"El sistema de inmersión lingüística escolar obligatoria
exclusivamente en catalán que se aplica en Cataluña “no es un modelo
pensado en el beneficio de los alumnos”, sino que los utiliza “al servicio de un proyecto político partidista” nacionalista, con unos resultados claramente negativos para los niños.
Esta es la conclusión a la que llega Mercè Vilarrubias, periodista y catedrática de inglés en la Escuela Oficial de Idiomas de Barcelona, en su libro Sumar y no restar. Razones para introducir una educación bilingüe en Cataluña (Editorial Montesinos), que ha sido presentado este martes en la librería Alibri de Barcelona.
En su ensayo, Vilarrubias (Sabadell, 1964) no entra en cuestiones
legales ni jurídicas a la hora de analizar la idoneidad el modelo de
inmersión obligatoria, sino que presenta un análisis desde la perspectiva meramente pedagógica,
con voluntad de huir de los argumentos “políticos, partidistas,
viscerales, sectarios y extremistas” que en muchos casos dominan esta
cuestión. (...)
La autora, cuya lengua materna es el catalán, propone un debate
“constructivo, honesto y sosegado” sobre el modelo lingüístico escolar, e
insta a superar el planteamiento que desde el nacionalismo se viene
haciendo en el sentido de que una de las dos lenguas oficiales de
Cataluña es “la opresora” y otra “la víctima”, especialmente cuando ya han pasado casi 40 años desde que acabó la dictadura franquista. (...)
El libro compara el modelo de inmersión obligatoria aplicado en
Cataluña con los sistemas utilizados en otros países o regiones de
Europa que tienen comunidades bilingües, y llega a una conclusión contundente: no hay otro caso similar en todo el continente.
El modelo que predomina en el resto de Europa es el de la doble red escolar, en
que cada línea utiliza una lengua vehicular de forma principal y los
padres eligen qué línea quieren para la educación de sus hijos. Ese el
caso, por ejemplo, de Gales (con el inglés y el galés), Finlandia (con
el sueco y el finés), Eslovaquia (con el eslovaco y el húngaro) e,
incluso, Andorra (con el catalán, el castellano y el francés).
Aunque Vilarrubias no es partidaria de la doble red escolar, reconoce
que es un sistema que funciona correctamente en los lugares donde se
aplica y, sobre todo, es un modelo “democrático” porque “los ciudadanos
eligen la lengua que quieren”. Además, la exitosa implementación de este
sistema en esos países desmonta el argumento de los nacionalistas en el
sentido de que la segregación de los alumnos por razón de lengua va en contra de la cohesión social.
“Nunca explican por qué [supuestamente, va en contra de la cohesión
social], ni se corresponde con las experiencias de otros países”,
subraya la autora. (...)
El sistema bilingüe, en cambio, “responde a las necesidades
lingüísticas de los alumnos”. “La vida en Cataluña lleva a que ambas
lenguas sean necesarias en la vida profesional y académica, y en las relaciones personales.
Un modelo bilingüe las atendería mejor las necesidades de los alumnos,
dándoles la oportunidad de desarrollar competencias en ambas lenguas”,
indica. E insiste:
“Según todos los datos que tenemos, el modelo bilingüe -con
asignaturas en las dos lenguas oficiales- es el único que consigue un
bueno dominio de ambas lenguas, y es una forma de enriquecimiento humano
e intelectual, porque permite adquirir los registros formales, cultos y las tareas sociolingüísticas complejas en ambas lenguas.
[...]
Además, la escuela ha de ser capaz de reflejar la realidad
sociolingüística de la calle y equipar a los alumnos para poder operar
en esta realidad de forma adecuada y eficiente. Esta debería ser el
objetivo de la escuela en el campo lingüítico, y no decidir qué lengua
es propia y cuál no. Ambas lenguas deberían ser utilizadas, respetadas y
valoradas en un modelo lingüístico integrador”.
Vilarrubias pone como ejemplo a Luxemburgo, el caso más relevante en Europa, donde cuentan con “escuelas trilingües para todos los niños:
empiezan en luxemburgués, luego introducen el alemán y posteriormente
el francés, y acaban la educación con un dominio alto de las tres
lenguas; además, enseñan inglés, y terminan dominando cuatro lenguas”. (...)
La autora critica los argumentos que utilizan los defensores de la
inmersión obligatoria: “Hace tiempo que oímos decir que un modelo
escolar únicamente en catalán consigue que los alumnos tengan una
competencia muy alta en catalán y castellano. Esto es muy extraño desde un punto de vista pedagógico.
Ojalá hubiese un sistema en que, enseñando en una sola lengua, se
consiguiese el aprendizaje de dos lenguas, pero eso no se ha inventado
todavía”.
También hace algunas precisiones conceptuales. “La inmersión
lingüística es un término que se ha popularizado, pero no se utiliza
correctamente porque la inmersión es un método de aprendizaje de una
segunda lengua en la escuela. Sin embargo, aquí nos encontramos que para los catalanohablantes natos no es un sistema de inmersión, sino que es un sistema de enseñanza en lengua materna, pero, en cambio, sí lo es para los demás”. (...)
Vilarrubias considera sorprendente que las escuelas catalanas, “a
pesar de estar en una comunidad bilingüe, solo admitan una lengua
vehicular”. Se trata de una situación “excepcional” que solo puede asemejarse, con notables diferencias, a la situación de Flandes,
donde solo se puede escolarizar a los alumnos en flamenco, si bien, el
francés es de uso muy minoritario entre la población de esa región, al
contrario de lo que ocurre en Cataluña con el español.
“Y en Bélgica, al
igual que en España, la cuestión de las lenguas también se utiliza de
forma sectaria, partidista y para generar enfrentamiento, por lo que no
es extraño que también utilicen ese sistema”, insiste.
La autora lo tiene claro: “el modelo bilingüe solo presenta ventajas”
respecto a las aternativas existentes (inmersión o doble red escolar),
“suma, coge las dos lenguas que existen en la sociedad de forma
mayoritaria, y les da un espacio en la escuela proporcionando una mejor
formación lingüística”. “Otra política lingüística es posible”, concluye. (...)
Burgen, británico residente en Cataluña, ha elogiado el coraje de la autora por atreverse a “decir la verdad”. “Hoy en día, la verdad no se acepta en Cataluña
porque la Cataluña real está en conflicto con la Cataluña oficial. La
Cataluña oficial es aquella en que todo el mundo escoge el catalán como
el idioma preferido y en que solo hablan en castellano los taxistas, los
españolistas, los fachas y los madridistas”, ha ironizado.
De Carreras, por su parte, ha destacado que este libro complementa,
desde un punto de vista pedagógico, los argumentos planteados por el
profesor de Economía, Ética y Ciencias Sociales de la UB Félix Ovejero,
en su ensayo La trama estéril. Izquierda y nacionalismo. Y ha bromeado con Vilarrubias: “A partir de ahora, desde el punto de vista oficial, eres una facha. Y aun peor, por ser de lengua materna catalana, eres una traidora, y te dirán que no comprendes a la sociedad catalana”.
Por último, Rodríguez ha aplaudido la aportación de la autora y su
valentía, y ha confesado compartir la mayor parte de sus argumentos.
Rodríguez ha lamentado y ha mostrado su desconcierto por el hecho de
que, a diferencia de lo ocurrido en otros lugares, en Cataluña los partidos de izquierda hayan defendido la inmersión linguística escolar obligatoria exclusivamente en catalán." (lavozdebarcelona.com, 17/06/2012)
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