses políticos. 

Es mucho más difícil oponerse a una víctima que a un verdugo, y aquélla, por el simple hecho de serlo, podrá encontrar una razón de sus actos en el resarcimiento de injusticias pasadas. 

Es cierto que a veces los males en que se refugia la autocompasión nacionalista son reales, pero no debemos olvidar que los agravios del pasado no justifican los excesos del presente. Pueden explicarlos, pero nunca justificarlos.”   

 (Cita de: Roberto augusto: El nacionalismo ¡vaya timo!, Editorial Laetoli, 2012, pág. 81)

No hay comentarios: