‘El castellano, reducido a dos horas semanales de clase, por debajo de la consideración de lengua extranjera, pasa a ser una mercancía peligrosa que perjudica en el avance hacia el horizonte independentista. Por lo tanto, sus hablantes entorpecen ese fin y no tienen la consideración ni los beneficios de aquéllos que se suben al gran carro que conduce a la secesión.

Ayer en el Parlamento de Cataluña se habló de normativa y gestión de centros, pero también de segregar al alumnado de Cataluña del resto de los estudiantes de España. No sólo por la lengua, sino por los contenidos que se vierten en las aulas. Ayer la Generalitat no alumbró nada nuevo, porque desde hace décadas la enseñanza en Cataluña se imparte exclusivamente en catalán y sus libros se redactan al margen de la realidad global española. Ayer sólo se otorgó la carta legal y el amarre a un Estatuto sobre el que aún ha de pronunciarse el Tribunal Constitucional.

Ayer se le arrebató a la gente un derecho, el de su lengua, reconocido en esa Constitución y que, al menos en parte, dejó de estar en vigor en Cataluña’. (lavozdebarcelona.com, 02/07/2009)